Print this page
Miércoles, 15 Abril 2015 03:15

Puebla, un paso difícil a la modernidad II: gasolineros y taxistas




Written by  Arturo Rueda

En diversos frentes, empresarios y ciudadanos ven venir el derrumbe de sus antiguas fortalezas a partir de nuevos marcos legales, y sobre todo, la intrusión de nuevas tecnologías que derrumba antiguos monopolios. Gasolineros y taxistas son las siguientes víctimas de la modernidad conflictiva que aterroriza a los poblanos renuentes a la competencia y la innovación


Señalábamos ayer que los poblanos tenían problemas para asimilar la modernidad que pretende imponer el morenovallismo, y uno de los ejemplos son las quejas de los usuarios de la línea 2 de RUTA por las aglomeraciones mañaneras a plena hora pico, y que en su desesperación, los han llevado a pedir el regreso de los Galgos del Sur y los Agua Azul-Mayorazgo. Pero no es el único tipo de modernidad conflictiva. En diversos frentes, empresarios y ciudadanos ven venir el derrumbe de sus antiguas fortalezas a partir de nuevos marcos legales, y sobre todo, la intrusión de nuevas tecnologías que derrumba antiguos monopolios. Gasolineros y taxistas son las siguientes víctimas de la modernidad conflictiva que aterroriza a los poblanos renuentes a la competencia y la innovación.

 

Veamos el caso del gremio de los gasolineros, impactados por la reforma energética que prepara una revolución en el sector y socaba las antiguas prácticas monopólicas. De entrada, para 2016 terminarán las concesiones y cada empresario navegará en solitario, sin la marca de Pemex, ya sea solos o vendiendo sus franquicias a empresas extranjeras. Pero de acuerdo al nuevo marco normativo, la competencia en materia de precios ya se ha abierto. De acuerdo a sus márgenes de ganancia, podrán reducir sus tarifas al público. Y hasta ahora, un solo expendio en Puebla capital se ha atrevido a hacerlo.

 

El expendio Servicar, en la 11 Sur y 49 Poniente, fue el primero en atreverse a bajar sus precios. Una reducción marginal de apenas .7 centavos por litro. Lo increíble fue la reacción de sus competidores, quienes mandaron a golpeadores para amenazar a los despachadores y “sugerirles” que volvieran a elevar los costos… ¡Para que no se hicieran competencia! Por supuesto, los dueños de Servicar no aceptaron, y las franquicias de alrededor en vez de reducir sus precios, prefirieron colocar carteles para asegurar que aunque ellos den la gasolina más barata, sí dan litros de a litro. Absurdo.

 

Los gasolineros no parecen entender que, además de una guerra de precios y de apertura de mercados, también hay una guerra por la reputación de los expendios a partir de que Profeco hace públicos los resultados de las verificaciones que practica a través de un portal. Con la base de datos abierta, a diferencia de los gobiernos federales del PAN que la mantenían guardada bajo siete candados, la Profeco ha puesto luz sobre las prácticas opacas que afectan a los automovilistas y la industria del transporte. Las irregularidades descubiertas van desde los que de plano rechazan los actos de verificación, a los que se confirma que no despachan litros de a litro. Pocas, muy pocas, cumplen cabalmente con el despacho íntegro.

 

Como los resultados de las verificaciones son públicos, son retomados por los medios de comunicación. Con datos de 2015, por ejemplo, CAMBIO dio a conocer las 44 gasolineras que más roban —21 rechazaron la inspección y 23 despachan litros incompletos— con un mapa para conocer su ubicación, así como las 18 que según Profeco sí cumplen a cabalidad los requerimientos.

 

¿Y qué hacen los gasolineros para cuidar la reputación de sus negocios, luego de que constantemente son exhibidos? Pues nada. No hay competencia ni por la reputación ni por los precios. Con la apertura de jugadores extranjeros, los gasolineros locales van a ser arrasados, como hace dos décadas le tocó a los textileros que no se prepararon para enfrentar la competencia provocada por el TLC.

 

Veamos el caso de los taxis, un monopolio que se derrumba por la tecnología. En todo el mundo, los esquemas de aplicaciones como Uber están plantando competencia a un gremio cuasi monopólico basado en las concesiones otorgadas por el estado para prestar el servicio. Pero Uber no necesita permisos gubernamentales ni placas del servicio público. Con una app en el teléfono, se solicita el servicio desde la ubicación georrefenciada con GPS, además de ubicar unidades en tiempo real con datos del tipo de vehículo y chofer. El conductor pasa a recogerte y ni siquiera tienes que pagar en metálico, ya que el pago se hace desde el mismo teléfono.

 

Uber, que funciona en 260 ciudades de 55 países, ya tiene operaciones en el DF, Tijuana, Monterrey y Guadalajara, y se prepara para arrancar en Querétaro y Puebla, por lo que ya inició contrataciones. ¿Cómo van a competir nuestros viejos taxistas, sujetos a permisos, concesiones y licencias especiales, frente a esquemas como Uber? Ni siquiera se lo han planteado.

 

Los taxistas tradiciones ni siquiera pueden competir con apps como Easy Taxi, que ya opera en Puebla y da un excelente servicio, aunque en este caso sí tienen placas y permiso. La aplicación permite localizar el vehículo más cercano, fijar el trayecto y da la opción para pagar en efectivo o con crédito desde el teléfono.

 

Como lo ha demostrado la historia empresarial de la entidad, los poblanos somos malos para competir. Por eso se murió nuestra industria textil, no tenemos ninguna empresa que cotice en la Bolsa de Valores ni un capitán industrial a la manera de Nuevo León. Pero la modernidad avanza, la imponga o no el morenovallismo. Y estemos preparados o no. Gasolineros y taxistas son los próximos en enfrentarla. 

 

 

 

Rate this item
(1 Vote)
comments powered by Disqus