Si la muerte de Mara Castilla es un cúmulo de trágicas irresponsabilidades, la presencia de Ricardo Alexis N al frente de un coche Cabify es un cúmulo de negligencias y corrupciones criminales.
Resulta que la agresión a la joven no fue un acto aislado, sino que el tipo ya tenía antecedentes como infractor penal pues según Víctor Carrancá fue huachicolero. Cayó este mismo año, el cinco de marzo justo cuando arreciaba la ‘guerra’ contra los chupaductos.
Ricardo Alexis N, según el fiscal, fue sorprendido transportando bidones de combustible robado. Fue remitido a la delegación local de la PGR, pero no hay informes de que haya sido procesado. La versión más lógica es que lo liberaron sin imputarle la causa penal.
Es decir, Ricardo Alexis disfrutó su primera impunidad del año, pero no la única.
Al mismo tiempo que la hacía de huachicolero, también era socio propietario en UBER, pero según informó la empresa, fue dado de baja en mayo del 2017 “por incurrir en comportamientos que van en contra de nuestros protocolos de seguridad para los usuarios y la aplicación”.
UBER salió a deslindarse oportunamente ante el misil de mierda que el director de Cabify le había lanzado en entrevista con Ciro Gómez Leyva al señalar que Ricardo Alexis N había sido conductor de sus rivales ‘creo en Ciudad Juárez’.
En su comunicado, UBER no detalló en qué tipo de comportamiento que violaba sus protocolos de seguridad incurrió el presunto asesino de Mara Castilla.
La comunidad de UBERS sí recuerda al muchacho; se hizo famoso por hacer cobros fraudulentos con tarjetas de crédito. Simulaba los trayectos luego los cargaba. Cuando le demostraron su pillería, lo corrieron de la plataforma.
Pero nadie lo denunció. El violador y asesino de Mara disfrutó su segunda impunidad del año.
Con tanta ‘suerte’ a cuestas, Ricardo Alexis se enroló en Cabify.
Nadie checó sus antecedentes con una empresa similar previa y como no había enfrentado causas penales, la Fiscalía le liberó su carta de antecedentes no penales para cumplir todos los requisitos señalados por la ley, así como en los ‘estrictos procesos de reclutamiento’ de la aplicación.
El depredador, otra vez, se puso al volante y esperó paciente la oportunidad de cometer un ilícito.
Dicen en la plataforma que realizó casi 180 viajes sin ninguna queja.
Pero el ocho de septiembre la bestia psicópata se desató. Llegó a Torres Mayorazgo con Mara Castilla en el asiento trasero, probablemente dormida o inconsciente.
Tardó varios minutos en decidirse, dio varias vueltas y arrancó.
Es un criminal, claro.
Pero también lo son quienes irresponsablemente le confiaron la seguridad de pasajeros pese a sus antecedentes previos de huachicolero y defraudador en UBER.
El Estado fallido llevó a Ricardo Alexis al frente de ese Cabify.
La sociedad omisa no denunció sus ilegalidades previas.
La impunidad lo dejó ileso dos veces.
La PGR lo tuvo en sus manos y lo dejó ir sin procesarlo.
La Fiscalía le entregó su carta de antecedentes no penales.
Entre todos produjeron un depredador sexual que esperaba una oportunidad, y el ocho de septiembre la encontró.
Lo escribió Hannah Arendt: esto es la banalidad del mal.