Este proceso que culminará con una Asamblea Nacional que se celebrará el 12 de agosto, permitirá a miles de militantes priistas definir, con sus ideas, sus posiciones, sus votos, el partido que quieren enfrente los próximos procesos electorales.

Esta Asamblea, dice la Convocatoria, “promoverá entre la militancia una participación plena, abierta y libre, así como una reflexión profunda sobre el proyecto de nación al que aspiramos, un análisis donde se respeten todas y cada una de las opiniones vertidas para construir conceptos consensuados que definan los objetivos de un partido moderno y vanguardista, con la capacidad de transformar y transformarse y con la obligación y responsabilidad de corregir caminos y trazar nuevos”.

Nada más, pero nada menos.

Y es que quienes militamos en el PRI queremos un partido abierto, plural, en donde no haya homogeneidad en el pensamiento, pero que permita construir unidad en la diversidad.

Un partido moderno, que atienda lo que ocurre en el mundo y tenga una posición de vanguardia.

Un partido que se diferencie claramente de los otros por su ideología, su modo de pensar y enfrentar y resolver los problemas.

Un partido que promueva la igualdad entre sus militantes y en las políticas públicas de sus gobiernos.

Un partido que promueva un Código de Ética que combata la corrupción entre sus militantes y que, hacia afuera, sea implacable en la corrupción en el servicio público.

Un partido que esté cerca de los ciudadanos, escuche, comprenda y atienda los problemas y busque soluciones con sus gobiernos, o sus legisladores.

Un partido que impulse leyes y reformas legislativas que atiendan a los sectores más desprotegidos.

Un partido que promueva la unidad del país y no fomente la división.

Un partido que crea en la construcción de mayorías y no en la denostación de las minorías.

Ese es el PRI que muchos militantes queremos y que esperamos construir.