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Martes, 31 Enero 2017 02:03

AMLO: bajo la ya tradicional embestida bipartidista

AMLO: bajo la ya tradicional embestida bipartidista Escrito Por :   Javier Arellano Ramírez

La historia es la misma que vimos en 1988 y en 2006. En aquella sucesión que benefició a Carlos Salinas de Gortari y en la más reciente que ungió a Felipe Calderón Hinojosa.


En 1988 el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano encabezó una formidable coalición de corrientes de izquierda para enfrentar al panista Manuel de Jesús Clouthier Rincón y al primer priista tecnócrata Carlos Salinas de Gortari. Sin embargo el apoyo de Heberto Castillo, Rosario Ibarra de Piedra, Pablo Gómez, entre otros no fue suficiente. El priismo contaba con un magnífico y perverso operador electoral; un sujeto que conoce las entrañas y todos los pasillos de Bucareli; un ejecutor impecable e implacable de las órdenes que eran dictadas desde Los Pinos.

 

Curiosamente aquel gran urdidor del fraude electoral de 1988 hoy esta convertido en lo que siempre combatió; hoy su discurso es lo contrario de lo que profirió durante toda su vida política.

 

Manuel Bartlett Díaz fue el operador de aquel gran fraude electoral de 1988 conocido para las páginas de la historia como “La caída del sistema”. Aquel arrogante, soberbio y atrabiliario político hoy esta “convertido” en “defensor” de las grandes causas nacionales; marcha al lado de López Obrador y se jura adversario de lo que toda su vida útil defendió.

 

En 2006 la historia se repitió. Sin pudor y sin rubor los priistas se aliaron con los panistas para impedir el ascenso de un candidato de izquierda. Exactamente igual que sucedió en aquel 1988. La historia es la misma, solo cambian los personajes que operaron el ardid electoral: Elba Esther Gordillo, Toño Solá, Luis Carlos Ugalde. Cambia el reparto pero la dramaturgia es la misma.

 

Son preceptos neoliberales aplicados al terreno electoral. Para el imperio (hoy bajo crisis y convulsiones), para los poderes fácticos globales es impensable el ascenso de un político de izquierda en México. Por eso se diseña e implementa una estrategia destinada, dirigida a unir las fuerzas políticas que sean necesarias para detener al abanderado de la incómoda y desagradable izquierda.

 

Pero en esta perspectiva también conviene subrayar que frente a un escenario que ya es usual, típico, incluso tradicional en la historia reciente de México, el político de izquierda también se convierte en parte del sainete si no toma las medidas, las providencias necesarias para enfrentar una embestida que es de sobra conocida.

 

Si Andrés Manuel López Obrador sigue sosteniendo su posición de aislamiento, de cerrazón, de negativa a sumar a otras fuerzas, simplemente estará desarrollando por tercera vez su papel de “víctima de la mafia del poder”; y más aún, ahora “revictimizado”.

 

La columna del prestigiado periodista Salvador García Soto del lunes 30 de enero convulsionó al país. Un pacto entre el presidente Enrique Peña Nieto y Ricardo Anaya para detener a Morena es el aviso a tiempo del nuevo capítulo de una telenovela ya conocida.

 

Pero si el mismo López Obrador no modifica sus ya conocidas conductas y no convoca a las fuerzas políticas y sociales del país a detener esta embestida, simplemente estaremos frente a una parodia, una escenificación del guion ya tantas veces visto.

 

Si en el 2018 se consuma un nuevo ataque contra la voluntad nacional ya no será responsabilidad única de Peña Nieto y Ricardo Anaya. También tendrá su parte de culpa la terquedad y obcecación de López Obrador.

 

Al tiempo.

 

 

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