Esta jornada electoral para elegir a un gobernador del estado de 20 meses, no es la excepción y ya lo estamos viendo.

La lucha entre la priista Blanca Alcalá y el candidato de la alianza Sigamos Adelante que encabeza el PAN, Antonio Gali, ha arreciado, pues saben que son los punteros de esta contienda.

Los aspirantes se presionan para estar en varios municipios, los más que se puedan y tratar con el mayor número de ciudadanos que sea posible.

En el caso de la priista hay tres campañas en una: la que ella personalmente realiza; la que sin su presencia llevan a cabo brigadas de priistas coordinadas por el ingeniero Alberto Jiménez Merino en el medio rural y la que acaba de iniciar la semana pasada el sector popular del PRI, encabezado por su dirigente estatal, José Luis Márquez entre la gente de clase media de las ciudades y pueblos importantes.

Antonio Gali cuenta con el apoyo de su esposa, doña Dinorah López, que ha promovido y presidido reuniones con mujeres con gran éxito.

Los actos de Gali han resultado en su mayor parte exitosos y en todos ellos habla de su proyecto de 22 compromisos registrados ante notario público.

El panista visitó por segunda ocasión Tehuitzingo y Atencingo, en la zona llamada la Mixteca Poblana, donde recibió el apoyo de numerosas habitantes de la zona. En Atencingo, donde está el ingenio azucarero más importante de la entidad y en la zona considerada de más alta productividad de caña, cuenta con el respaldo de los miembros de la Confederación Nacional de Propietarios Rurales, organización de productores de caña, que trabajan al margen de la CNC, cuya presencia en la zona, también es importante.

El único candidato de los cinco que se disputan la minigubernatura que ha visitado los 217 municipios de la entidad es el de Morena, Abraham Quiroz. Muchos de ellos los recorrió acompañado del dirigente nacional y fundador de su partido, Andrés Manuel López Obrador.

El 29 de este mes, será su cierre de campaña en el parque Juárez y estará ahí nuevamente, López Obrador.

Tal vez por eso Morena, según todos los pronósticos, pasará a ser la tercera fuerza política del estado, desplazando de ese sitio al Partido de la Revolución Democrática, que bajará al cuarto.

Y no es que doña Roxana Luna se haya dormido en sus laureles. Por el contrario, ha estado muy activa y en varias ocasiones ha contado con la presencia del senador poblano y coordinador de la fracción perredista en el Senado, Miguel Barbosa Huerta, sino que el surgimiento de otra fuerza de la izquierda encabezada por el político más popular de esa corriente que ha habido en México en los últimos años ha provocado el debilitamiento perredista, además de que a muchos de sus militantes y simpatizantes, les ha molestado  la alianza del PRD con el PAN, partidos que ideológicamente deberían ser antagónicos.

Doña Ana Teresa Aranda, la candidata sin partido o independiente realiza una campaña modesta, conforme los recursos con que cuenta tanto en metálico como en simpatizantes organizados para auxiliarla y ha exhibido al Instituto Estatal Electoral por todos los juicios que le ha ganado, catorce en total. La institución electoral ha andado tan mal que la candidata priista Blanca Alcalá le acaba de ganar dos más, para el retiro de spots de guerra sucia.

Cuando se ven los problemas que el Instituto Estatal Electoral ha tenido en esta elección de minigobernador, uno se pregunta, ¿qué van a hacer los funcionarios electorales en las elecciones del 2018, cuando tendrán que organizar elecciones de presidente de la república, gobernador del estado y ayuntamientos, además de diputados locales, diputados federales y senadores de la república? Sencillamente, se van a volver locos.

Pero el problema es que también los ciudadanos, sobre todo en estados “broncos” donde hay alta criminalidad y el llamado crimen organizado, se pueden volver locos.

¿A quién se le habrá ocurrido esa idiotez de juntar todas las elecciones del país para llevarlas a cabo en un solo día? No hay que olvidar la realidad: somos un país de 120 millones de habitantes, la mitad de ellos pobres y más de la cuarta parte en pobreza extrema. En un país así, ¿puede resplandecer la democracia occidental y cristiana?