Actitud que marcó, sin lugar a dudas, los cauces de su política interna en los últimos dos años de su sexenio y que considero, inspiró, el modo de actuar de los miembros del gabinete del Ejecutivo estatal, que fieles a la actitud asumida por el mandatario, se han negado en forma sistemática a recibir a los representantes de las organizaciones de la sociedad civil, empresarios, colonos, campesinos, amas de casa, comerciantes en pequeño y hasta a rectores de las universidades privadas del Estado, quienes primero han planteado sus demandas por escrito, haciendo uso del Derecho de Petición, consagrado en el artículo 8vo de la Constitución Política de los Estados Unidos mexicanos y 138 de la Constitución Política del Estado de Puebla, es decir, las peticiones de audiencia han ido y venido de oficina en oficina, la mayoría de las veces sin que exista al menos una respuesta por escrito, a pesar de que se han promovido diversos juicios de amparo indirecto ante los juzgados de Distrito por violación al derecho de petición, ganando los quejosos, sin que ello haya obligado a los funcionarios a atender a los peticionarios.
En otras palabras: se pasaron por el arco del triunfo, como se dice en forma coloquial, la sentencia pronunciada por los jueces federales, lo que significa que al final de cuentas de nada sirvió agotar esa vía, si la negativa persistió y en otros casos, las respuestas de los funcionarios, como en el caso de la actual secretaria de Educación Pública del Estado, fue que atendería la solicitud de Audiencia, “cuando su agenda de trabajo se lo permitiera”, situación que a más de seis meses de la petición no ha ocurrido.
Es ahí cuando muchos ciudadanos nos preguntamos, ¿qué concepto tienen los funcionarios de la actual administración, sobre lo que significa ser un servidor público? ¿Será que piensan que fueron contratados, sólo para servir a su jefe inmediato y que los pobre mortales no merecemos ser escuchados? ¿Saben que con los impuestos que pagamos se cubre su salario y beneficios adicionales que reciben quincenalmente? ¿Pensarán que queremos verlos, sólo para quitarles el tiempo o porque nos son muy simpáticos? ¿Creen que con esas actitudes de soberbia y trato indigno a los ciudadanos ayudan a la causa de su jefe?
La verdad es que sería muy interesante conocer sus respuestas, ya que al platicar del asunto con diversos representantes de grupos sociales, muchos de ellos me comentan que se han cansado de buscar reuniones, mesas de trabajo, entrevistas con los funcionarios y han terminado por hartarse de tanta indiferencia y actitudes en las que los señores ejercen su cargo, sintiéndose “Dios en el poder”, de ahí se han planteado realizar marchas, plantones, protestas y la verdad tampoco han conseguido una solución a su problemática, ya que temen ser encarcelados mediante la aplicación de la “ley bala”, ser intimidados físicamente o perjudicados en sus trabajos o negocios, vía auditorías o incluso mediante la integración de una averiguación previa, por la comisión de delitos inexistentes.
Pese a lo anterior, a casi cinco semanas de la elección del 5 de junio, en forma inexplicable, reciben la visita del candidato “oficial” en las colonias populares, pueblos, comunidades y barrios para pedirles el voto de la continuidad, cuando en más de cinco años fueron tratados con la punta del pie en las dependencias, como afirma Denise Dresser: ahora sí se buscan a los pobres, que “son usados cuando es necesario e ignorados cuando es conveniente”.
Así ellos tienen en sus manos el poder de decidir ante la boleta electoral si votan por un cambio o deciden seguir con más de lo mismo.
