Wednesday, 24 de April de 2024


Imaginarios tambores de guerra: la línea blandengue del nuevo PRI




Escrito por  Arturo Rueda
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La peor definición, sin duda, la dio el mexiquense César Camacho. ¿Cómo puede definirse como un partido de oposición “leal y edificante que no quiere pelearse con nadie”? El absurdo es absoluto. Mientras que en la tribuna careció de arrestos, abajo del ring se puso los guantes para criticar la reacción del gobierno morenovallista a la recomendación de la CNDH. ¿Qué no los guantes se utilizan arriba del ring?

Ana Isabel Allende Cano, en su debut como dirigente estatal del tricolor, no defraudó las pocas expectativas que se tenían de ella. En vez de aprovechar el escenario para ganar autoridad política entre los lobos de mar que quieren devorarla, repitió el guión insulso de contemporización con el régimen, lo que hace prever una reedición de las posturas entreguistas que protagonizaron Pablo Fernández del Campo y Fernando Morales. Si la diputada federal lanzó su mejor dardo contra el gobierno estatal acusándolo de tener “corazón de concreto hidráulico”, poco puede esperarse en el intenso debate político que se avecina en 2015 y 2016. Al final, los peces gordos que se mostraron en desacuerdo con su designación cupular tuvieron razón: si Ivonne Ortega quería una marioneta, queda claro que ya la tiene.

 

 

En efecto: Ana Isabel Allende carece de voluntad propia. Como dirigente estatal, hará única y exclusivamente lo que le ordenen desde la oficina de Ivonne Ortega. Atacará cuando se lo pidan. Callará cuando se lo ordenen. De otro forma no puede explicarse que todos, absolutamente todos los discursos pronunciados en el Complejo Cultural Universitario el domingo pasado, se movieran en una línea absolutamente insulsa. En vez de asumir su papel como oposición, se acomodaron en una línea blandengue, desde el presidente César Camacho hasta el nuevo líder municipal Pepe Chedraui.

 

 

La peor definición, sin duda, la dio el mexiquense César Camacho. ¿Cómo puede definirse como un partido de oposición “leal y edificante que no quiere pelearse con nadie”? El absurdo es absoluto. Mientras que en la tribuna careció de arrestos, abajo del ring se puso los guantes para criticar la reacción del gobierno morenovallista a la recomendación de la CNDH. ¿Qué no los guantes se utilizan arriba del ring?

 

 

A partir de esa definición del PRI poblano como un “partido de oposición que no quiere pelearse con nadie” cualquier cosa podía ocurrir. Desde que la nueva lideresa recurra a frases cursis como el “corazón de concreto hidráulico” a que Pepe Chedraui se limitara a afirmar que el gobierno de Gali “carece de proyecto”. ¡Uy, asústame panteón!, seguramente exclamaron en Casa Puebla y en Charlie Hall.

 

 

Los tambores de guerra fueron imaginarios. Cachetadas de payaso puesto que no hubo definiciones políticas de fondo. Los nuevos liderazgos, simplemente, no quisieron, para reposo de muchos tricolores preocupados por la supuesta línea combativa que se pregona desde hace meses, pero que nunca se materializa.

 

 

No deja de ser curioso el recibimiento triunfal que da la propia militancia a Mario Marín en su regreso a la política activa. El Góber precioso poco a poco deja atrás su cautela habitual, y tan cómodo se siente, que incluso ya sueña con una posible candidatura a diputado federal. Tal entusiasmo no lo genera ni Guillermo Jiménez Morales —de regreso al redil priista luego de tres años de ostensible morenovallismo— ni Melquiades Morales —siempre en permanente conflicto de interés una vez que la mitad de su corazón pertenece al régimen—.

 

 

¿Qué le ven los priistas a Mario Marín como para festejar su regreso?La pregunta, más que una respuesta fundada en cifras, debe resolverse en una terapia psicológica de grupo. Además de los pendientes en materia de corrupción, todos parecen haber olvidado que las decisiones políticas del Góber precioso fueron la causa eficiente de la derrota en 2010, cuando se empecinó en otorgarle la candidatura a Javier López Zavala y rechazó de plano abrirse a cualquier otro grupo político.

 

 

El retorno del Señor Oscuro provoca que personajes desprestigiados como Alfredo Arango se sientan con derecho de regresar a la vida pública pese a haber sido condenado por enriquecimiento inexplicable y mantener un proceso de determinación de responsabilidad por 8 mil millones de pesos. O el Vale Meneses, tautológicamente envalentonado como afirmar que fue más grave el caso Chalchihuapan que el de Lydia Cacho.

 

 

Hacia afuera, Ana Isabel provocó risas con su cursilería. Y hacia adentro, no obtuvo un ápice de autoridad para frenar la violenta e inminente disputa por las candidaturas a diputados federales entre los grupos, batalla interna encabezada por Juan Carlos Lastiri que la mañana de ese domingo juntó a todo su grupo para desayunar con Melquiades Morales en La Casa de los Muñecos. El objetivo es una alianza estratégica para detener el avance de los marinistas, a cambio de que Fernando Morales pueda quedarse con el distrito de Ciudad Serdán.

 

 

Pobre Ana Isabel Allende. ¿Quién podrá ayudarla?

 

 

 

 

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