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Lunes, 09 Mayo 2016 03:05

La “muerte” del mercado del oro




Written by  Guillermo Barba

Ayer el portal del Comité de Acción Antimonopolio del Oro (GATA por sus siglas en inglés), publicó una muy interesante presentación del analista Paul Mylchreest, de la firma de servicios de inversión ADMISI. Su documento se titula The Death of the Gold Market -- Reforming the LBMA and The True Price of Physical Gold (La muerte del mercado del oro – Reformando a la Asociación del Mercado de Lingotes de Londres y el verdadero precio del oro físico).


Su extenso documento advierte que, en el mejor de los casos, queda muy poco oro físico en el mercado londinense para satisfacer los compromisos de entrega que hay en el papel.

 

Esa conclusión la basa en cifras oficiales de exportación y datos de custodia de oro físico de la propia LBMA y del Banco de Inglaterra. De ellos, Mylchreest calcula que el oro físico “flotante” disponible –excluyendo el oro de los Fondos Cotizados (ETFs) y el de los bancos centrales con cuentas de barras asignadas-, ha caído a cero o casi cero.

 

El oro total en Londres a junio de 2015 ascendía a 6,220 toneladas (t), pero de ellas 1,282 t correspondían a ETFs; 4,570 t a bancos centrales (incluyendo las reservas de Banxico, por cierto), mientras que las exportaciones desde entonces acumulan 430 t. Esto arroja un déficit de 62 t.

 

Si Mylchreest está en lo correcto, la LBMA tiene un serio problema que él califica como el “reto más grande desde que colapsó por la insuficiente oferta de oro físico en marzo de 1968.” Puede serlo.

 

Nos recuerda además que a diario se intercambian 200 mil millones de dólares en el mercado del “oro” de papel sobre una base “no asignada”. Esto es, sobre metal que aunque en teoría puede ser reclamado en físico –si lo hay al momento de la solicitud de entrega-, no cuenta con ningún lingote específico asociado al contrato.

 

Si consideramos que los bancos de lingotes (Bullion Banks) trabajan bajo el sistema de reserva fraccionaria, queda claro que no hay suficiente oro físico para respaldar todas las obligaciones emitidas.

 

Así que tarde o temprano es posible que haya un default de pago en oro. Aunque la liquidación se hiciera en divisa, un incumplimiento de esas dimensiones desataría el pánico y repudio generalizado del dinero fíat (de papel).

 

Sobra decir que si ese momento llega –lo cual no sólo es posible sino probable-, el descubrimiento de precios del oro sería al alza de forma exponencial. Recuerde: no hay oro que alcance para todos.

 

En su análisis, Mylchreest señala que los bancos centrales podrían estar “prestando” o “arrendando” su oro para disfrazar lo que “técnicamente es un default (impago). Sin embargo, en lugar de ser utilizado para proporcionar liquidez temporal, es posible que los préstamos/arriendos se estén renegociando. Esto no es sostenible e implica doble propiedad.” No hay duda.

 

El analista subraya que es necesaria una reforma del mercado londinense en el que prevalece la opacidad. No olvidemos que ya está en operación el precio referencial del metal en yuanes en la Bolsa de Shanghái. O se reforma la LBMA o los chinos les van a “comer el mandado” muy rápido. Asia irá ganando terreno en la determinación de las cotizaciones.

 

En suma, se confirma una vez más lo que tantas veces le he advertido en este espacio: hay una enorme transferencia de riqueza expresada en el oro que abandona Occidente para establecerse en el lejano Oriente, y sobre todo, en China. Jamás regresará.

 

Poco importa lo mal que la tendrá que pasar por ahora esa economía a causa de sus políticas intervencionistas. Beijing no tardará en comprender que retomar políticas de libre mercado es lo único que la regresará a la senda del crecimiento, y que de la mano del oro, su divisa el yuan se fortalecerá en detrimento del dólar.

 

Sí, hay que tener oro en el portafolio pero en forma física, en propia mano o en una bóveda privada en un sitio seguro (de preferencia en el continente asiático). Si ocurre la “muerte” del mercado del oro, quienes así lo tengan serán inmunes a la catástrofe, mientras el resto, sí tendrá mucho de qué preocuparse.

 

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