Martes, 16 de Abril del 2024
Lunes, 13 Febrero 2017 02:22

Vivíamos mejor, cuando estábamos peor

Vivíamos mejor, cuando estábamos peor Escrito Por :   Gabriel Sánchez Andraca

José Ángel Conchello, un panista fuera de serie como hay muchos se opuso cerradamente al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, afirmando que era como si la cadena de tiendas de autoservicio, Walmart, hiciera un tratado con la tiendita de la esquina. La economía estadounidense, nos iba a aplastar.


Pero el presidente Carlos Salinas de Gortari decía lo contrario. México iría a la gloria, formaría parte del primer mundo y anticipándose a todo eso y precisamente cuando fue asesinado Luis Donaldo Colosio, el candidato priista a sucederlo en el mando, le llegó la noticia de que México había sido aceptado como miembro del club de ricos. Ya pertenecía a la OCDE, donde hemos sido los coleros en todo: en salario mínimo, en educación, en índice de desarrollo.

 

La idea de Salinas era convertirnos en un país maquilador de las empresas gringas, es decir, teníamos mucho que ofrecer: grandes recursos naturales y mano de obra barata. Lo que ellos estaban buscando.

 

Si llegaron a nuestro país grandes empresas automotrices, tanto de Estados Unidos como de Japón o Alemania, se debió a eso, a que ofrecíamos mano de obra barata y una gran cercanía con el mercado más importante del mundo, ya que somos, queramos o no, vecinos de EU.

 

 Para las empresas automotrices como la Ford, a las que está espantando Donald Trump para obligarla a regresar a los Estados Unidos, es mucho más redituable fabricar sus autos en México donde paga a sus obreros 4 dólares por hora de trabajo, que seguirlo haciendo en su país donde el salario de los trabajadores va de 14 a 16 dólares por hora.

 

Y a eso llama el señor Trump, aprovecharse de los Estados Unidos.

 

En México, las grandes empresas transnacionales, cuentan con infinidad de beneficios además de los bajos salarios que pagan a sus obreros, ya que tienen exenciones de impuestos, terrenos para instalarse a bajísimo costo, dotación de los servicios que requieran, como agua, drenaje, electricidad, con cargo al erario público, en fin…

 

Reciben tantos beneficios, que llegan a creerse superiores al Estado mexicano. No hay que olvidar que allá en los primeros años treinta, el general Lázaro Cárdenas, jefe de la zona militar de Veracruz, acompañado del general Francisco J. Mújica hicieron una visita a una de las empresas petroleras que operaban en México (antes de la expropiación) Era una visita de cortesía del jefe de la zona militar a la principal empresa que había en la región.

 

Hubo muchos problemas a su llegada, dado que no lo atendían. Cuando se apersonó con un jefe de oficina, éste lo hizo esperar casi una hora y al fin fue recibido por funcionarios segundones. Eso no lo olvidó nunca el general ni tampoco su acompañante, y se dice, que pudo influir después, cuando ya era presidente para hacer lo que hizo, expropiar la industria petrolera, cuya reacción fue la típica de un patrón enojado: “Te vas a arrepentir de esto”.

 

Ahora llega a Estados Unidos un presidente que cree en la supremacía blanca y ve entre los negros y los morenos o los de ojos rasgados y los mahometanos no sólo a seres inferiores, sino a criminales que están degradando la ejemplar vida de los blancos, ejemplo para el mundo.

 

Y lo primero que se le ocurre es construir una gran barda, una muralla, entre su país y el nuestro, para que ya no crucen la frontera los mexicanos traficantes de drogas, violadores; además de detener en sus aeropuertos a cientos de personas de religión mahometana, impidiéndoles su ingreso.

 

Y ahora resulta que hemos abusado tanto de los EU, que hay que revisar el Tratado de Libre Comercio, que tantos perjuicios ha provocado a los pobrecitos gringos que hasta sin trabajo se han quedado.

 

Habría que ver si el Tratado nos conviene o no a nosotros. Hay expertos en materia económica que dicen que dicho tratado es prescindible, que podemos vivir mejor sin él que con él,

 

En primer lugar, dejaríamos de depender de los Estados Unidos y volveríamos a nuestro sistema de sustitución de importaciones que nos estaba convirtiendo en un país independiente; al concentrarnos en lo nuestro, dejaríamos de ser dependientes alimentarios, sobre todo de productos básicos como maíz, frijol, arroz; y seguiríamos vendiendo a quien nos quiera comprar nuestro aguacate, nuestro atún, nuestras frutas, legumbres y hortalizas que tienen gran aceptación en el mundo.

 

Dejaríamos de entregar nuestras minas a consorcios extranjeros para que ya no arrasen nuestros bosques, contaminen nuestras aguas y en poco tiempo terminen con nuestra riqueza de oro, plata y otros metales que no pudieron acabar en 300 años de dominio los conquistadores españoles.

 

Antes del Tratado de Libre Comercio negociado por Salinas, crecíamos a un ritmo del 6 por ciento anual. Después del tratado, nuestro crecimiento fue del uno y dos por ciento en tiempos de Fox y de menos uno, en tiempos de Calderón.

 

El panista José Ángel Conchello, quien murió en un no aclarado accidente de tránsito cuando era senador de la República y había denunciado que los gringos ya estaban explotando petróleo en nuestras aguas profundas, concretamente en ‘la dona’ del Golfo de México, fue un profeta. Dijo con muchos años de antelación lo que estamos viendo ahora.

 

 

La importante manifestación de ayer en la capital del país, con réplicas en varias ciudades de la República, constituye una muestra de la unidad nacional que la actitud del presidente del país vecino del norte ha provocado entre los mexicanos, pero también debe verse como una crítica al gobierno de nuestro país, por ser tan tibio en sus reclamos al güero yanqui, que en su locura de poder se cree superior.

 

 

 

comments powered by Disqus