Jueves, 18 de Abril del 2024
Miércoles, 18 Octubre 2017 22:30

¿Cómo le dirá Peña a Osorio Chong que él no y Meade sí?

¿Cómo le dirá Peña a Osorio Chong que él no y Meade sí? Escrito Por :   Arturo Rueda

Peña Nieto se ha propuesto hacer funcionar en 2017 la liturgia priista del Tapado, un mecanismo que se rompió desde 1988 y no pudo arreglarse. Cada desajuste de ese mecanismo fue cada vez más traumático para el propio partido y crítico para el sistema político en su conjunto


Es una cuestión antropológica más que cultural: objetivamente sabemos que las posibilidades del PRI de retener Los Pinos es casi nula, pero nada seduce más a la elite nacional que el espectáculo del Tapado. O místicamente, como lo dijo Peña Nieto, la liturgia sexenal del PRI.

 

Una liturgia es un conjunto de ritos o rituales. Aunque la acepción se identifica con la misa religiosa, en realidad es resultado de la tradición, es decir, la práctica reiterada durante años y años con mínimas variaciones alrededor de la cual, se genera un consenso casi absoluto.

 

Peña Nieto se ha propuesto hacer funcionar en 2017 la liturgia priista del Tapado, un mecanismo que se rompió desde 1988 y no pudo arreglarse. Cada desajuste de ese mecanismo fue progresivamente más traumático para el propio partido y crítico para el sistema político en su conjunto.

 

La última vez que funcionó bien fue en 1982: López Portillo escudriñó en los hados un futuro económico problemático para México e impuso a Miguel de la Madrid. Pero éste ya no tuvo el mismo margen de maniobra: el destape de Salinas de Gortari provocó una ruptura interna y externamente dio paso a la transición democrática.

 

Salinas creyó reparar el mecanismo, pero sus propias dudas y la competencia interna con métodos no democráticos mataron a Luis Donaldo Colosio. En su desajuste, hicieron Presidente a un no priista que en 2000 decidió pasar a la historia entregando Los Pinos a la oposición.

 

Las formas autoritarias volvieron a mostrarse en 2006: Roberto Madrazo liquidó mediáticamente a su oposición interna, se impuso a sí mismo como candidato presidencial y sufrió tantas traiciones desde dentro que acabó en el tercer lugar de la carrera.

 

Sin pater familae, el PRI hizo uso de una lógica mínimamente democrática en 2012, y las encuestas parieron a un candidato arrollador, Enrique Peña Nieto quien devolvió a Los Pinos a quienes sí sabían hacerlo.

 

De cara a su sucesión presidencial, el mexiquense quiere romper las reglas que lo hicieron a él candidato —las encuestas— y volver al proceso autoritario de la imposición de una sola voluntad. El regreso del Dedo Divino. Yo veo difícil que funcione.

 

La exaltación de la liturgia, de la imposición antidemocrática, de la tradición del Dedo de Oro, es lo que Peña Nieto defendió hace un par de días frente a un grupo amplio de periodistas y comentócratas embobados por el funcionamiento a tope del mecanismo.

 

El juego del Tapado, sin embargo, funcionaba como un teatro entre sombras: todo mundo sabía lo que pasaba, pero todos fingían que no mientras los mecanismos ocultos del poder entraban en funcionamiento hasta que llegaba el momento del parto, del alumbramiento de un Nuevo Sol.

 

La batalla era esencialmente interna, y aunque sólo había un ganador, en realidad nadie era  perdedor porque el PRI se mantenía siempre en el poder. El pastel, rebanadas o migajas, siempre seguía repartiéndose. No había otro lado a dónde ir, así que era mejor quedarse.

 

Ahora, con la competencia democrática, no hay garantía alguna de pastel en forma de rebanadas o migajas. El teatro entre sombras desapareció y ahora todo se ejecuta a luz pública. La competencia es abierta y las tensiones internas acumulan un flujo explosivo de energía cada vez más difícil de contener.

 

La tensión se siente en el ambiente político, y Peña Nieto la alargará lo más posible porque el Destape es su último momento estelar en la historia.

 

Todo eso de la liturgia suena bien hasta que el Presidente quiere romper las reglas que lo hicieron candidato y hacer a un lado al mecanismo que lo ungió, las encuestas, para sustituirlas por el Oráculo.

 

En todos los sondeos, Osorio Chong es el priista mejor posicionado y José Antonio Meade aparece muy atrás. Afirmar que el prianista es más competitivo que el titular de Segob es sólo una hipótesis que puede no ser verificable en la realidad de la competencia.

 

Hoy por hoy, Osorio Chong es el mejor.

 

¿Cómo Peña va a decirle que no?

 

¿Y qué hará Osorio Chong cuando le digan que no?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

comments powered by Disqus