Tuesday, 16 de April de 2024


PRI: ¿Partido del gobierno?




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Durante la campaña presidencial del entonces candidato Enrique Peña Nieto, en reiteradas ocasiones mencionó que “las cosas ya no podían volver a ser como antes”, esto en referencia a que el PRI —una vez obteniendo el triunfo— no volvería a ser el Partido del gobierno, sino el Partido en el gobierno (que no es lo mismo), e incluso mencionó que las condiciones del país eran otras, y que ya no era necesario que el Presidente mantuviera una “sana distancia” del PRI, sino que mantendría una “sana cercanía”, basada en el respeto mutuo.

Hoy, a ocho meses de su gestión, Peña Nieto asume el liderazgo intrínseco que le corresponde y actúa como lo que es: el representante del PRI en el gobierno, ese es su rol, y así lo está haciendo. Lo malo es que la gran mayoría de priistas han vuelto al comportamiento del siglo pasado, asumiéndose —no como el Partido que impulsó al Presidente— sino como el Partido del Presidente, y esto no es sano ni para el PRI, ni para la democracia, ni para el país.

 

 

Un ejemplo lo encontramos en la Iniciativa de Reforma Energética presentada por el mandatario el pasado lunes, una Iniciativa interesante, pero riesgosa e incompleta, veamos por qué:

 

 

A todos nos queda claro que PEMEX es improductivo, o mejor dicho, no es lo suficientemente redituable como debería de ser. Todos coinciden en que se tiene que hacer algo. Algunos le apuestan a la inversión privada como “panacea” para generar más ingresos a la paraestatal. Otros le apuestan a la intervención del Estado, mediante la inversión pública y el desahogo de cargas tributarias. Y otros más se inclinan por una re ingeniería administrativa para sanear a PEMEX, es decir, reducir gasto corriente (privilegio$) para generar ahorros.

 

 

Una Reforma Integral sería aquella que contemple estos tres aspectos, ya que, con una sola medida no se solucionaría el problema. PEMEX necesita inversión privada para EXPLORAR, EXTRAER y PROCESAR más petróleo, ya que nosotros NO tenemos la tecnología para hacerlo, luego entonces, estamos dejando de aprovecharlo. También necesita que el Gobierno —a través de la SHCP— aligere la carga fiscal que actualmente tiene asfixiada las finanzas de la empresa (cerca del 90 por ciento de sus ingresos se destinan para pago de impuestos y nómina). Y también se necesita acabar con la mafia del Sindicato petrolero por el desfalco millonario que genera.

 

 

El problema de la Iniciativa es que sólo se basa en el primer aspecto: la Inversión Privada, esperando que con ello se solucionen los otros dos conflictos. Esa es la parte que le falta a la Reforma, ahora bien, por lo que respecta a la parte riesgosa, es la propuesta de suscribir Contratos de “utilidades compartidas”, ya que esto implicaría que PEMEX se volvería socio comercial con las empresas que participen, lo que en los hechos se traduciría que el petróleo YA NO sería SÓLO nuestro, sino que también le pertenecería a las empresas trasnacionales. ¿Cómo es posible abrir PEMEX a la inversión privada sin perder la soberanía? Es difícil, es una línea muy delgada: Una cosa es contratar una empresa para que realice un servicio (exploración, extracción, etc.), y otra muy distinta es asociarse con ella. Los Contratos tendrán que ser lo suficientemente claros y tajantes para especificar los montos a pagar por el servicio prestado, sin que el Estado Mexicano “comparta” su petróleo. He ahí el riesgo...

 

 

Ahora bien, la Iniciativa enviada por el Ejecutivo de la Nación al Congreso, es justamente eso: una Iniciativa, la cual, deberá ser estudiada, discutida y enriquecida por todas las fuerzas políticas, grupos de académicos y especialistas.

 

 

Lo malo, es que el PRI quedó lejos (muy lejos) de esa discusión. Lamentablemente la gran mayoría de priistas (si no es que todos) hablan de las bondades de la Reforma y no se atreven a cuestionar sus puntos vulnerables. Pareciera que regresamos a los tiempos de López Portillo en que todos los priistas tenían que acatar ciegamente todo lo que saliera de Los Pinos. Flaco favor le hacen a la democracia (e incluso al Presidente), ya que un PRI callado es un PRI débil, y un PRI débil no le sirve al país. Sería mucho mejor actuar con autonomía y sumarnos al debate nacional, en vez de comportarnos como el Partido del gobierno que aprueba y defiende todo lo que se nos presenta (con puntos y comas).

 

 

 

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