Sábado, 20 de Abril del 2024
Martes, 24 Octubre 2017 22:32

Barbosa, el amo del oportunismo político

Barbosa, el amo del oportunismo político Escrito Por :   Arturo Rueda

El dúo Moreno Valle-Barbosa transitó cordialmente a lo largo de casi todo el sexenio. Tanto que cuando el perredista abandonó el hospital tras la amputación de su pierna por una diabetes mal cuidada, el ex gobernador le dio muestras públicas de cariño y empujó su silla de ruedas durante una gira en Tehuacán. Era el hermano que nunca tuvo.


Las bases de Morena en Puebla andan en estado de shock con la designación de Luis Miguel Barbosa como su candidato a la gubernatura. Simplemente no lo digieren, ni se ven haciendo campaña a su lado.

 

Ese estado de shock es comprensible porque no hay muchas formas de resolver una contradicción evidente: cómo harán campaña con el ex perredista rechazado frontalmente por el Consejo Estatal y que solamente obtuvo catorce votos en la instancia interna.

 

No es la única contradicción. Como dueño del PRD poblano, Barbosa fue un aliado inestimable de Moreno Valle para construir las megacoaliciones del 2010 y 2013. Fue aplaudidor, defensor, promotor y beneficiario.

 

El dúo Moreno Valle-Barbosa transitó cordialmente a lo largo de casi todo el sexenio. Tanto que cuando el perredista abandonó el hospital tras la amputación de su pierna por una diabetes mal cuidada, el ex gobernador le dio muestras públicas de cariño y empujó su silla de ruedas durante una gira en Tehuacán. Era el hermano que nunca tuvo.

 

Ese dúo solo se rompió cuando Moreno Valle quiso apropiarse del PRD poblano, expulsar a los barbosistas vía el ‘borrachales’ Luis Maldonado Venegas. Ya nada fue igual después y aunque Barbosa nunca se reconcilió, tiene la marca morenovallista en su frente.

 

Si el rechazo de las bases de Morena y su pasado morenovallista fueran poco, Barbosa fue un personaje funcional a Peña Nieto y el priísmo como jefe de la bancada perredista en el Senado en los tiempos del Pacto por México.

 

Como senador del PRD, jefe de la bancada y luego Presidente del Senado, Barbosa fue un activo que impulsó la Reforma Educativa, la Laboral, la Fiscal y solamente se excusó de apoyar la Reforma Energética y la privatización del petróleo. En ese sentido, Barbosa no fue aliado, sino cómplice de Peña Nieto.

 

Estas tres contradicciones son las más destacables en una carrera política plagada de ellas.

 

Por ejemplo, cuando el joven tehuacanero ingresó al Sol Azteca, y tras granjearse el apoyo de los cabecillas del momento, se apropió del partido y luego los expulsó para convertirse en el cacique gordo del PRD.

 

O su acercamiento de años con ‘Los Chuchos’, lo que lo llevó a presidir esa corriente, luego alcanzar la diputación federal y más tarde la senaduría plurinominal. Pero después rompió con ellos para crear su propia tribu.

 

O cuando siendo funcional todavía a ‘Los Chuchos’ por un lado, y a Emilio Gamboa y Peña Nieto por el otro, se lanzó en contra de López Obrador acusándolo de tener una soberbia infinita, para, unos meses después, destripar la fracción parlamentaria del PRD, llevarse once senadores a Morena y ponerle el último clavo al ataúd del Sol Azteca.

 

Una carrera política con tantas contradicciones, tan longeva y a la vez exitosa nos revela a Barbosa como un amo del oportunismo: sabe cuándo aliarse y cuándo romper. Eso no lo hace una figura electoral atractiva, pero sí le da carácter de figura política capaz de enfrentarse al aparato morenovallista.

 

Por el contrario, Enrique Cárdenas exudaba la ingenuidad de un profesor que, a la hora de saltar a la aventura de la encuesta, se olvidó de releer El Político y El Científico, obra cumbre del sociólogo Max Weber, con lo que se hubiera evitado el ridiculazo de prestarse a los intereses oscuros de personajes como Hugo Scherer, para que todo terminara en tremendo berrinche ante los medios acompañado por su esposa.

 

El Profesor Cárdenas se olvidó del apotegma weberiano: mientras el científico busca la verdad, el político no. En ese sentido, puede comer toneladas de mierda sin hacer gestos. Por eso, cuando Hugo Scherer le dijo a Barbosa que López ya tenía candidato, se alineó sin problemas y con eso ratificó su lealtad al proyecto del tabasqueño.

 

Morena en Puebla ya tiene candidato, y según la doctrina de López Obrador, es problema de los poblanos organizarse. Las encuestas le dan la razón, como la presentada ayer por Mas Data pues en la presidencial arrasa con más de 22 puntos. Ya será problema de Barbosa y las tribus locales ganar el gobierno estatal. Aunque están en rango de empate técnico, les falta mucho.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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