Lo que para los doctos analistas mexicanos era “un ejemplo” por el talento de sus políticos, en esta campaña todo ha quedado al descubierto: una gran mentira, porque los políticos norteamericanos son ignorantes, corruptos, viciosos y sobre todo mentirosos.
Y aquí fíjese usted que cualquier político mexicano de medio pelo tiene más categoría que Donald Trump y Hillary Clinton sin exageración.
Los tres debates que han tenido ambos candidatos han resultado un decepcionante partido de ping pong con un arsenal de mentiras, bajezas e ideas incoherentes.
Un debate entre preparatorianos estadounidenses y mexicanos hubiera tenido mayor substancia y alcance, se hubieran involucrado con esmero y preparado a fondo, como lo hacen en nuestro medio los estudiantes de secundaria y preparatoria para participar cado año en el famoso “modelo de las Naciones Unidas”.
Entonces, hubieran presentado tesis y contra tesis y hasta hubieran llegado al capítulo de las propuestas para el imperio que hoy por momentos parece desfallecer y quizás ya está muerto, en un contexto en el que todo apunta que los norteamericanos no se han dado cuenta.
Con razón los cantantes y los músicos de los Estados Unidos ya no dominan a su sociedad como ahora lo hacen los cantantes afroamericanos que se han impuesto al jazz y el blues, incursionando exitosamente con el rap y el hip hop con los que los jóvenes norteamericanos se embrutecen.
Otro caso, analice usted cómo las películas de Hollywood ya no tienen actores y actrices; hoy su éxito radica en los efectos digitales y en extraordinarias creaciones de superhéroes, por eso nos podemos explicar el gran éxito que alcanzan porque los políticos norteamericanos son un atajo de pajas incendiarias de ultraderecha como Trump que escoge a mexicanos y musulmanes como los nuevos criminales a perseguir. Por su parte, Hillary Clinton defiende la dignidad de la mujer con todo y que no se ha dado a respetar por momentos en situaciones claves como cuando su marido, siendo aún presidente, preservaba sus debilidades de adolescente acercándose y atrayendo a mujeres como el escandaloso caso de la becaria Mónica Lewinsky, a la que le daba pastillas de menta en el salón oval.
Tan malo él como ella.
Pésima parada del candidato Trump como de la candidata Clinton. En Europa los políticos y la gente tienen ya desencanto hacia los Estados Unidos. El gigante con pies de barro se desmorona mientras los que fueron “los imperios del mal”, como llamó el presidente Reagan a Rusia y China, progresan ante el asombro del mundo a pasos agigantados
