Aprobar sin discutir, sin analizar, sin el más elemental sentido común, sólo porque la iniciativa vino de arriba o porque conviene políticamente a los endebles partidos políticos mexicanos es lo común y una prueba de ello es que se aprobó hace unos años una ley para que en las elecciones para la renovación de ayuntamientos, diputados locales, diputados federales y senadores, el 50 por ciento de los candidatos de todos los partidos fueran hombres y el otro cincuenta por ciento mujeres.

La alegre aprobación de tal despropósito fue festejada por legisladores y legisladoras de todos los partidos que se autoconsideraron campeones en eso de la “igualdad de género” que ya tiene varios años de estar de moda y que no acaba de concretarse y menos en esto de la política.

Personas con sentido común, que dicen que es el menos común de los sentidos, preguntaban, ¿de dónde diablos van a sacar los partidos a las mujeres capaces, con experiencia, con oficio político, para lanzarlas como candidatas a presidentas municipales, a regidoras, a diputadas o senadoras?

Pues improvisándolas, era la respuesta lógica, y eso ya sabemos que no da resultados, porque la política es cosa seria y no es cosa de juegos o de experimentos.

Lo sensato, lo de sentido común, sería iniciar cursos intensivos para capacitar a las jóvenes o mujeres adultas que lo quisieran, en historia patria, en ideología política de los diferentes partidos, en el conocimiento de los problemas sociales de México y de su respectivo municipio y estado, en fin, brindarles una capacitación adecuada, para que supieran a lo que iban.

La humanidad entera ha sido reacia a reconocer el valor de las mujeres en muchas actividades y ellas han luchado desde el siglo XIX para lograr la igualdad de oportunidades y poco a poco, han ido avanzando.

El área más difícil para ese avance, ha sido precisamente la política.

Y en nuestro país la cultura machista no ha sido fácil de vencer. ¿Cuántas gobernadoras hay en el país? ¿Cuántas presidentas municipales? Hay mujeres diputadas locales y federales, algunas senadoras, algunas secretarias de Estado en el gobierno federal y en los gobiernos estatales, pero cumplir el ordenamiento del 50 por ciento, está lejos de lograrse.

El anuncio hecho ayer por el dirigente del PRI estatal, Jorge Estefan Charbel Chidiac, de que se inician cursos para capacitar a las mujeres de su partido, interesadas en participar en las elecciones del 2018, significa que por lo menos al partido más importante del país, ya le cayó el veinte en el sentido de que si quiere dar cumplimiento a la ley, debe empezar por preparar al elemento femenino de su partido, para actuar en política, para que las mujeres que lleguen a ser candidatas priistas a los diversos cargos que estarán en disputa, tengan conocimiento de lo que aspiran a ser, de lo que pueden hacer.

Muchos creen que la política es cosa sencilla, cosa fácil, que cualquiera puede desempeñar un cargo de esa naturaleza, pero eso es un engaño propiciado por los propios partidos, que nunca han sido, como pidió el fundador del PAN, don Manuel Gómez Morín, en 1939, que los partidos fueran escuelas de política.

Ahora existen políticos aficionados por todas partes y por eso el país está como está. No saben resolver problemas, saben agravarlos con acciones o declaraciones torpes. Vicente Fox, declaró hace poco en una entrevista de televisión, que cuando ya era Presidente, se dio cuenta que era muy distinto dirigir una empresa a dirigir al país. De eso debió darse cuenta desde que estudiaba la secundaria o la preparatoria.

Qué bueno que el PRI haya tomado consciencia de que para que las mujeres puedan participar en política, los partidos deben prepararlas adecuadamente para ello, porque si no, va a pasar como con Fox, que cuando ya se hayan dado cuenta de lo que es la política, ya vayan de salida.

En la reunión de ayer de los dirigentes priistas con la prensa, estuvieron presentes dos mujeres políticas, con oficio, con conocimiento, con experiencia: Rocío García Olmedo, secretaria general del PRI, ex diputada local y federal y Sandra Montalvo, de la Organización de Mujeres priistas, también política experimentada, con oficio. Ha sido regidora, diputada local y ha desempeñado puestos partidistas desde hace algún tiempo.  

En los partidos de izquierda las mujeres han tenido mayor participación en las actividades de sus respectivos partidos, que en el PRI y en el PAN y que conste, que en el PRI, han tenido ya a dos dirigentes nacionales mujeres.

En los demás partidos, en la “chiquillería” pues, ni pensarlo. Esos partidos tienen que buscar el cobijo de los partidos grandes para poder subsistir, sobre todo en época de elecciones.

No tienen militantes suficientes y debidamente capacitados, para cubrir las candidaturas de diputados locales, federales, senadores, presidentes municipales y regidores, ni siquiera del sexo masculino y mucho menos del femenino.

Los candidatos que lanzan, pertenecen a otras formaciones políticas o salen con el título de “candidatos ciudadanos”, es decir, sin siquiera pertenecer al partido que los postula.

Es la realidad de la política mexicana cada día más deteriorada. Somos una democracia partidista con diez partidos políticos por lo menos, y sólo pueden tener ese nombre el PRI, el PAN, el PRD y ahora Morena. El PRI sigue siendo el único partido nacional. El PAN es débil o casi no existe en estados del sur y en algunos del norte. Es fuerte en los estados centrales sobre todo en la llamada zona del Bajío; el PRD es fuerte en estados del sur y débil, casi no existe, en el centro y en el norte del país y Morena, que acaba de surgir como partido, parece que tiene presencia más o menos importante en la mayor parte de las entidades del país. Ninguno parece preocuparse en cumplir cabalmente con eso de la “paridad de género” y se preocuparan por ello, ya tendrían talleres para capacitar a sus militantes mujeres.