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Martes, 09 Febrero 2016 13:03

En un pueblo de Venezuela mueren de sida y algunos ni lo saben

Un reportaje realizado por Minerva Vitti para Armando.info de Venezuela da a conocer un pueblo indígena llamado San Francisco de Guayo,  localizado en el Delta del Orinoco, al extremo nororiental de Venezuela donde murieron de sida.



Un día el monseñor Felipe González le pidió a los habitantes que describieran lo que sentían antes de morir y todos decían que por fiebre, diarrea, pérdida de peso, debilidad y mareos, pero ninguno mencionó la enfermedad que engloba todos esos síntomas. “Señores ustedes están muriendo de Sida”, sentenció el sacerdote.


En San Francisco de Guayo, como en otras comunidades de los caños cercanos, muchos indígenas de la etnia Warao no llaman al VIH-sida por su nombre sino por los síntomas que experimentan.


Luis José Rodríguez, médico de la zona, ha tenido que dar explicaciones similares a las del sacerdote. Ya que los indígenas Warao sólo advierten la fulminante presencia de la enfermedad cuando el cuerpo comienza a descomponerse. Rodríguez, tiene muy presente el episodio porque recientemente le dio la noticia a una paciente de Jeukubaca, otra comunidad del municipio Antonio Díaz en Delta Amacuro. “Lo tomó como si nada”, recuerda. “Le pregunté: ‘¿sabes lo que es el VIH-sida?’. Y me dijo: “No, no sé”. Al revisar la historia de esta paciente encontraron que su anterior esposo había muerto de VIH.


La palabra Warao quiere decir “gente de la canoa” o “gente de los caños”. Su modo de vida se desarrolla en las riberas del río Orinoco, en viviendas autóctonas tipo palafito y se transportan usando una curiara.


Los análisis arrojaron que esta comunidad la transición al virus es más letal y se produce con mayor rapidez, esto ocurre cuando la persona ha sido infectada por más de una cepa del virus. Además de tener una variante más agresiva del virus, sobresalen enfermedades como tuberculosis, hepatitis B, entre otras, que ensombrecen la situación.


La mayoría de los infectados llega al hospital ya en la última etapa del Sida, donde uno de los síntomas es una diarrea que no se detiene. “Cuando ellos llegan con un síndrome diarreico crónico de más de un mes de evolución, uno pregunta ¿eres casado? ‘Sí’. ¿Concubino? ‘Sí’. ¿Cómo se llama tu esposo? ¿Vive contigo? Muchísimas veces el esposo está en Bolívar, está en Cambalache”, explica el doctor Rodríguez. Cambalache, es un basurero ubicado en el Estado Bolívar, a unos 260 kilómetros de San Francisco de Guayo, donde buena parte de los Warao que van a este lugar regresan con VIH. Se especula que las idas y venidas entre Cambalache y las demás zonas donde habitan los Warao sean la causa de la generalizada propagación del virus entre la población.


Los barcos que transportan mercancías relacionadas con la industria minera y cuyas rutas atraviesan o se aproximan al Delta del Orinoco, es otra de las hipótesis sobre el contagio que se tiene. “Traen tuberculosis, VIH, hepatitis y una semana sin actividad sexual. Entran sin ningún control sanitario”, comenta, Jacobus de Waard, biotecnólogo quien actualmente dirige el Laboratorio de Tuberculosis en el Instituto de Biomedicina de la Universidad Central de Venezuela. Muchos de los marineros proceden de Filipinas y pasan por estas locaciones en busca de sexo. Es probable que de alguno de estos lugares los Warao hayan importado el virus y que cuando regresaron al Delta del Orinoco comenzara la proliferación.


Otra de las suposiciones sobre el contagio manejadas por los nativos, es acerca de los Tidawinas cuyo vocablo Warao significa mujer con pene. Tradicionalmente las familias más acaudaladas de la etnia incluían dentro de su estructura a una segunda esposa, quien mantenía relaciones sexuales exclusivamente con el marido y se desempeñaban en algunos hogares, como ayudante de la primera mujer.


Apesar del estudio realizado por los investigadores, el cual fue presentado en reuniones con las viceministras de salud y las actuales autoridades sanitarias, quienes aseguraron que tomarían medidas pero nada ha cambiado. Mientras las aguas del Orinoco siguen corriendo, hay nuevas historias de indígenas Warao con VIH. Con el paso del tiempo los médicos han advertido que los nuevos portadores del virus llevan en la sangre una variante más agresiva que los está matando en menos de cinco años.


 “Yo tengo siete años aquí, he escuchado que tienen VIH y no he visto que han recibido tratamiento. Cada año mueren cuatro o cinco”, aseguró Luis Tocoyo, profesor en una escuela de Jobure, otra comunidad con alta prevalencia en casos con VIH.


Fuente: El Debate