Hoy el Estado de México se estremece en una contienda que revela la debilidad extrema del Grupo Atlacomulco. De aquella cofradía formada por Isidro Fabela y llevada a la cúspide por el profesor Carlos Hank González ya nada queda. Hoy sólo es un patética parodia, débil y banal representada perfectamente por Alfredo del Mazo Maza, su candidato de caricatura.

Empero pese a que Atlacomulco se encuentra en franca e inocultable decadencia el abanderado del PRI todavía tiene posibilidades de triunfar, porque su principal adversaria, la candidata de Morena, no puede tejer, ni hilvanar una candidatura fuerte y combativa. Delfina Gómez Álvarez no tiene la estatura, ni el pensamiento político, mucho menos la estrategia para abatir a su adversario del PRI. Es una más de las ‘candidatas lumpen’ que tanto gustan a López Obrador. Si se hubiese elegido otro perfil, mucho más preparado, capacitado y combativo, Alfredo del Mazo ya estaría de rodillas.

Ese es, sin duda, el primer gran error del patriarca moral de Morena: la designación unilateral y personalísima de una candidata cuya estatura política ni remotamente es la indicada.

El segundo error de AMLO fue otra de sus características esenciales: la emocionalidad que matiza todas sus expresiones. En un acto en el que convocó a la unidad de los candidatos de izquierda López Obrador recurrió a un tono claramente autoritario, incluso visceral. Ahí están los videos de la expresión en la que abiertamente amenaza que si en este momento no se suman, no habrá espacio en el 2018.

Es evidente que Andrés Manuel entiende la imperiosa y urgente necesidad de una coalición. El llamado por si ólo es un claro avance en una mentalidad que antes se negaba a cualquier tipo de alianza o pacto electoral.

Pero el problema de fondo es la actitud emocional que imprime a una convocatoria que se convierte en un ultimátum amenazador y violento. Completamente alejado de cualquier forma política. Ese discurso imperativo puede considerarse como la llave que cerró la puerta a una gran alianza de los candidatos de izquierda.

Ese fue el segundo gran error de López Obrador en la elección del Estado de México.

Finalmente el tercero apareció hace unas horas cuando se ventila abierta y públicamente una alianza entre Morena y las fuerzas de Elba Esther Gordillo, quien ahora busca apuntalar a la candidata Delfina Gómez.

Es indiscutible que la maestra Gordillo -procesada y defenestrada-, aún conserva una de las mayores maquinarias electorales del país y puede ofrecer servicios de operación que ninguna otra agente puede prestar, pero el daño que se hace a la imagen de Morena es grave y delicado.

En este momento Andrés Manuel está resucitando al cadáver político que ya nadie quería tener a su lado.

El impacto social y mediático de esta alianza no ha sido explotado por los adversarios del ‘Peje’; el material aún no ha sido utilizado por el PRI de Peña Nieto y el PAN de Ricardo Anaya. Pero tarde o temprano lo van a usar, enfatizando la incongruencia que representa condenar a Elba Esther Gordillo en el año 2006, para 11 años más tarde formar una alianza con ella.

En una balanza el pacto entre Morena y Elba Esther ofrece más negativos que activos; más daños que beneficios; más lodo que terciopelo.

Sin duda una decisión terriblemente equivocada.

Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., sin mx.