El colmo de Enrique Agüera sería que Tony Gali le ganara el mercado juvenil en esta campaña. Ese mercado que se supone debería ser el pulmón de su victoria por los años y años que fue académico y rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

En la vida existen misiones posibles e imposibles; las primeras, alientan y dan esperanza, proporcionan alegría; las segundas, son pesimistas y cabizbajas, transmiten tristeza. Hace apenas mes y medio el PRI infundía la posibilidad de poder convertirse en el contrapeso real del morenovallismo, hoy se ve sin ánimo y herido de muerte.

Uno de los principales problemas que aqueja a la prensa poblana y a la política local es que difícilmente se sabe dónde se encuentra la línea fronteriza que divide la realidad de la fantasía. Suele ocurrir que los disparates más descabellados terminan por convertirse en realidad y los más sensatos en ridículos y dolorosos desmentidos.

Cada que una nueva elección constitucional llega a la vida de los poblanos la añoranza de que las cosas cambien toca a la puerta del corazón de los electores como el amor platónico de aquellos enamorados cuyo atrevimiento mayúsculo es tocarse la mano. Y llegada una nueva oportunidad de compartir su inmensa ternura vuelven a comprobar que nada pasó y que todo siguió, igual o peor, a como estaban antes.

Para fines democráticos y de equilibrio de poderes a Puebla le viene mejor Enrique Agüera que José Antonio Gali. Lo complicado del asunto es que los electores lo entiendan y, en el momento preciso, hagan efectiva esa conveniencia estando frente a las urnas. Aclaro, se trata sólo de una proposición crítica, de un pensamiento individualista, no de buenos deseos y esperanzas.

A la aparición forzada de Enrique Agüera ante la opinión pública, después de varias semanas de retiro voluntario, se le puede llamar de dos maneras. En la física básica se le conoce con el nombre de Ley de Newton, pero en la política partidista y en el desempeño gubernamental suele ubicársele con un concepto entendible y coloquial: Capacidad de reacción.

Sólo en Puebla ocurren sucesos tan descabellados como increíbles en temas de política y gobierno.

La política no es de cursilerías ni de sueños románticos, si así fuese Romeo y Julieta con su inmenso amor habrían logrado ser monarcas de Inglaterra o de Verona.

Los excesivos desajustes efectuados por el gobernador Rafael Moreno Valle a su gabinete tienen infinidad de interpretaciones. Cualquier cantidad de tiempo sería poco si nos dedicáramos a analizarlas una por una en lo particular. Sin embargo sea por ambición, precaución o por temor todas van a dar al mismo paradero: Se siente amenazado.

Abstenerse de opinar lo que ocurrió en el Congreso del estado es imposible. Que se vayan 18 de los 41 legisladores sería un tremendo escándalo en cualquier democracia medianamente responsable de Europa, de América o de cualquier otra parte del mundo. En países como Francia, Alemania, Reino Unido y España los mismos políticos desisten de ir por cargos públicos o de permanecer en ellos incluso ante la mínima sospecha de ambición, poder o corrupción.