Así le ha ocurrido a varios proyectos políticos que llegaron al poder revestidos con un halo de cambio y renovación generacional. Quizá usted ya no recuerde como llegaron a ser gobernadores Rodrigo Medina en Nuevo León, Javier Duarte en Veracruz o Roberto Borge en Quintana Roo, por citar a algunos. Todos fueron jóvenes promesas de un cambio que nunca tuvieron la intención de impulsar, por eso todos salieron del poder repudiados por un electorado que 6 años antes los aclamaba. Fueron experimentos políticos desechados porque no cumplieron con las expectativas que habían creado entre sus electores.
Ese no ha sido el caso del Morenovallismo en Puebla. Mientras Rafael fue gobernador ejerció el poder a plenitud y casi sin oposición. Logró lo que ningún otro mandatario poblano había podido en la historia del estado; dejar a su sucesor. Muchos pensaron que la elección del 2016 fue la feliz conclusión de un proyecto político que gozaba de cabal salud. El aval de la sociedad manifestado en las urnas era prueba de ello y lo consideraron como el preámbulo de otro triunfo en 2018. Los datos indican que eso puede no ocurrir.
En nuestra última encuesta municipal preguntamos a los informantes si prefieren a un candidato a gobernador cercano a Rafael Moreno Valle o a uno que no sea cercano al exgobernador. El 63.3 por ciento prefiere a alguien que no sea cercano a Rafael Moreno Valle, mientras que el 17.4 por ciento lo prefiere cercano y al 19.3 por ciento restantes no le importa la cercanía. La encuesta muestra una inquietante coincidencia, pues el mismo porcentaje que quiere a un candidato cercano a Moreno Valle es el que votaría por Martha Erika Alonso en caso de ser candidata por el PAN y otros 4 partidos políticos. La base de apoyo electoral del morenovallismo se ha reducido significativamente en el último año a pesar de ser la marca que más votos le agrega al PAN. Se están quedando sin opciones porque ningún otro probable candidato de ese partido es más competitivo que Martha Erika Alonso de Moreno Valle.
Me parece que son señales del agotamiento de un proyecto político que se extendió de forma inédita y ahora la realidad lo alcanza.
¿Qué le pasa a la marca Moreno Valle? ¿Su decaída es consecuencia de los tiempos volátiles que vivimos o es producida por causas endémicas, asociadas al propio grupo en el poder? Es cierto, los tiempos actuales presentan una mayor dificultad para conservar el apoyo popular, debido principalmente a la información que circula a través de las redes sociales. Los gobiernos ya no pueden esconder secretos por mucho tiempo, la verdad tiende a conocerse en forma inevitable.
También es cierto que las obras realizadas durante el gobierno de Moreno Valle eran su principal aval ante los ciudadanos. Hoy esas obras se han normalizado en el paisaje urbano y su utilidad ya no alcanza a revertir los efectos de la delincuencia y la falta de oportunidades económicas en el ánimo de la sociedad. La escalada de inseguridad y violencia que se vive en el estado ha convertido a Rafael Moreno Valle en el nuevo villano en el imaginario colectivo, lugar que ocupaba Mario Marín hasta hace poco tiempo. La gente lo responsabiliza por tolerar la llegada de grupos criminales al estado, principalmente de robo de combustible, robo de mercancías, asaltos en el transporte público, robo de casas, secuestro y extorsión.
Otros efectos negativos son los casos de RUTA y del agua potable. El nuevo Sistema de Transporte Articulado (RUTA) provoca un agravio constante a los ciudadanos. La configuración del sistema obliga a la gente a caminar muchas calles antes de poder tomar un camión de las “rutas alimentadoras”, en ese trayecto están expuestos a la intemperie y sobre todo a la delincuencia. Por lo que hace a la privatización del servicio de agua potable, ésta trajo consigo un incremento significativo a las tarifas que también ha provocado el enojo entre los ciudadanos porque las consideran injustas y onerosas.
Así van las cosas para la marca Moreno Valle en Puebla. Pierde base electoral, no tiene candidatos entre sus filas que representen el cambio que la sociedad espera, crece el rechazo por la escalada de violencia e inseguridad y por muchas de sus acciones de gobierno que inciden negativamente en la vida de miles de poblanos. Seguramente que en campaña éstos y otros temas serán parte del debate público y la debilidad de la marca podría crecer aún más.
