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Jueves, 27 Julio 2017 02:47

Escenario 2018: pactos hasta con huachicoleros

Escenario 2018: pactos hasta con huachicoleros Escrito Por :   Javier Arellano Ramírez

El 2018 comenzó hace mucho. Pero hay aspirantes que sienten tener la gubernatura en la mano; que tienen el control de Casa Puebla; piensan que la puja del año entrante será de mero trámite. No se percatan de que la próxima contienda tendrá varias diferencias medulares con la elección de 2016. En esta Cúpula le presentamos los factores que harán de 2018 la contienda más acotada que haya atravesado el morenogalicismo. 


En esta entrega presentamos tres de los principales factores que marcarán una notoria diferencia en el 2018.

 

Primer factor: Jamás otra candidatura con el carisma de Gali

 

El fenómeno de Tony de ninguna manera se repetirá, bajo ninguna circunstancia. Simplemente no habrá otra figura con igual carisma; alguien que con esa autenticidad abrace a la anciana en silla de ruedas, cargue a los bebés, sonría con los universitarios en selfies.

 

Subrayamos la palabra autenticidad. Algo que pocos, muy pocos políticos poblanos tienen. El electorado no es tonto, sabe distinguir y diferenciar; se percata cuando una persona es auténtica o cuando es falsa y simuladora.

 

Por esta razón Gali es irrepetible; una figura con una simpatía popular inigualable.

 

Sólo un personaje podría tener un acercamiento social similar al de Tony. Un agente político sensible, sencillo, atento, que es la encarnación de la mesura y la modestia. Ese personaje es el alcalde Luis Banck Serrato.

 

Si el morenovallismo necesita un Plan B ese es Banck: la figura de una sencillez auténtica.

 

Segundo factor: Una elección en tercios

 

En el 2016 la boleta se dividió entre dos frentes, en 2018 será entre tres.

 

Este es el factor que pesará de manera decisiva. En 2018 la boleta tendrá tres partidos con un peso específico. La votación se habrá de dividir en tres frentes.

 

Aun cuando el PRI de Peña Nieto está severamente menguado y abatido, todavía tiene su coto de influencia en algunas regiones. No es un cadáver, no se le puede considerar como tal.

 

Pero sobre todo debe enfatizarse que en la elección del 2018 el PRI será como el tahúr que apostará todo su resto. El priismo nacional está decidido a conservar la presidencia de la República, cueste lo que le cueste.

 

Y para esto aplicarán el modelo ‘Estado de México’: repartirán millones y millones de tarjetas; volcarán los programas federales en dádivas y sobre todo sostendrán al comediante que tienen en el Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova Vianello.

 

No guardarán las formas, ni les interesa guardarlas.

 

Van a comprar la elección del 2018 con todos los recursos de que dispongan; pagarán lo que tengan que pagar con tal de sacar a su presidenciable.

 

Frente a esto el candidato del PRI a gobernador irá montado sobre esa locomotora nacional. Ya sea Enrique Doger (el aspirante equilibrado) o Juan Carlos Lastiri (el caballo desbocado), ninguno de los dos quedará abandonado como sucedió con la ‘Barbie tlaxcalteca’, Blanca Alcalá Ruiz a quien desde un principio la enviaron a perder.

 

El segundo partido con su propio capital político es el PAN morenovallista. Ya conocemos su estructura y operadores.

 

Pero a diferencia del 2016, en el año 2018 aparecerá un nuevo jugador en la boleta electoral. Este tercio será el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) de López Obrador, mismo que como se apunta en las encuestas más serias lleva una contundente ventaja sobre PAN y PRI.

 

No sólo encuestas como la de Reforma evidencian la fuerza morenista. También el desesperado discurso de personajes como Luis Videgaray Caso y Vicente Fox reflejan el agobio que existe en la cúpula neoliberal.

 

En Puebla esto tendrá un efecto avasallador. Para estas alturas del juego todo indica que Fernando Manzanilla Prieto y Rodrigo Abdala Dartigues tienen grandes posibilidades de convertirse en los candidatos al Senado, en tanto que Miguel Barbosa Huerta se perfila como el obligado candidato a gobernador.

 

La cacería sobre la candidata o el candidato del PAN será inmisericorde, implacable.

 

Y es que los priistas le tienen miedo, pavor al morenovallismo. Pero ese miedo no existe en quienes se perfilan como los aspirantes de Morena.  Simplemente se van a despedazar en la campaña.

 

Como en un sándwich, la candidata o el candidato del PAN, quedará  en medio del aparato mega-burocrático del PRI y el furor popular que pueda despertar Morena.

 

Tercer factor: el afianzamiento de la huachipolítica

 

Este escenario en tercios obligará a los operadores del morenovallismo a pactar con quien puedan, se agarrarán de donde sea.

 

¿A qué grado llegará esta desesperación?

 

Llegará al punto de pactar con la industria criminal del huachicol. Lo que estamos viendo es que los capos de este negocio no se han reducido, ni se han menguado. Siguen conservando su preeminencia en municipios y regiones enteras.

 

En 2018 la fuerza económica que ya tienen les llevará a incursionar directamente en el proceso electoral. No sólo en el Triángulo Rojo sino también en el valle de Tehuacán y la Sierra Negra.

 

Es claro que buscarán colocar a sus candidatos a presidentes municipales. Tienen los recursos financieros para hacerlo y también la base social.

 

El PRI nunca ha tenido mecanismos para evaluar, escudriñar las vidas y trayectorias de sus candidatos.

 

Y como ya hemos visto el PAN morenovallista sólo busca alcaldes que garanticen dos puntos: primero operatividad electoral a su favor y luego que colaboren sometiendo el erario municipal, firmando el programa ‘Peso sobre Peso’ para ejecutar la obra pública que se dicte desde Casa Puebla.

 

No importa que sean unos delincuentes como Pablo Morales Ugalde ex edil de Palmar de Bravo. Nada de eso importó, mientras abonen electoralmente y sometan el erario municipal.

 

Por esta razón el morenovallismo seguirá requiriendo de los servicios de los ediles que tan buenos resultados entregaron en la elección de 2016.

 

Personajes como Juan Navarro de Ciudad Serdán, Pablo Pérez Maceda de Tlacotepec de Juárez e Inés Saturnino de Tecamachalco tendrán una importancia medular, toral en el proceso electoral de 2018, porque serán los interlocutores, el enlace con la fuerza del huachicol.

 

Breviario histórico.

 

En el año 2006 la aguda estrategia de Elba Esther Gordillo tendió los puentes entre el candidato del PAN Felipe Calderón Hinojosa y los gobernadores priistas. Así los mandatarios olvidaron a Madrazo Pintado, su abanderado, y operaron a favor del albiazul.

 

El pacto contraído fue un monumento a la impunidad. Los mandatarios priistas compraron su futuro. Ahí comenzó el genocidio mexicano, así como la voraz y salvaje corrupción de los gobernadores.

 

En 2018 estaremos ante un escenario similar.

 

El morenovallismo pactará hasta con el diablo huachicolero, a través de sus presidentes municipales y candidatos con tal de no perder la contienda. Y esto generará una era oscura y violenta para Puebla. Aún más que ahora.

 

Al tiempo.

 

 

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