Thursday, 28 de March de 2024


Cautela en momentos clave




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La opinión del DT, sobre el tema que sea, siempre tendrá una gran influencia sobre todo su equipo, es decir, sobre directiva, cuerpo técnico y jugadores.

Al ser el líder, sus palabras y acciones serán referencia y siempre estarán bajo el reflector de los involucrados. A pesar de que muchas veces los entrenadores no miden el alcance de todo lo que dicen o de cómo se comportan, la gente de su alrededor siempre absorbe la información que éste inconscientemente comunica. Por esta, y algunas otras razones más, cualquier tipo de líder, en todo momento, en mayor medida que los demás integrantes del grupo, debe estar completamente atento a sus emociones para no cometer el error de “dejarse llevar”.

 

 

Dentro del futbol existe un momento en especial en que las miradas están más puestas que nunca sobre el DT, un momento en el cual los jugadores esperan cualquier movimiento o palabra que salga del entrenador, cualquier información que pueda dar, en este momento se potencializa por mil, el momento del que hablo es al finalizar los partidos. Cuando concluye un juego la energía cambia drásticamente, sea cual sea el marcador final, todos se encuentran muy sensibles, las emociones están a flor de piel. Todo el estrés de la semana, el esfuerzo, la dedicación en cada uno de los trabajos, la intensidad, lo malos ratos, los sacrificios se realizaron en vistas del partido del fin de semana, y cuando el juego termina son instantes, algunas horas, en que todos se encuentran como en una especie de limbo.

 

 

El jugador sabe que los narradores y analistas opinan durante, y, al finalizar el partido, escuchan los aplausos o silbidos del público, de igual forma dominan que sus familiares y seres queridos tienen sus puntos de vista, pero la verdad, la única opinión que al finalizar el encuentro le importa y es relevante para el futbolista es la del DT. El jugador, por más seguridad que tenga y por más satisfecho que se sienta con su desempeño siempre tendrá dudas de cómo lo habrá percibido el entrenador ¿Habré cumplido con lo que me pidió? ¿Habrá visto cómo nace la jugada del gol? ¿Se habrá dado cuenta de quién era la marca? ¿Estará enojado? ¿Se sentirá satisfecho? Etcétera.

 

 

Es obvio que el entrenador tiene un sentimiento al finalizar el partido, tiene una opinión, se dio cuenta de la mayoría de situaciones que pasaron, y lo que no vio, seguramente sus auxiliares lo detectaron. Pero todo esto que pasa por la cabeza del DT máximo hasta la primera hora, una vez terminado el partido está envuelto, está hasta cierto punto contaminado por toda la adrenalina, por todo este movimiento de energía que sucede al momento en que el árbitro pita el final del encuentro. Insisto, sea cual sea el marcador.

 

 

Sin lugar a duda éste no es un buen momento para hablar. Aunque sea un entrenador de muchísima experiencia, seguramente se encontrará una pizca fuera de sus casillas, sin contar con sus habilidades plenas, sin juicio sano para formular una opinión acertada, o mínimo como la que le gustaría formular al día siguiente. Los psicólogos del deporte recomiendan ser demasiado cautos en estos momentos, el consejo que ellos dan para no cometer errores es no emitir opinión alguna, guardar silencio y comportarse lo más hermético posible al final de los juegos.

 

 

Apenas leía en un libro acerca de psicología para entrenadores, que parte de la información que el coach debe dar en su presentación ante los jugadores es “no me gusta hablar al finalizar los partidos, nunca hablo con nadie y generalmente mi comportamiento es frío, los análisis y mi opinión siempre se las daré hasta el día siguiente”. Este accionar representa un gran esfuerzo para el DT, pero sin lugar a duda vale la pena, nos ahorra muchísimos problemas y no tenemos que andarnos arrepintiendo o pidiendo disculpas por todas partes al día siguiente que ya estamos más cuerdos.

 

 

Es también un esfuerzo, ya que el “nunca hablo” es nunca, porque muchas veces es sencillo identificar cuando estás enojado y sientes esa furia al terminar un partido que perdiste, al ser un sentimiento negativo es más sencillo detectarlo y controlarte no hablando ni emitiendo opinión alguna. Pero el problema es cuando ganas y todo es felicidad, todo es miel sobre hojuelas, ahí, en ese momento el DT es cuando mayor congruencia debe tener y mantener la misma actitud de hermetismo y así, poder controlar toda esa euforia para no comunicar información que seguramente después de un análisis sereno no haría.

 

 

Hoy por hoy, está establecido que 15 minutos después de haber concluido el partido el DT tiene que ir a dar conferencia de prensa sí o sí, el entrenador está forzado a hablar. La técnica de no hablar nada y guardar el silencio la puede aplicar dentro del vestidor, a sus jugadores, pero es imposible llegar ante los medios y quedarse callado. Para esta situación en especial, en la que el entrenador debe de responder preguntas, el consejo debería ser lo más político posible, es decir, responder, hablar, pero sin brindar información alguna, lejos de comprometernos o “engancharnos” con algún suceso.

 

 

Para mucha gente el ganar es sinónimo de relajarse y de gozar, pero generalmente las personas que tienen este pensamiento son aquellas que ganan alguna vez y no vuelven a tener un triunfo dentro de mucho tiempo, hasta que se vuelvan a juntar demasiadas variables. Los seres humanos triunfadores, desde mi punto de vista, son aquellos que ante la derrota se mantienen en pie y saben hacer un análisis coherente, pero que ante la victoria es cuando redoblan esfuerzos, cuando afinan aún más los detalles, cuando realizan un esfuerzo extra porque saben “que lo difícil no es llegar a la cima, lo difícil es mantenerse ahí”.

 

 

 

 

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