Jueves, 18 de Abril del 2024
Martes, 13 Junio 2017 02:47

A lo que hemos llegado

A lo que hemos llegado Escrito Por :   Irma Sánchez

¿Justicia por propia mano?


¡Qué retroceso!

 

En plena era de avances tecnológicos y científicos, retrocedemos a un ambiente de anarquía en el que se impone la famosa “ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente”.

 

Y ya lo comenzamos a vivir y observar con los casos que se han producido en algunas comunidades dentro de la capital de nuestro estado y en algunas poblaciones, donde a los ladroncillos de poca monta el pueblo les ha echado montón, al ser víctimas del robo y el asalto para recuperar sus pertenencias.

 

Y mientras las fuerzas del orden no se aparecen en estos casos, las turbas furibundas han golpeado mortalmente a los ladrones, que en algunos casos han llegado a perder la vida, por la misma golpiza y en otros los han maniatado para quemarlos.

 

¡Qué penoso para una sociedad civilizada!

 

Pero además, qué pena para los cuerpos de seguridad y para todos los involucrados en preservar el medio para que la gente viva, conviva, disfrute de su entorno, su ciudad que las mismas autoridades la han puesto de primera, pero hoy, ante la ola de inseguridad todos la desprestigian.

 

¡Qué pena!

 

¿Por qué no se logra revertir las estadísticas?

 

Porque cuando usted se arma de paciencia para asistir a una agencia del Ministerio Público a formalizar su atraco, el personal le recomienda “no perder su tiempo”.

 

Fíjese nada más.

 

Esto le argumentan: que al final de cuentas son tantos los ladrones que andan haciendo de las suyas que resulta imposible dar con el que le arrebató su cadena o los aretes, o el celular, o las llantas del auto, los espejos.

 

Y así al darse usted la vuelta sin levantar el acta del asalto, los números de las denuncias no crecen y las autoridades salen a decir orgullosas que en Puebla “todo está bajo control”, “que se ha logrado combatir a los delincuentes”.

 

Lamentablemente para la autoridad, hoy usted se entera mediante las redes sociales sobre los asaltos y robos que algunos sin temor logran videograbar.

 

Es el caso del señor alto con cachucha que acompañado de una dama con cabellos teñidos rubios lo mismo se han robado en mancuerna una laptop en una agencia de autos, que teléfonos celulares de empleados que los dejan sobre el mostrador.

 

¡Aguas!

 

Al menos a este par ya cualquiera los identifica.

 

Y que se cuiden porque un día de éstos los justicieros anónimos pueden cobrarles las cuentas pendientes.

 

¡Qué pena!

 

Así andamos. Y es nuestra ciudad.

 

Lo peor es que no hay señales de que esto cambie.

 

Ante esto…

 

Aporte su sugerencia.

 

 

 

 

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