Tuesday, 23 de April de 2024

Jueves, 16 Junio 2016 02:55

El oportunismo de algunos obispos




Written by  Gabriel Sánchez Andraca

Las declaraciones oportunistas de algunos obispos del país, en el sentido de que la pérdida de siete gubernaturas por parte del PRI se debió a la iniciativa de ley del presidente Enrique Peña Nieto para establecer en toda la República los matrimonios entre personas del mismo sexo, tienen como objetivo hacer creer que el clero católico sigue siendo influyente en la opinión pública, como lo fue durante la Colonia española y hasta los años 30 del siglo XX.


Al parecer, algunos obispos no se han dado cuenta de que fuera de algunos estados del Bajío, que siguen manteniendo un fuerte apego a la Iglesia Católica, la mayor parte se ha liberado de esa dependencia ideológica para lo que ha contribuido enormemente la educación laica del sistema educativo nacional.

 

Ya ni el Partido Acción Nacional insiste en su constante petición que mantuvo hasta los años noventa de que se diera educación religiosa en las escuelas del gobierno.

 

Se afirma que todavía Vicente Fox había hecho un compromiso (en lo oscurito) para entregar la educación pública del país en manos de la Iglesia, considerada por la derecha como la gran educadora de México y América Latina, pero que ya en el poder se dio cuenta que no iba a poder, y ya no movió las aguas. Felipe Calderón, tan católico él, procedente de una familia católica de Michoacán, ya ni lo intentó.

 

Se recordará que don Vicente, una vez en Los Pinos, descolgó un cuadro con una pintura del rostro de Juárez, para dejarlo fuera de la casa presidencial también, como al PRI, pero el ya designado secretario de Gobernación, Santiago Creel, se la pidió para llevarla a su oficina.

 

Más tarde, Fox tuvo que recurrir a una ley juarista, la del matrimonio civil, para legalizar su unión con su entonces directora de comunicación también divorciada como él, Marta Sahagún.

 

Para divorciarse y volverse a casar se atuvieron a leyes juaristas que en su tiempo fueron también combatidas por la Iglesia, como ahora se hace con la iniciativa que propone los matrimonios gay.

 

Este asunto se resolvería fácilmente, nos dice un amigo si la iniciativa presidencial cambiara el nombre de la unión de personas del mismo sexo, eliminando el de matrimonio. Lo que pasa es que los extremos se unen y sería muy difícil convencer a los ultraliberales de que eso eliminaría la confrontación Iglesia-Estado, como convencer a los conservadores que a dichas uniones se les denominara matrimonios.

 

Los extremos quieren guerra.

 

Lo cierto es que en nada influyó la iniciativa de ley ya mencionada, en la voluntad de los electores que en su gran mayoría ni enterados estaban de eso.

 

Las afirmaciones de algunos obispos respecto de esto, lo que lograron es poner de manifiesto que en muchos de los prelados católicos no hay caridad cristiana, no hay misericordia pese a que el Papa ha declarado al 2016 como año de la misericordia. Hubo expresiones discriminatorias de altos prelados católicos hacia los homosexuales, que hace algunos años ya habían sido llamados, cuando la propuesta de esos matrimonios se hizo en el Distrito Federal en tiempos de Ebrard, “mariquitas” por el señor cardenal Juan Sandoval, de Jalisco.

 

Por desgracia muchos líderes religiosos han caído en la costumbre de hacer declaraciones muy ligeras, como las hacen con frecuencia muchos de los políticos modernos.

 

El laicismo en el gobierno, que también fue combatido con dureza por la Iglesia en los tiempos de Juárez, no es antirreligioso. Lo que se propone, es mantener el equilibrio y el respeto entre los diversos grupos de mexicanos que tienen religiones distintas a la católica, obedecen a otras jerarquías eclesiásticas, diferentes a las de la religión mayoritaria.

 

El laicismo acabó con la intolerancia, con la discriminación por cuestiones de creencias y con el enfrentamiento de grupos que no piensan en la misma forma en cuestiones de religión. No ha sido fácil. Todavía en algunos pueblos hay enfrentamientos entre católicos y protestantes; todavía hay pequeños letreros en las ventanas de algunas casas, con la leyenda “Este hogar es católico. Rechazamos la propaganda protestante”.

 

Todavía recordamos que en los años sesenta, recién llegados a Puebla, los periódicos de entonces publicaron una noticia aterradora: un grupo de personas, hombres y mujeres, “protestantes”, que ahora se denominan “cristianos”, llevaron a enterrar a uno de sus feligreses al panteón de Acajete. Un grupo de católicos pretendió impedirlo y el resultado fue de siete muertos. Al día siguiente, ya con la presencia policiaca, se realizó la sepultura de ocho personas, el muerto del día anterior y siete de los que creyeron que era su obligación oponerse, porque ese muerto, no era de su propia iglesia.

 

 

 

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