Thursday, 28 de March de 2024

Lunes, 29 Agosto 2016 03:14

Adiós a Juan Ga, ese maestro sentimental de la friendzone




Written by  Arturo Rueda

Desde su condición gay, desde los motes de mariposón y jota, Juan Gabriel fue un personaje que surgió de la marginalidad. Desde ahí nació su sentimentalismo que luego fue capaz de transmitir a la nación hétero que comenzó a adorarlo sin importar que se quebrara. Por cuestiones de mercadotecnia, el principio de su carrera se le quiso hacer pasar por machito —sobre todo en las cuatro o cinco películas que protagonizó— pero con los años ese esfuerzo ni siquiera fue necesario.


Yo no me creo eso de que Juan Gabriel interpretó el alma mexicana de los últimos años. Que con su abierta jotería representó una ruptura en la percepción de la sexualidad dominada por el machismo. Que fue un sintetizador de clases sociales, porque lo mismo lo cantaban y bailaban ricos que pobres, o un contraflujo de la provincia mexicana —Michoacán, Ciudad Juárez— al topoderoso centralismo que lo catapultó como estrella latinoamericana a la velocidad de la luz. Todos esos son lugares comunes, intelectualizaciones de Carlos Monsiváis o de Jorge G. Castañeda.

 

Creo que Juan Gabriel es el educador sentimental de las últimas generaciones de mexicanos, especialmente desde los setentas y ochentas. Cuando escribo educador sentimental, digo que nadie como Juan Gabriel y José José dominaron las pedas nacionales a lo largo de los ochenta y noventa. El michoacano despuntó como estrella gracias a su genio compositor y Chepe Chepe con su atronadora voz. En específico, nos educaron en eso que los millenials llaman la friendozone: ese dolor de alma cuando tú quieres a alguien, pero ese alguien solamente quiere ser tu amigo. Ese momento fundamental del rechazo amoroso que viven todos los seres humanos, héteros, homos, trans y todas las variedades.

 

Ojo: friendzone y ardidez son cosas diferentes, sensibilidades de diferentes siglos. El dolor de las rancheras de José Alfredo Jiménez es el despecho característico del machismo del siglo XX. La sensibilidad de Juan Gabriel es más millenial, donde ya no somos tan machos y no la hacemos tanto de pedo, cuando todos somos buenos perdedores. El pesimismo cool de Yo no nací para amar. Y en este sentido, Juan Gabriel fue más que posmodernista.

 

Como todos sufren la friendzone, da lo mismo que Juan Gabriel fuera o no gay, ya que sentía la misma jodidez y el dolor lo igualaba a los héteros. Es cierto que Alberto Aguilera compuso canciones optimistas en el amor como Siempre en mi mente o para el desmadre como el Noa Noa. Pero lo suyo, suyo, era el despecho, el desamor, la friendzone a donde seguramente fue a dar muchas veces y nosotros nunca supimos por quién sufría el Divo.

 

Nadie, seguramente ni el propio Alberto Aguilera Valadez, conoce el catálogo completo de las mil ochocientas canciones que compuso y registró. Pero seguramente entre las 40 principales, la mayoría y las de mayor éxito se refieren al desamor y las de la friendzone, comenzaron con ese himno del fracaso sentimental que es Yo no nací para Amar. De ahí para adelante, La Diferencia, Mi más Bello Error, Para qué me Haces Llorar, Querida, Así fue, Se me Olvidó Otra Vez, Te Sigo Amando.

 

Desde su condición gay, desde los motes de mariposón y jota, Juan Gabriel fue un personaje que surgió de la marginalidad. Desde ahí nació su sentimentalismo que luego fue capaz de transmitir a la nación hétero que comenzó a adorarlo sin importar que se quebrara. Por cuestiones de mercadotecnia, el principio de su carrera se le quiso hacer pasar por machito —sobre todo en las cuatro o cinco películas que protagonizó— pero con los años ese esfuerzo ni siquiera fue necesario.

 

El cruce de la vida privada y la pública terminó por revelarlo todo: si José José tuvo la hombría de ser macho calado en Gavilán o Paloma, Juan Gabriel nunca tuvo romances con figuras del espectáculo, ni actrices ni cantantes que morían por una canción suya. A todas les regaló composiciones sin hacerlas pasar por las armas, a diferencia del dios depredador de Marco Antonio Solís, que todas las cobró con pasión. A los pocos que les quedaban dudas, se les aclararon en el periodo fructífero de colaboración con la española Rocío Durcal: en el escenario, ambas era unas manas, una amigas que sufrían del mismo dolor.

 

Así como la República de las Letras aceptó que un homosexual fuera una de sus principales caudillos con Carlos Monsiváis, el show business mexicano aceptó como jerarca a Juan Gabriel porque su talento era oro puro. Sus presentaciones, ya sea en conciertos o palenques, eran llenazos. Con un repertorio tan amplio, tenía canciones para regalar que fueron hitazos como La Diferencia para el macho de machos Vicente Fernández o Ya Lo Pasado, Pasado para don José José.

 

De vez en cuando surgían escandalitos de novios que reclamaban dinero, pero en realidad Juan Gabriel siempre mantuvo ese velo de incertidumbre sobre su sexualidad que ni siquiera quiso aclarar en la serie sobre su vida. Como le dijo al periodista Fernando del Rincón, hace tiempo que todo estaba dicho: lo que se ve, no se pregunta. Tampoco quiso prestarse nunca a ser una bandera de la LGBT ni a impulsar un movimiento. Sus derrotas sentimentales eran suyas.

 

La serie sobre su vida, eso sí, nos dejó preguntas respondidas sobre su marginalidad y esa postura de perdedor sentimental en la que se adelantó. Esa orfandad que nunca separó por su primer desamor, el de su madre, y que nada compensó después, ni el éxito ni el reconocimiento, ni el dinero. Fue tanto, que hasta le perdonamos sus desvaríos políticos de apoyar al PRI en el 2000. Juanga era de todos, no de un partido.

 

Lo último que se escuchó de él, sus Duetos, en realidad son modernizaciones de sí mismo para acercarse al mercado de los millenials que necesitan producciones musicales súper cargadas de efectos que oculten las pobrezas de la voz. Frente a él, las estrellas millenials quedan reducidas a acompañamiento.

 

En este mundo no hay justicia: sobrevive J. Balvin a un accidente aéreo y se nos va Alberto Aguilera, jovencísimo, de 66 años. Hasta siempre, Maestro de la friendzone

 

 

 

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