Primero se ve al oso sumergiéndose en la alberca para ver al pequeño que se halla sentado frente a ella sostenido por su madre.
El menor pone su mano en el cristal de la pecera y es cuando el enorme animal se sumerge y abre las fauces como queriendo morder al bebé.
La madre toma al pequeño, lo retira de la alberca y lo abraza.
Fuente: Excélsior