Tuesday, 23 de April de 2024


El avión estrellado de Peña y sus consecuencias en Puebla




Escrito por  Arturo Rueda
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El PRI camina en desventaja absoluta, por no decir en la orfandad, mientras que los cuatro morenovallistas van que vuelan e incluso Morena, el partido de López Obrador, ya sembró a sus cuatro candidatos, como adelantamos en la edición de hoy. ¿El PRI cuándo lo hará? En esa necesidad es que el morenovallismo apuesta a que a la mera hora tendrán que adoptar a algunos de sus perfiles que son priistas de fachada, porque su corazón pertenece a Casa Puebla.

El avión del reposicionamiento de Peña Nieto se estrelló pocas horas después de despegar, y hasta el momento, se desconoce el plan de contingencia del gobierno de la República para evitar que la decaída imagen del Presidente arrastre al PRI en las elecciones federales del próximo año. La estrategia planeada en Los Pinos indicaba que después de terminar el proceso de aprobación de las reformas, el mexiquense volvería a tomar vuelo impulsado por el reconocimiento internacional y la venta de una nueva era de prosperidad. La fórmula, decían, tenía un diseño impecable, ya que el presidente había apostado su capital de aprobación a cambio de la aprobación de las reformas, pero al capitalizarlas abandonaría la vergonzosa calificación reprobatoria de 52 por ciento que le daban la mayoría de las encuestadoras.

 

 

Y así funcionó hasta que las tormentas de Tlatlaya e Iguala se desataron de forma inclemente. Peña Nieto se encuentra bajo un torrente de críticas nacionales e internacionales. No hay medio de comunicación en el mundo donde no hayan impactado las desapariciones y las fosas comunes, pero especialmente duros han sido los diarios de referencia de los inversionistas como The Wall Street Journal, The Economist y New York Times. Falta poco para que se cumpla un mes de las desapariciones, y es la hora en que la PGR todavía no los puede encontrar.

 

 

Si Peña Nieto venía volando bajo en la evaluación a su gestión, el mes de tormenta por Iguala y Tlatlaya solamente han podido hundirlo más, si eso es posible. En el mejor de los casos, es muy difícil que el mexiquense haya mejorado sus calificaciones y, por tanto, pueda convertirse en el buque insignia que el PRI necesita en 2015 para ganar la mayoría en San Lázaro, así como en las nueve gubernaturas en disputa.

 

 

Veamos las cifras de Puebla. En la capital, el último dato es la encuesta municipal realizada por el Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) para el primer semestre de 2014. El resultado es consistente con otros datos: apenas 31.2 por ciento de los poblanos aprueba el trabajo de Peña Nieto, mientras que 62.9 lo desaprueba. En otras palabras: sólo uno de cada tres poblanos se mostraba conforme en la fecha de la realización del sondeo levantado el 17 de julio de 2014. ¿Alguien cree que tras el mes tormentoso habrán mejorado sus calificaciones?

 

 

Ahora vayamos a la medición estatal realizada por Mas Data en septiembre pasado. Su calificación tiene una mejoría y se acerca más al promedio nacional: 47 por ciento de los poblanos aprueba el trabajo de Peña Nieto, mientras que 51 lo reprueba.

 

 

En esa condición, reprobado por una inmensa mayoría de poblanos, es poco lo que Peña Nieto puede aportarle al PRI poblano. Y si el esperado relanzamiento de su imagen se sigue postergando, o incluso sigue cayendo motivado por la crisis política nacida en Iguala, los presagios electorales no son esperanzadores.

 

 

Esa, quizá, es la causa eficiente de que el PRI todavía no tenga candidatos a diputados federales por los cuatro distritos electorales de la capital: ningún priista quiere arriesgarse a lo que se asume como una derrota segura. Nadie alza la mano, y cuando se le sugiere a alguien la necesidad de prepararse para asumir una eventual candidaturas, todos escurren el bulto y prefieren apostarse por alguno de los 12 distritos restantes del interior.

 

 

En esa condición, el PRI camina en desventaja absoluta, por no decir en la orfandad, mientras que los cuatro morenovallistas van que vuelan e incluso Morena, el partido de López Obrador, ya sembró a sus cuatro candidatos, como adelantamos en la edición de hoy. ¿El PRI cuando lo hará?

 

 

En esa necesidad es que el morenovallismo apuesta a que a la mera hora tendrán que adoptar a algunos de sus perfiles que son priistas de fachada, porque su corazón pertenece a Casa Puebla. ¿Cuáles son?

 

 

El primero y más evidente es Juan Pablo Piña Kurzcyn por Teziutlán, una vez que no ha renunciado a su militancia en el partidazo. Otro perfil es Gerardo Islas, que ya empezó a promoverse en la zona de Acatlán-Izúcar y puede ser incorporado como parte de la coalición del PRI con Nueva Alianza. En esa estrategia debe contarse a Mario Alberto Cruz Domínguez, ex alcalde de Zacatlán que traicionó al tricolor en 2013, pero nunca abandonó el partidazo. Y qué decir de Fernando Morales, el hijo de Melquiades, listo para ir por Ciudad Serdán. El último perfil es Leobardo Soto, en permanente campaña por la zona de San José Chiapa, Nopalucan y Lara Grajales.

 

 

En el CEN del PRI juran y perjuran que no, que jamás, que no van a pasar los priistas-morenovallistas. Pero viendo el estado de necesidad en el que se encuentran, y de las pocas posibilidades de que Peña Nieto levante el vuelo, cualquier cosa puede pasar

 

 

 

 

 

 

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