Wednesday, 24 de April de 2024

Jueves, 08 Octubre 2015 10:50

Policía alemana registra sede de Volswagen por dieselgate

La policía alemana allanó este jueves la sede de Volkswagen en Wolfsburgo y otras oficinas del grupo, en el marco de la investigación del escándalo de los motores trucados, informó la Fiscalía.


La policía alemana allanó este jueves la sede de Volkswagen en Wolfsburgo y otras oficinas del grupo, en el marco de la investigación del escándalo de los motores trucados, informó la Fiscalía.

 

"Hoy se han realizado registros en los locales de Volkswagen en Wolfsburgo y en otras ciudades, en conexión con el así llamado escándalo de las emisiones", indicó la Fiscalía de Brunswig (norte) en un comunicado.

 

Volkswagen ha dicho que está colaborando con la investigación.

 

A casi tres semanas de confesar públicamente la adulteración de las pruebas de emisiones contaminantes en Estados Unidos, el escándalo ha provocado una pérdida de más de un tercio del valor de las acciones de Volkswagen .

 

El máximo ejecutivo de Volkswagen en Estados Unidos se presentará el jueves ante un panel de congresistas estadounidenses y explicará que él tenía conocimiento de las violaciones a las normas ambientales del país por al menos 18 meses antes del reconocimiento ante los reguladores de la adulteración de los sistemas..

 

Michael Horn, presidente y presidente ejecutivo de Volkswagen Group of America, entregó un testimonio escrito antes de la audiencia.

 

"En la primavera de 2014 (...) me dijeron que había un posible incumplimiento de (las normas ambientales) de emisiones que podía solucionarse", dijo Horn en un texto que se publicó en el sitio web de la Cámara de Representantes.

 

"También me informaron que los ingenieros de la empresa trabajarían con las agencias (ambientales) para solucionar el problema", agregó Horn.

 

Más temprano el jueves, el diario alemán Sueddeutsche Zeitung reportó que el software que Volkswagen usó para manipular las pruebas de emisiones de gases fue activado en vehículos en Europa.

Fuente: El Economista