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Nunca en la historia del futbol brasileño la camiseta de su selección había sido tan vapuleada por un rival y menos jugando en casa como le sucedió ante Alemania en lo que desde hoy debe llamarse la "noche triste del Mineirao".
Contrario a lo que se imaginaba, los seleccionados brasileños renunciaron a su filosofía futbolística y desde los primeros 25 minutos del partido le regalaron la iniciativa a un rival frio y calculador que no tuvo piedad para aplastarlos.
Ante la adversidad y sin siquiera tener un leve deseo de revertir la humillante derrota, los rostros desencajados y hasta las lágrimas comenzaron a prevalecer en la plantilla de jugadores cuyos nombres ingresarán a la historia por su penoso conformismo.
Fuente: Yahoo