Thursday, 28 de March de 2024

Viernes, 26 Agosto 2016 03:11

La política es una mierda y los mexicanos no nos cansamos de probarla




Written by  Arturo Rueda

Ya parece un lugar común: en cualquier lugar del mundo, luego de estallar una bomba de mierda de esta magnitud, Blanco tendría que renunciar y dejar de ser alcalde. El partido PSD tendría que ser liquidado por el INE y los institutos electorales, y luego, todos los actores de esta comedia tendrían que ser fiscalizados y encarcelados por el SAT por el uso de recursos de procedencia ilícita


Por vías diferentes, los mexicanos llegan a la misma conclusión sin entender que somos la causa misma de aquello que juzgamos. La política es una mierda, es la sentencia única ante hechos bochornosos de diferentes latitudes.

 

Por una parte, la confirmación de que el Partido Social Demócrata de Morelos le pagó 7 millones de pesos a Cuauhtémoc Blanco para asumir la candidatura a alcalde de Cuernavaca. El futbolista ganó, y luego de navegar unos meses juntos, la ruptura entre los dueños del partido político y la ex estrella del América llevó a revelar el secreto en el noticiero nocturno de Denise Maerker que dio su primer gran golpe periodístico.

 

Pero la política también es una mierda cuando una bebecita de apenas 19 meses muere en una estancia infantil subrogada por Sedesol con recursos federales, un caso indignante que primero quiso ser presentado como una muerte natural por broncoaspiración, pero que según el dictamen pericial necrológico en realidad fue un desnucamiento. Aunque en su publicidad aseguraba contar con circuito cerrado, según el delegado de Sedesol, éste no existía.

 

Por supuesto, la muerte de la pequeña Renata Valentina perfectamente puede ser provocada por un accidente, una negligencia. Y cualquiera podría pensar que ahí para la cosa. El problema es cuando nos vemos rodeados de negligencias mortales de que de cuando en cuando saltan a los medios de comunicación con alto impacto para luego olvidarse en el océano de la impunidad.

 

Ahí están los 49 niños muertos y los 106 heridos en la tragedia de la guardería ABC en Hermosillo, Sonora, en 2009, en un establecimiento subrogado por el IMSS. O más recientemente el caso de Kimberly Isabella Albores Ramírez, de un año y 10 meses de edad, quien murió en una estancia infantil de la Sedesol en Tuxtla Gutiérrez a manos de su maestra, quien la ahorcó en un momento de desesperación y luego fue liberada por el nuevo sistema de justicia penal para enfrentar el proceso en libertad por tratarse de un “homicidio culposo”.

 

¿Cuánta impunidad, cuanta tragedia estamos disputados a soportar? ¿Qué tipo de políticas públicas ponen en prácticas nuestros gobiernos que, en vez de cuidar a niños mientras sus padres trabajan, terminan muertos sin que la responsabilidad pueda dilucidarse porque desapareció el circuito cerrado que en realidad nunca existió? ¿Quiénes supervisan esos establecimientos y a las personas que cuidan a los bebés?

 

Más que dramático, es asqueroso confirmar que el móvil de la candidatura del ex futbolista Blanco fue dinero contante y sonante pagado en efectivo. Que los dueños de la franquicia PSD compraron al tipo por 7 millones para mantener el registro de su partido, pero que las cosas salieron tan bien gracias a la ingenuidad de los cuernavacenses que salieron a votar por él y lo convirtieron en alcalde de la capital de su estado.

 

Pero este tipo de negocios rara vez son redondos. Hace unas semanas, los Yáñez —los dueños del partido— se pelearon con el futbolista y su representante José Manuel Sáenz, y fueron expulsados del Ayuntamiento y de los negocios para los que habían comprado por 7 millones de pesos.

 

Ahora, la mierda brota por todos lados. Los Yáñez hicieron público el contrato firmado por Blanco y su representante, y exhibieron cómo funciona de verdad la política, el acceso a los cargos públicos, los privilegios de los partidos políticos y el dinero cash, negro, que circula en la política sin ningún control del IEE o de los organismos electorales.

 

Entre los Yáñez, Blanco y su representante han dejado claro cómo la democracia mexicana es una basura sin redención posible provocada por la ambición de sus actores. Los Yáñez querían perpetuar los privilegios de mantener con registro a su partido e hicieron una inversión con dinero salido de quién sabe dónde. El futbolista —ya en su ocaso y a punto del retiro— quería hacer dinero fácil dando apretones, abrazos y firmando autógrafos en una extensión del estrellato del que siempre gozó en la esfera deportiva pero ahora saltando a la política. Nunca se imaginó ganar, pero ganó, y descubrió que el negocio era tan grande que ya no necesitaba a sus originales patrocinadores, por lo que decidió deshacerse de ellos.

 

Ya parece un lugar común: en cualquier lugar del mundo, luego de estallar una bomba de mierda de esta magnitud, Blanco tendría que renunciar y dejar de ser alcalde. El partido PSD tendría que ser liquidado por el INE y los institutos electorales, y luego, todos los actores de esta comedia tendrían que ser fiscalizados y encarcelados por el SAT por el uso de recursos de procedencia ilícita.

 

Pero nada de eso va a pasar. Blanco no va a renunciar, ni el SAT va a meter a nadie a la cárcel, ni la pequeña Renata Valentina va a revivir, ni la directora de “Pequeños Triunfadores”, Ana Laura Méndez Popoca, va a pasar el resto de sus días en la cárcel gracias al Nuevo Sistema de Justicia Penal.

 

Los mexicanos lo comprobamos todos los días: la política es una mierda.

 

 

 

 

 

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