El notorio y evidente clic entre el primer ministro de Canadá Justin Trudeau y la hija mayor del presidente de los Estados Unidos Ivanka Trump, quienes tuvieron una reunión de trabajo con mujeres ejecutivas de Canadá y Estados Unidos.
Hay que recordar que Ivanka está casada, aunque decía mi amiga Pilar Sigüenza que “estar a dieta no impide ver el menú”.
El periodista Phill Lewis que estuvo presente en la reunión en la Casa Blanca insiste en su crónica que en el ambiente se sentía flotar esa química que muchas envidiaron, porque el tal Trudeau no está para pasar inadvertido.
Con este chisme nos distrajimos y hasta le bajamos una rayita a los comentarios enfurecidos sobre la difícil relación que tenemos con el presidente Trump.
En este contexto nos abrió una nueva esperanza el ex embajador de México Carlos Sada que ayer salió a los medios a explicar que el presidente de Estados Unidos no está a la caza de los mexicanos para repatriarlos.
No entender
Hace unos días en la columna de Templo Mayor del periódico Reforma se publicó un comentario sobre una empresa en Atlixco que produce las piezas necesarias que comercializa en paquete completo para armar aviones tipo avioneta.
La publicación se lanzó con el lamento de que pese al éxito que estos kits tienen en el exigente mercado norteamericano, en México no se han podido comercializar por la excesiva ‘tramitología’.
El caso de su éxito ha sido tal, que vía internet se han abierto las puertas a otros mercados lejanos y así los kits de las famosas aeronaves Bearhawk han sido enviados lo mismo a Nueva Zelanda que a Sudáfrica, en donde hay aficionados que pasan buenas horas armándolos.
Según se apunta, el principal obstáculo que la empresa ha encontrado para comercializar en México, está en la Dirección General de Aeronáutica Civil.
En esta dependencia, pese a todas las carpetas informativas insiste en que para comercializar en el mercado doméstico, debe de contarse con el permiso de importación.
Tema absurdo sobre el que la firma ya hizo todo tipo de aclaraciones, pero las autoridades “se niegan a entenderlo”, e insisten en que para salir al mercado deben de contar con autorización de importación.
Cabe la pregunta, ¿hacia dónde puede ir este país con burócratas de este nivel?
Urge un cambio y una nueva generación de empleados que además de eficientes se comprometan desde su posición dentro del gran engranaje.
Vamos a medir la poblanidad
Qué tan buen poblano es usted.
¿Come camotes?
¿Tortitas de Santa Clara?
¿Mole poblano?
¿Sopa poblana con flor de calabaza, rajas, elotes y champiñones?
¿Chalupas?
¿Cemitas?
¿Pelonas, chanclas?
Y que tal, las famosísimas cremitas, flanes y paletas de la California.
Si bien seguimos disfrutando de los postres poblanos que en su totalidad surgieron en la cocina de un convento, hay que reconocer y respetar el surgimiento de otras delicias como las de La California, que cuatro generaciones hemos disfrutado poblanos de todos los estratos.
Gonzalo Ruiz García, miembro de la familia propietaria de la California, recuerda la historia de la empresa que surgió en 1935 primero como florería y frutería, en donde se comenzó a ofrecer las cremitas que conquistaron el gusto y preferencia de los poblanos que ante tal demanda, aniquilaron los servicios de florería y frutería para disfrutar los postres que 72 años después los siguen produciendo en forma artesanal con ingredientes de calidad y naturales.
Se estima que los poblanos que viven fuera del centro histórico al menos dos veces al año llegan a lo que consideramos “el banquete” de cremitas y flanes, además de las gelatinas, las paletas de nuez, las de galleta con ate, y los pambazos de tinga y mole.
Muy bien
El presidente municipal Luis Banck salió muy bien calificado en todos los círculos por el estilo que le imprimió a su informe.
Y es que la sociedad está esperando políticos hechos de otra forma, lejos del choro, la parafernalia dispuestos a sumar a todos sus gobernados, no sólo a sus cómplices que los ayudan a levitar.
¡Bien alcalde!