Se impuso la ultraderecha en el Congreso


Gudelia Tapia y Mario Méndez se suman a la lista de los traidores al Estado laico

 

Los priistas liberales, lidereados por Rocío García Olmedo, determinaron conservar el orgullo y la credibilidad: Luis Alberto Arriaga, Malinalli García, Bárbara Ganime, Jorge Ruiz y Mauricio Hidalgo rechazaron sumarse a la incongruencia denunciada por el Comité Ejecutivo Nacional del PRI en una carta enviada al gobernador Mario Marín Torres


Selene Ríos Andraca

 

Los priistas de la reacción encabezados por José Othón Bailleres y Pablo Fernández del Campo ganaron la batalla, pero perdieron la guerra y pasarán a la historia como los grandes traidores del Estado laico y de la libertad femenina. La división en las filas del tricolor provocó que la sesión se alargara por 12 horas y al final, solamente los diputados tricolores Gudelia Tapia y Mario Méndez decidieron vender sus convicciones para que la reacción alcanzara los 29 votos para elevar a rango constitucional la prohibición al aborto voluntario y la eutanasia en cualquiera de sus formas.


Del otro lado, los priistas liberales, lidereados por Rocío García Olmedo, determinaron conservar el orgullo y la credibilidad: Luis Alberto Arriaga, Malinalli García, Bárbara Ganime, Jorge Ruiz y Mauricio Hidalgo rechazaron sumarse a la incongruencia denunciada por el Comité Ejecutivo Nacional del PRI en una carta enviada al gobernador Mario Marín Torres.


Antes del final de la batalla, cuando los dados ya estaban sobre la mesa y dictaban la derrota liberal, Rocío García Olmedo bajó de tribuna con los ojos inyectados de lágrimas y corrió a abrazar a Luis Alberto Arriaga, mientras su promesa de no abdicar a sus ideales y principios se esfumaba en las ya vacías galerías que horas atrás fueron las trincheras de organizaciones no gubernamentales a favor de la diversidad sexual y la libertad individual y de los ultraderechistas que protagonizaron una sesión intensa que no se veía desde la aprobación de la denominada Ley Bartlett.


La rebelión priista encontró apoyo en el bloque opositor conformador por los perredistas Melitón Lozano e Irma Ramos; los petistas Manuel Fernánez y Pepe Momoxpan; así como en Carolina O’Farrill de Convergencia y Gustavo Espinosa de Nueva Alianza.


A pesar de la intervención de la Comisión de Equidad y Género del Congreso de la Unión, de  las docenas de voces que exigían respeto a la libertad personal, de la cátedra que brindó Rocío García en tribuna sobre los alcances del Estado laico, las implicaciones de un aborto voluntario y la diversidad de organización en las familias poblanas, las estadísticas y los índices de muerte por abortos clandestinos dictadas por Melitón Lozano e Irma Ramos, los liberales sólo alcanzaron 12 votos para frenar la denominada iniciativa Bailleres.


De último momento, Mario Méndez y Gudelia Tapia cambiaron el sentido de su voto, y aunque guardaron celosamente su postura ante los medios de comunicación, ante los liberales prometieron apoyo y un voto en contra para que los reaccionarios no alcanzaran la mayoría calificada.


A las tres de la tarde, minutos antes de que se discutiera la iniciativa Bailleres, un tufo de esperanza cayó sobre la Cámara de Diputados local cuando de improviso, el diputado Carlos González de la Calleja solicitó un receso sin ningún argumento de por medio y la mayoría priista se puso de pie, sin necesidad de saber qué estaba pasando.    


Desde su curul, García Olmedo le sonrió a Luis Alberto Arriaga. Salieron juntos del Pleno y la legisladora reveló a los medios de comunicación que un grupo de diputadas de la Comisión de Equidad y Género de San Lázaro sostendría una reunión con la Comisión de Gobernación para tratar de frenar la violación al Estado laico.


Los dados estaban en el aire todavía y la presión nacional sobre el gobernador Mario Marín estaba en su punto. Los liberales sonreían todavía, aunque la preocupación en los ojos de Rocío García, Malinalli García y Bárbara Ganime evidenciaba que la rebelión priista había perdido adeptos en las últimas horas y que al menos por votación, no frenarían a los reaccionarios defensores de la vida desde “la concepción hasta la muerte natural”. 

 

Diputadas federales lloran su derrota


A su llegada, las cinco diputadas federales Mariana Arvizu, Yolanda Rodríguez, Martha Tagle y Elsa Conde demostraban su brío y su firmeza para detener la imposición de una reforma que echa por la borda si quiera la discusión posterior de la despenalización del aborto voluntario y la eutanasia en cualquiera de sus formas.


Bastaron 40 minutos en la Comisión de Gobernación, para las que las legisladoras de San Lázaro entendieran que se estaban enfrentando a la reaccionaria del PRI y a la ultraderecha poblana incrustada en Acción Nacional, los mismos grupos que se negaron rotundamente a que los medios de comunicación atestiguaran el encuentro.


Consternadas, frustradas y vapuleadas, abandonaron la sala de comisiones para dirigirse al Pleno Legislativo, cuyo acceso se restringió para cualquier ciudadano y medios de comunicación, excepto para los invitados especiales de los reaccionarios.


Custodiando a las legisladoras, los representantes de los medios de comunicación lograron ingresar a la sala contigua del Pleno, donde a gritos, golpes y empujones exigieron su entrada al recinto para ver cómo 29 legisladores masacraban el Estado laico en la Puebla de los Ángeles. 

 

La batalla verbal


José Othón Bailleres, en su calidad de presidente de la Mesa Directiva, mandató que las posturas antagónicas fueran presentadas en tribuna de manera intercalada. La discusión se prolongó por más de cuatro horas, en la que los reaccionarios insistieron en la protección a la vida del óvulo fecundado hasta la muerte natural del ser humano.


Mientras tanto, en el patio legislativo los grupos antagónicos trataban de ganar la batalla a gritos e insultos. Los ultraderechistas dejaron ver su lado intolerante y acusaron a los representantes de la LGBTTT de “putos”, “maricones” y “machorras”.  Y los otros se dedicaron a defender sus ovarios, sus matrices, sus creencias y su libertad, custodiados por un grupo de granaderos. 


Adentro, Irma Ramos, Carolina O’Farrill, Pepe Momoxpan, Melitón Lozano, Gustavo Espinosa y Manuel Fernández apelaban con números, casos, ejemplos, jurisprudencias, criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tratados internacionales, lineamientos de la Organización de las Naciones Unidas y estudios médicos del genoma. 


Y entonces, Rocío García, quien consiguió el aval de Beatriz Paredes para frenar la iniciativa de corte ultraderechista, subió a tribuna sin hacer un solo gesto en su trayecto. Se acomodó los lentes y ordenó su discurso que palabra a palabra se convirtió en una cátedra revolucionaria que defiende la discusión sobre el aborto consentido, el Estado laico y la ideología partidista.


De ahí que haya soltado a bocajarro: “No se trata aclaro, de confrontar las creencias de nadie; yo misma profeso una profunda fe católica. Pero como Ortega y Gasset creo que las creencias se distinguen de las ideas; las primeras no se discuten, pues existen en lo profundo de nuestro ser, las ideas por el contrario las sometemos a debate. Esta reforma es, pues, un problema de ideas.”


La legisladora priista defendió el Estado laico con todos los argumentos ideológicos y académicos posibles: “El Estado Mexicano es un Estado laico, el PRI lo ha postulado, en su última asamblea ‘nos pronunciamos por un Estado laico para el siglo XXI, que sostenga la imparcialidad de las instituciones y garantice la salvaguarda del ámbito particular de los individuos frente a cualquier intromisión de corporación, credo o dogma y reconozca a plenitud el ejercicio de su libre albedrío’, señala el punto 10 de nuestra Declaración de Principios.


”Recientemente el filósofo español Fernando Savater apuntó la siguiente cuestión: ‘La jerarquía religiosa, de una u otra religión, tiene derecho a establecer lo que según su credo son pecados, pero no tiene derecho a decir lo que son delitos. Un obispo o un rabino o lo que sea, puede decidir qué cosa es un pecado, pero los delitos debe establecerlos la ley laica, la democracia; los legisladores que se basen en razones, en argumentos comprobables o en historia, y en valores compartidos más allá de las diversas religiones’.”


Y rematando con la ideología partidista, llamó a sus correligionarios a votar en congruencia: “Porque ideológicamente no puedo abdicar del programa político que represento como militante del Partido Revolucionario Institucional, no puedo abdicar de un programa político popular y del laicismo que abanderamos y hemos definido en nuestros documentos básicos, en nuestra Declaración de Principios.”


Para defender la discusión del aborto consentido durante las 12 semanas de gestación como está aprobado en el Distrito Federal, García Olmedo soltó: “Y por ello abundo: Existe el ‘error’ de creer que las disposiciones legales solucionan los problemas morales. Esto no es así señores diputados: El aborto es una realidad de la que conviene hablar, y que justamente la propia iniciativa ha provocado continuar debatiendo.


”El aborto será y es un problema personal y, por lo tanto, tiene que ver con la dimensión moral de la persona que tiene que afrontarlo (…) Para que lo sepan diputados, ninguna mujer corre alegremente a hacerse un aborto. Ninguna mujer desea atravesar una experiencia de aborto. El aborto se decide y elige como última posibilidad. Sabemos que es una experiencia, sórdida, dolorosa e imborrable, pero el aborto es una realidad concreta y oculta en la vida cotidiana de las mujeres. Es una realidad clandestina y criminalizada, por eso es tan difícil hablar y escuchar con facilidad el tema, más allá del monto de culpa que induce la criminalización.


”Esta fracción IV que se pretende aprobar justamente logró sacar el tema de la oscuridad y abrir el debate más inteligente posible. El aborto es la trasgresión más grande que puede realizar una mujer en una cultura patriarcal y machista donde domina el deseo y la voluntad masculina. Antes de emitir juicios, antes de condenar a las mujeres que abortan deberíamos plantearnos como sociedad: ¿Qué lleva a las mujeres a correr un riesgo tan grande? Como legisladores tenemos la responsabilidad cívica de mirar y reflexionar críticamente sobre esta realidad social. El aborto es la cuarta causa de muerte materna en nuestro país.


”Como señala Liliana Mizrahi en todo aborto hay un varón involucrado, no lo olvidemos, sin embargo ¿dónde está?, no se habla de él, como si no tuviera existencia, ni responsabilidad ni protagonismo. Creo que lo inadmisible es la imposibilidad legal y la penalización a la mujer para decidir sobre su cuerpo y sobre el destino de sus maternidades. No se legisla sobre el cuerpo de los varones, no se vasectomiza ni se esteriliza a violadores, preservando una futura paternidad, no se desarrollan nuevos anticonceptivos para varones, ni siquiera se amplía la conciencia de responsabilidad que tienen en los embarazos accidentales. ¿Cómo puede ser que se legisle y decida entonces sobre lo que pasa y no deba pasar en el cuerpo de las mujeres? ¿Acaso estamos condenadas por nuestra propia anatomía y fisiología? ¿Esto es lo que las mujeres queremos para nosotras, para nuestras hijas y nietas? O bien, preferimos la libertad de conciencia, donde cada una pueda decidir con un criterio propio y una responsabilidad adulta sobre su cuerpo y su fertilidad.”


La reacción entre los legisladores fue contundente. No había más que decir, y sin embargo, los diputados Pablo Fernández del Campo, Eduardo Rivera y Leonor Popócatl encontraron en la defensa al embrión su argumento principal para enarbolar la batalla por la defensa a la familia.


Pablo Fernández del Campo reconoció en tribuna que la iniciativa que horas más tarde se convirtió en el capítulo V de la Constitución de Puebla se basó en textos religiosos como la Carta de los Derechos de la Familia dictada por Juan Pablo II en 1983, pero le restó importancia: “y aunque se basara en el manifiesto comunista, se trata de la familia”.


Irónica, Carolina O’Farrill pidió entonces incluir en la legislación local la defensa de los espermatozoides que pierde un hombre durante una masturbación y de los óvulos que pierden las mujeres mes con mes.


Melitón Lozano exigió una legislación para proteger a los chimpancés, quienes comparten el 99 por ciento del genoma con los seres humanos, y cuya única diferencia con los humanos se encuentra en el desarrollo del sistema nervioso y la corteza cerebral que crece en el embrión después de las 12 semanas de gestación.


Las priistas Bárbara Ganime, Malinalli García, Jorge Ruiz y Mauricio Hidalgo justificaron su voto en contra de los reaccionarios basados en su ideología revolucionaria y en su lucha a favor de que las mujeres ejerzan el derecho de su propia vida en su cuerpo.

 

“Saquen sus rosarios de nuestros ovarios”, decía una pancarta pisoteada en el Pleno Legislativo, mientras 29 diputados aprobaban la reforma, gracias a las traiciones de los priistas y a la cobardía que demostró Daniel Contreras de Nueva Alianza, que determinó abandonar la sesión para que su voto se sumara a la mayoría, a pesar de haberse comprometido a abstenerse.

 

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