Dos familias encabezan el negocio de prostitución en el Centro Histórico


Operan desde hoteles y moteles, donde incluso trabajan menores de edad; curiosamente no son molestados por ninguna autoridad


En el tugurio de la 7 Norte, hay entre siete y hasta 20 mujeres que ofrecen sus servicios sexuales por cantidades que van de los cien a los 130 pesos por acto sexual


Daniel Hernández Cruz


Las redes de trata de personas encuentran su mercado para la explotación sexual de mujeres en prostíbulos en el primer cuadro de la ciudad que operan bajo la protección y la regulación de las autoridades municipales y estatales. Son dos familias las que lideran estos negocios en el centro de la ciudad y operan con la protección de las autoridades estatales y municipales. El centro de operación es el hotel conocido popularmente como “el de la 7” que no ostenta razón social y se trata de un portón negro en el que al interior los servicios sexuales se ofrecen a un costo promedio de cien a 150 pesos.


De acuerdo con una investigación hecha por CAMBIO -y fuentes policiacas consultadas- uno de los tratantes más adinerados del Centro Histórico es precisamente el propietario del hotel “de la 7”, quien a los 50 años de edad se convirtió en uno de los empresarios más prósperos y temidos de la zona.


Su historia inició hace 35 años cuando compró el inmueble de la 7 Norte entre 6 y 8 Poniente y puso su primer negocio, un prostíbulo, que con el paso de los años logró posicionarlo como el más visitado de la zona.


A decir de la gente que visita dichos lugares de la zona, siempre tiene mujeres jóvenes, esbeltas y de rostros bellos y no hay quien duda que varias de ellas son menores de edad: “Sí tiene menores de edad porque por eso le han clausurado, pero más tardan en cerrarlo que en lo que ya volvió a abrir”, comentó un asistente, quien pidió el anonimato por temor a represalias.


Las mujeres que trabajan en el tugurio conocido como “El de la 7” son originarias de estados como Tlaxcala, Puebla, Veracruz y Guerrero.


Cuando posicionó el burdel tuvo el dinero y las complicidades suficientes amplió su negocio al de los bares, actualmente opera La Mixteca y El Flamingos, reconocidos también como el lugar en donde están las “mejores mujeres”.


En dichos antros prevalecen las quejas por desmanes, riñas, agresiones a transeúntes y ebrios en la vía pública. Las denuncias de los comerciantes de la zona son constantes sin que ninguna autoridad ponga en regla esos lugares.


La familia Santander entendió la prostitución como un negocio en el que no pueden dejar a las autoridades “fuera de la jugada” y sus ganancias le han alcanzado para repartir entre funcionarios estatales, municipales de distintas administraciones; pues además de pagar licencias de funcionamiento y todo tipo de reglamentación, pagan por cuotas adicionales y la protección de comandantes de la Policía Ministerial y Municipal.


Como un hombre de negocios supo diversificarse e inició una empresa dedicada a hoteles de tres estrellas que no están dedicados a la prostitución, sino al turismo para lo que creó el Hotel Real Santander ubicado en la 7 Oriente número 13 que recibe a miles de turistas al año.


Los segundos más importantes en el negocio de la prostitución son un par de hermanos, el mayor identificado como Juan “N”, quien opera el prostíbulo ubicado en la 8 Poniente esquina con la 11 Sur.


De acuerdo con las fuentes consultadas, el lugar brinda protección a los sujetos que venden celulares robados en la 8 Poniente, también, en el mejor de los casos, con la complacencia de las autoridades.


Los sujetos quienes son conocidos por “mover” mujeres de diferentes estados de la República y trasladarlas a Puebla posicionaron su “hotel” como uno de los más concurridos.


Los dueños del lugar -ambos con apariencia similar- fornidos de cabello chino y largo a la altura de los hombros, acostumbran a exhibir su joyería de oro y su inseparable colgante de la Santa Muerte. El negocio lo ocupan desde hace más de cuatro años y ya lo ampliaron a un bar de mala muerte, que, también, es de los más concurridos de la zona.


De acuerdo con fuentes consultadas también controlan a los sujetos dedicados a la compraventa de celulares robados que “trabajan” en la 8 Poniente y a quienes brindan protección.


Sexo por 100 pesitos


El tugurio de la 7 Norte es similar a los de la zona, hay entre siete y hasta 20 mujeres que ofrecen sus servicios sexuales por cantidades que van de los 100 a los 130 pesos por acto sexual. Las prostitutas están sentadas en sillas de plástico, mientras que en la 8 Poniente están paradas y tratan de acaparar la atención de los hombres desde la entrada con frases sugerentes sobre los servicios que ofrecen.


Cuando los asistentes escogen a una mujer se ponen de acuerdo en el precio, ellas ofrecen desnudarse, tener sexo oral y relación vaginal en la que ofrecen posturas sexuales.


Una vez que se llega a un acuerdo la mujer pide el dinero al cliente, ella lo lleva a uno de los empleados quien se encarga de cobrar las cuotas.


Esto a todas luces es un delito, pues de acuerdo con el artículo 226 del Código de Defensa Social del Estado de Puebla, el delito de lenocinio lo comete quien “regentee, administre, sostenga o establezca prostíbulos, casas de citas o lugares de concurrencia, en donde se explote la prostitución u obtenga cualquier beneficio con sus productos”.


Estos lugares funcionan en horario comercial, es decir, entre las 20 y 21 horas. Los fines de semana es posible ver a sujetos a bordo de vehículos y camionetas de lujo que se las llevan o les quitan dinero, incluso algunos comerciantes del centro de la ciudad han presenciado cuando éstas son golpeadas.


Otros lugares del centro que más concurrencia tienen son el hotel Sevilla ubicado en la 6 Poniente, entre 9 y 11 Sur, que es operado por un sujeto identificado como Agapito, quien desde hace varios años se dedica al negocio de la prostitución.


Agapito controla a los homosexuales que trabajan en esa zona y que son los causantes de riñas y atracos que se cometen después de las 21 horas, sobra decir que esta persona también es tolerada por la autoridad.


Además existe una mujer dueña de un negocio de marcos que controla el prostíbulo de la 6 Poniente, entre 9 Sur y 7 Sur, que a su vez está conectado con la 9 Sur entre 6 y 8 Poniente.


Pierden protección


Actualmente dos prostíbulos fueron clausurados. El hotel Lux -clausurado hace unas semanas por la Secretaría de Salud- dejó de funcionar pues algunas fuentes policiacas aseguran que los dueños dejaron de recibir la protección de las autoridades.


Otro lugar que “cayó de la gracia” de las autoridades fue el inmueble que se encontraba en el callejón del Variedades entre 2 y 4 Poniente, el cual era administrado por dos jóvenes de origen cubano.


El lugar se encuentra abierto, pero sólo es ocupado por prostitutas “independientes” quienes ocupan los cuartos por algún tiempo para sus servicios.


De acuerdo con las fuentes consultas el lugar es vigilado frecuentemente por la Policía para que no vuelva a operar.


Las mujeres que estaban en ese lugar ahora son vistas en plaza París, lugar que no tiene permiso de funcionamiento de hotel sino como centro comercial y ahora el segundo piso es utilizado como prostíbulo.


Los padrotes son policías


Algunas personas revelaron que se percataron como elementos de la Policía hostigan a las mujeres que se dedican a la prostitución, un ejemplo claro fue el relatado por un hombre que acostumbra utilizar sus servicios.


Señaló que un elemento de la Policía Municipal a bordo de un patrulla de la que no recuerda el número, pero sabe que es una camioneta y que al elemento le apodan el “Marrullas” pide una cuota diaria a la mujeres que se paran junto al centro comercial La Victoria: “Cuando no tienen lana les pega y las insulta”.


Las mujeres de esa zona cobran 40 pesos por cada servicio sexual y, en algunas ocasiones, alcanzan a obtener 400 pesos por día.




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