El morenovallismo agonizante y el tonygalicismo naciente viven momentos de descontrol que se dan en toda transición, donde la obsesión imperante es el futurismo de casi todos sus actores, a excepción del gobernador electo Antonio Gali y del edil Luis Banck. El resto anda pensando en los cientos de pájaros volando y no el que tiene en mano, sin albur. Es decir, en sus ensoñaciones de poder ya no tienen los pies puestos en la tierra.
Es natural, aunque peligroso este descontrol. El gobernador en funciones dedica la mitad de su tiempo a viajes promocionales de sus aspiraciones presidenciales ya no disimuladas, y en ese trabajo le ayudan algunos de sus funcionarios. Ejemplo, el secretario General de Gobierno, Diódoro Carrasco, recién le organizó un encuentro con panistas en su natal Oaxaca.
Eso está muy bien, a excepción de que la gobernabilidad comienza a verse amenazada por el futurismo, lo que está muy mal. En Puebla llevamos dos semanas de perros. Tan sólo ayer, el asesinato de un alcalde, que por más que trate de venderse como un hecho delincuencial ordinario, en realidad es un problema de gobernabilidad.
Se dice que el homicidio del alcalde de Huehuetlán El Grande fue un robo, como si eso nos tranquilizara a todos y ya no hubiera problema, cuando en realidad es más preocupante que asaltantes con un modus operandi tan sencillo como poner piedras en las carreteras puedan ejecutar a una de las 217 autoridades de la entidad. ¿Son tan fácilmente asesinables nuestros presidentes municipales?
El día de perros que tuvimos comenzó con ese homicidio. Luego, la agresión a balazos a un notario en pleno Centro Histórico — ¿se acuerdan de la campal entre ambulantes y policías de hace una semana que causó pánico?—, la balacera en el Soriana de Bosques de San Sebastián, el asalto a los turistas en la Ruedota, robo en el transporte público, la rafagueada e intento de secuestro a un edil auxiliar de Santiago Acatepec.
Mientras tanto, luego de cumplir sus actos oficiales, Moreno Valle se fue a Acapulco para participar en un foro de presidenciables en el Acapulco Princess. Muy bien por él y sus aspiraciones, pero los poblanos lo tenemos contratado hasta el 31 de enero del 2017. Después, puede hacer lo que quiera.
Él mismo refirió que haría sus viajes en sus tiempos libres y en vuelos comerciales. Un martes a las 6 de la tarde, tomando en cuenta que debió haber viajado al DF para irse en vuelo comercial, significa que se fue de Puebla aproximadamente a la 1 pm, o cinco horas en carretera, por lo que esto no parece lo más atinado para los poblanos. No da buena imagen, porque parece que Puebla ya no es su prioridad.
El gobierno morenovallista se tomó con mucha calma el homicidio, pese a la condena de confederaciones de presidentes municipales como AALMAC, CONAM y ANAC. Moreno Valle no lanzó ni un tuit ni el titular de SGG dio la cara. A lo mejor pensaron que el edil muerto era de un municipio de Chiapas, Michoacán o Guerrero. Pero no, era de Puebla.
Los ánimos de la calentura presidencial tienen que enfriarse. Ya ocurrió lo de la balacera de ambulantes y policía en que afortunadamente no hubo muertos. Ahora la muerte del edil de Huehuetlán El Grande. ¿Qué sigue?
Se observa incluso falta de coordinación entre los responsables de la seguridad. Por ejemplo, Alejandro Santizo ya se ve como el próximo secretario de Seguridad Pública y se siente como un hombre de Gali, por lo que no toma mucho en cuenta a Luis Banck, que tampoco puede realizar un nombramiento hasta que el titular de la SSPTM desaloje su oficina.
Santizo ya ha corrido el rumor en la SSP que Jesús Rodríguez Almeida no va a continuar, y que las decisiones las toma él. Pero en realidad no las toma, por lo que debilita la cadena de mando y provoca desconcentraciones como la ocurrida en la balacera con los ambulantes.
La descoordinación en la seguridad pública se ve menos en otras áreas, pero la incertidumbre se vive en el gobierno estatal una vez que ya desembarcan en las dependencias estatales los enviados de Tony Gali para comenzar a tomar el control de las decisiones. Sin embargo, nadie sabe quién se va y quién se queda.
Los únicos que tienen los ánimos serenos son Gali y Banck. El primero sabe que el tiempo apremia para echar a andar su gobierno y tiene la colaboración de la administración actual para comenzar una transición tersa, pero no exenta de incertidumbre y descoordinación. El segundo porque remienda una administración en marcha, donde muchos de sus subalternos se sienten apoyados por el gobernador electo y no necesariamente le guardan lealtad.
Así va el morenovallismo en estos días. Segunda llamada.
