Saturday, 20 de April de 2024


Peña vuelve a Puebla en lo institucional, pero en lo electoral quiere 12-4




Escrito por  Arturo Rueda
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Tras el caso Chalchihuapan y la recomendación de la CNDH, la repartición salomónica de las diputaciones federales de Puebla luce insostenible: el estado de debilidad morenovallista, empujado desde el gobierno federal, tendría como objetivo sacar una negociación más ventajosa: el 8-8 se convertiría en un 11-5, pero de acuerdo a las condiciones más realistas, todo acabaría en un 12-4 a favor del PRI

Enrique Peña Nieto pisó suelo poblano por última vez hace poco más de dos meses para lanzar una campaña nacional de reforestación en Chignahuapan, y desde entonces, el mundo ha girado tanto para él como para el gobernador poblano. En ese momento, 8 de julio, la aprobación de la legislación secundaria de la reforma energética entraba en su recta final, por lo que el presidente estaba atento a las últimas concesiones que debía hacer a los partidos de oposición. A su vez, Moreno Valle ocupaba la cima de la soberbia y sus Rafaperiodistas estaban más preocupados por festejar el diálogo a solas de 40 minutos que tuvo con el presidente en un camper antes de abordar el helicóptero de regreso. Eso sí, fueron puntuales en señalar que “nadie sabía de qué habían hablado”, pero que al final del encuentro el gobernador poblano lucía una amplia sonrisa.

 

 

La realidad política terminó por imponerse. Peña Nieto consiguió la aprobación de la legislación secundaria y luego de celebrar su segundo informe, tiene una batalla contra el tiempo para reflotar su imagen que, a su vez, ayudará al PRI a ganar la mayoría en la Cámara de Diputados en 2015 asociado al PVEM y a Nueva Alianza. Tras el ciclo reformista, el proyecto de Restauración Autoritaria avanza a pasos agigantados, y una parte de ello es dinamitar el poco prestigio que le queda a la oposición. No es un accidente que desde entonces, algunas de las principales figuras del PAN y PRD estén bajo fuego cruzado. Y en esa coyuntura, Moreno Valle se cruza en el camino del PRI y Peña Nieto.

 

 

El PRI, o sea Peña Nieto, quieren mayoría en San Lázaro. Y Puebla, detrás del Estado de México, DF y Veracruz, es uno de los estados que más diputados aportan a la representación nacional. Formal e informalmente, el proceso electoral ya comenzó, así como las coordenadas de la guerra electoral. El INE sesionará a principios de octubre para dar el banderazo oficial al proceso, mientras que muchos de los candidatos de todos los partidos ya han sido sembrados en sus distritos. Basta ver el activismo, por ejemplo, de Juan Pablo Piña Kurczyn en Teziutlán, donde lleva a cabo sesudas y dificilísimas “mesas de trabajo” con los sectores productivos de esa región.

 

 

Los candidatos a diputados del PRI, a diferencia de los morenovallistas que ya han sido sembrados, todavía están lejos de ser designados. Los delegados federales llevan mano, pero no por eso tienen un lugar asegurado en las listas. Entre los firmes, el delegado Vega Rayet casi tiene amarrado el distrito de Izúcar, por donde ya fue diputado. Pero en otros, como Ciudad Serdán, no se ve cómo pueda resolverse el laberinto que han creado Fernando Morales, Humberto Vázquez Arroyo y la joven Arely Ávila.

 

 

Por Puebla capital, mientras los cuatro morenovallista ya trabajan a todo vapor —Ángel Trauwitz, Xavier Albizuri, Genoveva Villegas y Angélica Ramírez—, en el PRI nadie quiere esos distritos, aunque ya se sabe que dos serán para mujeres y dos para hombres. Literalmente, nadie de los tricolores quiere los cuatro distritos en los que saben enfrentarán las fuerzas combinadas de Moreno Valle y Gali. El inexperto Pepe Chedraui tendrá que empezar a calcular la cuadratura del círculo o preparase para enfrentar la derrota en su calidad de presidente del Comité Municipal. En la batalla del 2015, el amigo de Peña Nieto entenderá que en política los enemigos son de verdad y los amigos de mentira.

 

 

La batalla del 2015 tiene un ingrediente esencial para entender la correlación de fuerzas: de acuerdo con la reforma política, en caso de ser electos, ya podrán reelegirse hasta por otros tres periodos. De tal forma que, quienes ganen en junio del próximo año, podrían ser diputados federales hasta por 12 años consecutivos. Serán los primeros en disfrutar el cambio de reglas del sistema político, un incentivo más que jugoso para echar la carne al asador. El mismo razonamiento aplica a nivel de los partidos: si el PRI obtiene mayoría en la próxima Legislatura, esa mayoría podría extenderse por 12 años. El proyecto de consolidar la restauración y el proyecto reformista de Peña Nieto.

 

 

En esa visita a Puebla, los Rafacolumnistas especulaban que el probable contenido de la plática privada en el camper que duró 40 minutos fue una negociación sobre el número de diputados que cada bando podría ganar en 2015. Sin ánimos de entrar en un periodo de desafío, el gobernador poblano aceptaría repartir el botín: quedarse con ocho diputaciones federales y entregar el mismo número a candidatos del PRI (que casualmente podrían ser simpatizantes de su proyecto).

 

 

Pero tras el caso Chalchihuapan y la recomendación de la CNDH, la repartición salomónica de las diputaciones federales de Puebla luce insostenible: el estado de debilidad morenovallista, empujado desde el gobierno federal, tendría como objetivo sacar una negociación más ventajosa: el 8-8 se convertiría en un 11-5, pero de acuerdo a las condiciones más realistas, todo acabaría en un 12-4 a favor del PRI.

 

 

De lo que nadie duda es que la fotografía de hoy, durante la inauguración de la autopista México-Tuxpan, en el que Moreno Valle flanqueará a Peña Nieto de un lado y el góber veracruzano Javier Duarte del otro, será un triunfo político en tiempos difíciles. Una muestra de que pese a que los tambores de guerra suenan inminentes, la institucionalidad será la base sobre la que se conducirá la batalla electoral de 2015.

 

 

 

 

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