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Martes, 20 Septiembre 2016 03:18

Presidente que devalúa, se devalúa al 56 % como el peso en el sexenio de Peña




Written by  Arturo Rueda

Como presidente que devalúa, Peña Nieto se devalúa con la misma velocidad e intensidad que el peso mexicano o incluso un poco más. Si en el sexenio el peso perdió el 56 % de su valor, dado que arrancó en 12.9 cuando tomó el poder y ahora ya llegó a 20, aunque las perspectivas del corto plazo es que se vaya a 22 o 23. Proporcionalmente, el presidente se devaluó al pasar de 60 % de la aprobación de su trabajo al 23 %.


Dijo José López Portillo en su último informe de gobierno que era responsable del timón, mas no de la tormenta. Y luego, en sus memorias, dejó el aforismo de que presidente que devalúa, se devalúa. Ambas ideas explican perfectamente la terrible tormenta económica que aqueja a México y cuya primera manifestación visible es la ruptura de la barrera psicológica de los 20 pesos por dólar.

 

Enrique Peña Nieto y su equipo económico, específicamente Luis Videgaray, son responsables del timón y también de la tormenta. A diferencia de coyunturas anteriores, cuando le echaban la culpa al desempeño de las monedas emergentes, el Brexit o hasta a China, la devaluación actual sólo afecta al peso mexicano y es consecuencia de la absurda decisión de invitar a Donald Trump y crear la percepción de que se apoyaba al candidato republicano de Estados Unidos. Es el resultado directo de tratar de intervenir en la elección presidencial del gigante del norte.

 

Como presidente que devalúa, Peña Nietose devalúa, con la misma velocidad e intensidad que el peso mexicano o incluso un poco más. Si en el sexenio el peso perdió el 56 % de su valor, ya que arrancó en 12.9 cuando tomó el poder y ahora ya llegó a 20, aunque las perspectivas del corto plazo es que se vaya a 22 o 23. Proporcionalmente, el presidente se devaluó al pasar de 60 % de la aprobación de su trabajo apenas al 23 %.

 

No soy el primero en establecer la similitud entre el estilo presidencial de López Portillo con el de Peña Nieto a partir de la coincidencia en el fenómeno de la corrupción, la devaluación y el endeudamiento extremo a partir de la mentira de la “administración de la abundancia”.

 

López Portillo prometió hacernos ricos tras el descubrimiento de los yacimientos de petróleo en Cantarell y el mexiquense nos prometió progreso y hasta disminución de los precios de combustibles y electricidad con la reforma energética. No sucedió ninguna de ellas.

 

Como López Portillo, Peña Nieto nos endeudó terriblemente en los tres últimos años y los requerimientos de la deuda se elevaron arriba del 50 % del PIB, provocando notas muy duras de las grandes calificadoras internacionales.

 

Como le pasó a López Portillo, a Peña Nieto le tocó sufrir el desplome de los petroprecios, provocando una crisis mayúscula en las finanzas públicas al combinarse con altos pagos por el servicio de la deuda.

 

Como le pasó a López Portillo, a Peña Nieto se le ha acusado de corrupción galopante y hasta de recibir inmuebles en concepto de regalos de privilegiados sexenales, una línea que va de la Colina del Perro a la Casa Blanca.

 

Un comparativo de monedas emergentes evidencia que el peso mexicano es la de peor desempeño en las últimas tres semanas, desde que ocurrió la visita de Trump a México. En esos días y antes de que su cabeza rodara, Videgaray explicó que el objetivo era establecer una línea de diálogo a fin de que no hubiera pánico financiero en caso de que el republicano ganara las elecciones.

 

Se dio la reunión con Trump, se desairó a Hillary, la cabeza de Videgaray rodó, llegó José Antonio Meade y la devaluación continúa sin que nadie sepa cuándo va a parar. Y eso ocurre porque las condiciones estructurales deficitarias de la economía mexicana no se han modificado: bajo crecimiento, alto endeudamiento, caída de los petroprecios y, por encima de todo, falta de confianza en el gobierno de Peña Nieto.

 

La economía moderna hace tiempo ha demostrado que los grandes cracks económicos son provocados por el derrumbe de la confianza en el entorno económico. Pedro Aspe, el mejor secretario de Hacienda desde los tiempos Ortiz Mena, siempre defendió la credibilidad ante los mercados internacionales como la fortaleza principal de un gobierno.

 

Y Peña Nieto no genera confianza ni credibilidad entre los propios mexicanos, mucho menos lo va a hacer en los extranjeros. En sus condiciones absolutas de debilidad, el peso va a seguir devaluándose tanto como la presidencia del mexiquense, además de las condiciones para que el PRI repita en Los Pinos.

 

Esto apenas comienza, puesto que ya se ve venir el pánico financiero. Recuerden: presidente que devalúa, se devalúa. 

 

 

 

 

 

 

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