La tercera no fue la vencida para el morenovallismo. Tras sus calamitosas actuaciones en la balacera de policías contra ambulantes en pleno Centro Histórico y la ejecución del edil de Huehuetlán El Grande, la convulsión interna del régimen propició una actuación eficiente del gobernador Moreno Valle que, a diferencia de los sucesos anteriores, mostró oportunidad y sensibilidad al trasladarse inmediatamente a la zona de desastre, ofrecer condolencias a los deudos de los 29 muertos, varios desaparecidos y cientos de damnificados, así como a ofrecer un parte a los medios de comunicación.
Como origen es destino, Rafael Moreno Valle no podía terminar su sexenio sin ser puesto a prueba por las fuerzas de la naturaleza. Como Secretario de Finanzas y Administración, le tocó atender la tragedia de Teziutlán en 1999 ayudando a Melquiades Morales, quien no dudó un instante en atender personalmente el deslave que mató a 107 poblanos en la colonia La Aurora de ese municipio y marcó a una generación.
Desde entonces, no había ocurrido un desastre natural de las proporciones ocurridas el fin de semana en la Sierra Norte y que se agudizaron el sábado por la noche, cuando los reportes comenzaron a adelantar una gravedad extrema, aunque no se sabe si prevenible.
Va a ser difícil dilucidar si una negligencia ocurrió desde Conagua que no advirtió a tiempo de la fuerza del ciclón Earl o si en verdad la precipitación fue histórica, como dice la dependencia federal, ya que un día llovió todo lo que llueve en un mes de agosto.
El parte oficial de 29 muertos identificados luce corto ante la magnitud del desastre que, sin embargo, ahora fue tomado de forma parsimoniosa por los poblanos que ante una tragedia internacional no dudan en sumarse en redes sociales con #PrayForOrlando o #PrayforParis, pero cuando un rayo golpea en su propia tierra no hay un #PrayForHuauchinango o #PRayForTlaola.
Las imágenes de los medios de comunicación de la Sierra Norte hablan por sí mismas: los cerros se desgajaron —maldita costumbre de construir casas y escuelas ahí con la complacencia de autoridades municipales— y los aludes, así como los ríos, provocaron que miles quedaran damnificados y lo perdieran todo.
Así como los medios de comunicación subrayamos lo malo de los políticos, ahora sí es importante realzar la muy correcta actuación del alcalde de Huauchinango, Gabriel Alvarado Lorenzo, quien desde las primeras horas de la tragedia estuvo comunicando a través de redes sociales a la población y enterando al gobierno estatal del desastre que se avecinaba. Literalmente, los huauchinanguenses lo vieron con los zapatos en el lodo y eso les dio confianza para enfrentar el paso del meteoro.
Unas horas después llego al lugar Moreno Valle, quien acompañado por el alcalde y Gerardo Islas, así como el equipo de Protección Civil, se metió al lodo y llegó a constatar todos los daños, la operación de los albergues y comenzó a gestionar en Segob la declaración de desastre para acceder a los recursos del Fonden.
Al interior del propio morenovallismo había polémica por los saldos generados tanto por la balacera de policías y ambulantes, así como el triste papel por el homicidio del edil de Huehuetlán El Grande. En corto, se reconoció que lo peor que puede pasarle a la aspiración presidencial del gobernador poblano es que su estado se incendie o se amplíe la brecha de ingobernabilidad a unos meses de dejar el poder, por no decir semanas.
Habían sido dos llamadas previas, y al interior del morenovallismo prevaleció la idea de que las aspiraciones presidenciales del gobernador no pueden ser desbocadas ni generar la imagen donde Puebla ya no es interesante para su esquema. Afortunadamente, hubo corrección a tiempo y Moreno Valle mostró que es más que una portada en una revista, sino un líder en situación de crisis. Y eso, más que cualquier publicidad, deja en claro que puede ser un contendiente para 2018.
Ahora, le toca mover ficha a la sociedad para generar su propio #PrayForHuauchinango para demostrar que, en situaciones de crisis, podemos ser tanto o más que el gobierno.
