Wednesday, 24 de April de 2024

Jueves, 21 Abril 2016 01:53

Ana Tere: aplastada por la chiquillada




Written by  Javier Arellano Ramírez

Los profesionales de las artes escénicas hablan de la “isóptica” como una de las disciplinas fundamentales, torales.


La isóptica es el estudio para obtener la mayor visibilidad de un evento en relación con sus espectadores. Es un concepto que se aplica a teatros y auditorios, porque en esos lugares se hacen “cálculos isópticos”, es decir que tenga una óptica igual desde cualquier ángulo y acústicos, que se oiga igual en cualquier punto.

 

La isóptica busca que un espectador tenga la mejor percepción en cualquier hilera de butacas. Por eso se dice que hay teatros que tienen una excelente isóptica, pero en otros es pésima.

 

La misma teoría puedo aplicarse a la política.

 

Es muy diferente la “isóptica” en Puebla capital que en Xicotepec de Juárez o en Ajalpan; varía enormemente entre la Sierra Nororiental o la Mixteca.

 

Con base en esto, desde hace meses apuntamos que los candados impuestos por el morenovallismo en la llamada “Ley Anti Broncos” era un exceso innecesario y estéril. Y precisamos que el aparatoso despliegue contra una probable candidatura independiente era más costoso que benéfico.

 

La síntesis de este diagnóstico se resume en una sola premisa: en Puebla no hay “Broncos” y mucho menos “Broncas”.

 

Los fenómenos que representaron Jaime Rodríguez en Nuevo León, Clouthier Carrilo en Sinaloa o Pedro Kumamoto en Jalisco son verdaderamente atípicos, únicos; casi imposibles de superar o siquiera de imitar. En un repaso por los cuadros políticos de todas las tendencias e inclinaciones ideológicas, es claro que en Puebla ningún agente tiene la estatura para compararse con un “Bronco”. Por eso desde sus inicios los candados fueron un exceso.

 

Todos esos obstáculos se constituyeron en la gran plataforma que Ana Teresa Aranda Orozco buscaba para hacer lo que siempre ha hecho: victimizarse, tirarse al piso, patalear, acusar, señalar e injuriar.

 

El mismo, exactamente el mismo show que ha representado desde el sexenio de Manuel Bartlett. Vaya, la misma receta, que ya a nadie impresiona y a nadie engaña. Pero la señora quiso lucrar políticamente hasta con el accidente automovilístico que padeció.

 

En el juego de la “isóptica política” Ana Tere sólo tiene presencia en el Círculo Rojo de Puebla capital; su estridente discurso sólo tiene eco en algunos medios de comunicación que comparten su “Rafafobia”, pero nada más.

 

Ahí es donde tiene cierta presencia la figura de Aranda. Pero una encuesta en los mercados de Huauchinango o en la plaza central de Acatlán de Osorio revela que la señora tiene mínimos índices de conocimiento.

 

Una candidatura independiente debe verse a la luz de la mercadotecnia política. Si hacemos un símil con la publicidad comercial podemos encontrar las siguiente analogías: el PRI vendría siendo una coca cola, el PAN una pepsi, el PRD una fanta, el Panal un sprite y Morena sería un jarritos.

 

Y una candidatura independiente es una botella de agua simple, sin marca. Obviamente hay figuras como Rodríguez, Clouthier y Kumamoto que pudieron remontar esas enormes desventajas. Pero no es el caso de Ana Tere. La abanderada sin bandera no tiene el conocimiento ni el arraigo y mucho la identificación con los grandes sectores del electorado poblano.

 

Por supuesto que tuvo muchos años para construir una imagen propia. Pero no lo hizo. Aranda, al igual que Blanca Alcalá solo son figuras en Puebla capital. Más allá de Amalucan su presencia se diluye de manera drástica.

 

La gran teoría “Rafafóbica” es que Ana Tere llegará a quitarle votos a Tony Gali. En absoluto. No tiene la imagen estatal, pero sobre todo no tiene la estructura para hacerlo.

 

Lo que en realidad sucede es que Aranda está siendo aplastada por “la chiquillada”, por los partidos formales, pero que son minoría electoral. Y en concreto nos referimos a sus candidatos Roxana Luna del PRD y Abraham Quiroz de Morena.

 

Esos dos frentes están sepultando las raquíticas posibilidades de Aranda de obtener una votación decorosa. Representan una valla que la independiente no puede brincar. Y mucho menos podrá saltar las bardas que representan las siglas del PAN y el PRI.

 

Esa es la realidad de la candidata. Contrario a lo que algunos pensaban Aranda no crece en los números y ante los grandes sectores del electorado los dos partidos minoritarios representan una opción mucho más viable y, sobre todo, realista.

 

El experimento fracasó. Y por supuesto cabe subrayar que las mentadas de madre no votan, por lo que todos sus exabruptos y discursos incendiarios quedarán para el anecdotario de la picaresca local, pero no llegarán a las urnas.

 

Al tiempo.

 

Como siempre, quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.

 

 

 

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