Wednesday, 24 de April de 2024


Moreno Valle: ultimátum al marinismo




Escrito por  Javier Arellano Ramírez
foto autor
Las fricciones son tan añejas que se remontan a 1998, año de la consulta interna priísta que llevó a Melquiades Morales Flores a la victoria.

Desde aquel año Rafael Moreno Valle y Mario Marín Torres estaban en esquinas diferentes. El entonces recién llegado operaba en las filas de Morales, en tanto que Marín era uno de los alfiles bartlistas responsables de llevar a José Luis Flores Hernández a la gubernatura.

 

 

El resultado ahondó las ya acres diferencias. Melquiades gobernó durante seis años, pero siempre hubo una relación distante, fría con Marín.

 

 

En 2004 el encono ya era inocultable, aunque Marín era el candidato del PRI, Rafael Moreno Valle llevaba la daga clavada; pero poco a poco fue construyendo (junto con su aliada en la esfera nacional) su propia estructura rumbo al 2010.

 

 

Ese sexenio fue el episodio en que Moreno Valle rompió definitivamente cualquier línea de comunicación con Marín, el hombre fuerte de la mixteca poblana.

 

 

Vendría la más cruda, cruenta de las batallas electorales que se haya visto en Puebla: 2010.

 

 

Desde la cúpula de la política nacional se operó la estrategia para llevar a Moreno Valle a Casa Puebla y lanzar al ostracismo a Marín.

 

 

Así transcurrieron cuatro serenos años. Hasta que ocurrieron los hechos de Chalchihuapan. Y entonces Marín escuchó las voces de los suyos, léase Valentín Meneses Rojas, José Alfredo Arango García, Gerardo Pérez Salazar, entre otros. Y pensó “¿por qué no volvemos a la escena? al fin y al cabo, aún podemos hacer camino al andar”.

 

 

Marín volvió al templete de la política estatal y por unas semanas todo iba bien. Se respetaban las formas, se cuidaron las apariencias.

 

 

Pero tenía que llegar Valentín Meneses Rojas, a quien a estas alturas ya debe verse como un ave de mal agüero.

 

 

Vale, el fatídico, cual funesto agorero declaró: “Con Lydia Cacho no hubo sangre, en Chalchihuapan si”.

 

 

Es decir, desde la óptica menesista el escándalo llamado LydiaGate fue un episodio blanco en comparación con el exceso policiaco de Chalchihuapan.

 

 

Como apuntando: “Pues si tuvimos errores, pero no del tamaño de los que se están cometiendo”. Esto bastó para desatar la añeja ira de Moreno Valle contra todo lo que huela a la estirpe política marinista.

 

 

Se dio la orden y comenzaron a abrirse los archivos. El mensaje fue enviado a través de las líneas de El Sol de Puebla. Fue como decir: “No se olviden que tenemos sus expedientes, que están documentados todos sus excesos y abusos; no se olviden de Arango, cualquiera de ustedes puede seguir el mismo camino”.

 

 

El ultimátum enviado a través del diario de mayor circulación en Puebla no debe tomarse a la ligera y debe verse como el inicio de un nuevo round entre Moreno Valle y Mario Marín.

 

 

Por supuesto, el gobernador no está jugando y Valentín Meneses bien haría en hacer mutis de la escena política antes de que salgan a la luz todas las anomalías e irregularidades que dejó en la Secretaria de Comunicaciones y Transportes.

 

 

Si definitivamente esta claro quien es el rival más débil y vulnerable.

 

 

Como siempre estamos a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.

 

 

 

 

 

 

 

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