No porque la ciencia, la tecnología no han podido advertir un terremoto de las características del que tuvimos.

 

No porque pese a los simulacros cuando ocurren estos fenómenos los seres humanos, la totalidad, nos volvemos vulnerables.

 

¡No!

 

¡Qué poca! por aquellos que aprovechan la tragedia para saquear, asaltar, robar.

 

Qué pena que mientras unos se dirigían al encuentro con sus familiares, tanto en vehículos como a pie, unos cuantos aprovecharon el caos, la crisis, el miedo, para asaltar y robar en plena confusión y pánico en cruceros, en paradores, en embotellamientos.

 

¿De qué están hechos estos individuetes?

 

Hay que reconocer que los más se sumaron en actos nobles de solidaridad de acuerdo a sus posibilidades, ubicación geográfica y con amor compartieron alimentos preparados, agua, artículos de limpieza, medicamentos, ropa y todo lo entregaron con amor en gestos nobles de solidaridad que de inmediato la prensa internacional destacó ayer como ‘ejemplar’ entre el noble pueblo de México.

 

Estoy convencida de que éste tipo de robo no es ‘por necesidad’ por un caso de hambre, enfermedad y en la desesperación y sin recursos éstos mexicanos cometan robos y asaltos.

 

No.

 

Se trata de escoria de la sociedad que ha encontrado su sustento arrebatando a los demás no sólo objetos y dinero, también su tranquilidad, su paz, provocando episodios de pánico, temor, inseguridad, impotencia.

 

Lamentablemente que como espectadores han visto que unos cuantos desde el poder roban, y ellos en consecuencia roban también lo que tienen a su alcance.

 

¡Qué pena! sobre todo en éste tipo de coyunturas cuando el duelo lo vivimos todos, no sólo los que perdieron familiares.

 

¡Qué pena que se mantengan de pie estos tipejos que sólo hacen daño.

 

¿Qué nos podría faltar?

 

Por lo pronto me quedo con esta conseja que te comparto.

 

Ya sabemos que ante un sismo la recomendación para todos es:

 

No corro

 

No grito

 

No empujo

 

Y cabe enriquecerla con

 

No robo

 

No saqueo

 

No abuso

 

Porque la tarde del terremoto también muchos negocios tuvieron que bajar la cortina ante el vandalismo que se soltó por igual en taquerías, farmacias, tiendas, panaderías y hasta en lavanderías.

 

Doble horror.