Thursday, 25 de April de 2024

Martes, 02 Febrero 2016 02:44

El morenovallismo nos cierra la boca




Written by  Arturo Rueda

A estas alturas, ya no importa si el Chiquihuite consigue en verdad el premio. Alcanzar a colocarse entre los diez finalistas del jurado es el elemento que necesitaba el régimen para legitimar la inversión de 730 millones de pesos. De tener un estadio Cuauhtémoc viejo y destartalado, ahora tenemos un coloso que llama la atención del mundo. Ni modo, así es.


Fui uno de los cientos, miles de poblanos que decidimos ejercer nuestro sacrosanto derecho al pataleo para quejarnos de la remodelación del estadio Cuauhtémoc. De hecho, en #JuegoDeTroles bautizamos la remodelación como el estadio “Chiquihuite” por su parecido con los cestos para tortillas. El apodo se quedó para la posteridad, y también fui un crítico de los miles de poblanos que pelearon los boletos para la inauguración del recinto con el partido del Puebla contra Boca Juniors, y después, con el concierto del cantante cubano-americano Pitbull. Que si estaba muy caro, que si quedó horrible, que no se ven los 700 y tantos millones de pesos. En esos días también escribí que a los poblanos no hay chile que nos acomode, porque la acabamos viendo el feo a todo.

 

 

Ahora, el morenovallismo tiene los elementos para cerrarnos la boca a todos los críticos del Chiquihuite, pues el ex estadio Cuauhtémoc fue nominado para concursar a Estadio del Año 2015 por el portal especializado stadiumdb.com. Y no sólo eso: ya se colocó entre los 10 finalistas. Compite contra colosos de todo el mundo, y el resultado se dará a conocer el 22 de febrero. Además de la votación de internautas, hay un panel de arquitectos y despachos con prestigio mundial que emite una opinión técnica, la cual conformó el grupo de finalistas.

 

El Chiquihuite compite, por si fuera poco, con inmuebles que costaron cientos de millones de dólares. La remodelación emprendida por el gobierno morenovallista, a través de la empresa Acapro de Hidalgo, aunque los verdaderos responsables son Dünn Architecture, costó cerca de 50 millones de dólares. Una cantidad módica comparada con el Haixia Olympic Center de Fuzhou, China (455 millones de dólares), el Ordos Sport Center de China (mil millones) o el Baky Olimpiya Stadionu de Azerbaiyán (710 millones de dólares).

 

¿Tú eres fan del Chiquihuite y crees que debe ganar el premio Stadium Of The Year 2015? Sólo tienes que entrar aquí http://stadiumdb.com/competitions/stadium_of_the_year_2015 y darle tu voto. El premio se anunciará el 22 de febrero.

 

A estas alturas, ya no importa si el Chiquihuite consigue en verdad el premio. Alcanzar a colocarse entre los diez finalistas del jurado es el elemento que necesitaba el régimen para legitimar la inversión de 730 millones de pesos. De tener un estadio Cuauhtémoc viejo y destartalado, ahora tenemos un coloso que llama la atención del mundo. Ni modo, así es.

 

 

Este tipo de nominaciones y premios en verdad hacen la diferencia con las criticadas obras morenovallistas que el gobierno insiste en vendernos solamente como una acumulación de ladrillos. Como lo hemos subrayado anteriormente, los ladrillos no dan votos, ni a este gobierno, ni a ningún otro del mundo. Pero Moreno Valle insiste en vendernos las obras sin comunicar verdaderamente su impacto. O somos los ciudadanos los que de plano no entendemos nada, como con la “Ruedota” de la Fortuna que amenaza con convertirse en icono de la Angelópolis.

 

 

Ahora tenemos el caso del Museo Internacional Barroco que será inaugurado por Moreno Valle y Peña Nieto este día a larga distancia con una placa conmemorativa. Yo he sostenido que a mí no me gusta el edificio, por muy Toyo Ito que sea, y por más que cueste 7 mil millones de pesos, a través de un PPS sus paredes se ven corrientonas, como de tablaroca.

 

Los especialistas han puesto el grito en el cielo, porque colecciones de otros museos —como el José Luis Bello— están siendo sacados de sus repositorios originales, o incluso el Arzobispado de Puebla ha prestado algunas piezas para adornar el nuevo recinto. ¿Pero servían de algo si nadie iba a verlas a esos recintos originales? ¿No es mejor reunir todo en su solo lugar y venderlo en un empaque nuevo llamado MIB?

 

 

El Museo Barroco Internacional, sí, es carísimo y a mí no me convence, pero ¿va a ser otra de las obras con las que Moreno Valle nos va callar la boca a largo plazo? ¿No estamos haciendo el ridículo como con las críticas al Chiquihuite?

 

 

La nominación del Chiquihuite a Estadio del Año 2015 es, por último, la prueba de que la “Rafafobia”, por definición y al igual que la “Rafafilia” es una postura extremista que nos impide evaluar lo que verdaderamente este gobierno ha hecho bien –y mal–a lo largo del sexenio.

 

Por mientras, a mí y a miles de poblanos nos cerraron la bocota. Gobernador: nos ganaste la apuesta del Chiquihuite Stadium. Increíble. 

 

 

 

 

 

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