En esa sexta mesa se decidirán dos cosas: la continuidad del modelo económico que nos impuso Salinas de Gortari y se tomará la decisión de quién será el secretario de Hacienda, el verdadero presidente de la República.

 

Las grandes decisiones, las que afectarán para bien o mal a más de cien millones de mexicanos, serán tomadas por el secretario de Hacienda y su grupo de economistas egresados de Harvard, del ITAM, que el propio Carlos Ramírez señala como sucursal de los Chicago boys y de instituciones similares de México pero sobre todo, de los Estados Unidos.

 

No importa quién sea el candidato triunfador a la Presidencia, el control de la política económica, será del mismo grupo que desde Salinas de Gortari la ha venido manejando. Así ocurrió con Vicente Fox y Felipe Calderón.

 

Le aconsejamos que lea esa columna que Cambio publicó ayer en su página 4 y que el columnista Carlos Ramírez publica en diarios de circulación nacional.

 

El Estado mexicano seguirá siendo ajeno a la desigualdad social y estará orientado a la estabilidad macroeconómica, esa es nuestra desgracia.

 

Las protestas, las inconformidades de los priistas, sus exigencias, se irán acallando a base de distribuir candidaturas que ahora, al unificarse las elecciones federal, estatal y municipales, habrá hasta para aventar pa’rriba.

 

Una frase que publica el autor de Indicador Político lo dice todo: El secreto de la política radica en cambiar las reglas todas las veces que quieran, pero dejar el mismo juego.

 

Y mientras los delegados priistas discuten y se pasean en los lugares donde están ‘luchando’ por su partido, aquí en Puebla estalló una guerra entre la dirigencia local del PRI y la agrupación Antorcha Campesina, que puede ser nefasta para ambas partes.

 

Tan pronto se supo de las acusaciones que la dirigencia del PRI local lanzó contra Antorcha, que ha sido organización aliada del PRI, surgieron voces del mismo partido que piden que cese el pleito y que se establezca un diálogo. Lo demandan la senadora Lucero Saldaña y el también senador Ricardo Urzúa.

 

Parece que el problema es por la candidatura a la presidencia municipal de Atlixco, donde la precandidata con más fuerza, es la diputada federal profesora Hersilia Córdova Morán y eso ha provocado el enojo de algunos priistas atlixquenses que desde la desaparición de la CROM como fuerza política regional, han aspirado a ocupar ese cargo que quien sabe por qué, les ha venido ganando el PAN desde hace varios ayeres.

 

Socorro Quezada Tiempo, la dirigente estatal del PRD, no se dará por vencida y luchará por todos los medios para evitar que el comité nacional de su partido la deponga como dirigente en el estado.

 

En realidad la dirigente ha dicho lo que muchos perredistas han venido diciendo en público y en privado: que se oponen a una alianza entre su partido y el PAN que representa a la derecha.

 

El problema es que Quezada Tiempo ha sido considerada siempre como parte del grupo del senador Miguel Barbosa Huerta, quien ya renunció al perredismo y ahora milita en las filas de Morena e incluso trabaja para obtener la candidatura a la gubernatura del estado por ese partido.

 

Como le informamos hace unos días, siguen saliendo figuras importantes del PRD para pasarse del lado del partido de Andrés Manuel López Obrador, Morena, que ahora es refugio de ex priistas y ex perredistas.

 

Pablo Gómez y Leonel Godoy fueron las últimas figuras del perredismo que anunciaron su paso a las filas de López Obrador.

 

En el PAN las cosas no andan bien que digamos. En Puebla la lucha es entre dos grupos: los tradicionales que encabezan Humberto Aguilar Coronado y Eduardo Rivera, y los morenovallistas encabezados por Eukid Castañón y Jorge Aguilar Chedraui. El primero coordina a los diputados federales y el segundo a los diputados locales.

 

En vísperas del inicio de los procesos electorales para el 2018, todos los partidos políticos andan metidos en rencillas internas que lógicamente no les ayudarán mucho para las elecciones.

 

Y esto no es por diferencias ideológicas, por disputas por los programas que deben aplicarse para la solución de los graves problemas que padecemos, sino por los numerosos puestos de elección popular que estarán en juego, es una disputa por los huesos, para decirlo claro.