Sábado, 20 de Abril del 2024
Martes, 07 Noviembre 2017 09:18

Peña Nieto, el activo tóxico del PRI que reprueban 8 de cada 10

Peña Nieto, el activo tóxico del PRI que reprueban 8 de cada 10 Escrito Por :   Arturo Rueda

¿Cómo puede aspirar el PRI a retener la presidencia, ganar gubernaturas, alcaldías, diputaciones y senadurías, si el Presidente emanado de ese partido es un lastre? Lejos de ser un activo, es un pasivo tóxico del que ningún candidato querrá acercarse para no contagiarse de ese 80 por ciento de desaprobación


En tiempos de destape, la clase política tricolor pondera la fortaleza política de Enrique Peña Nieto para conducir su propia sucesión basado en un supuesto crecimiento de la evaluación a su gestión como resultado del eficaz papel desempeñado durante la crisis de los terremotos en Chiapas, Oaxaca, Puebla, Morelos y CDMX.

 

Nadie sabe qué entiende por eficacia esa clase política, ni qué datos tengan, pero una rápida revisión a las encuestas señala que la imagen del mexiquense es simplemente desastrosa y no tuvo ninguna mejoría a partir de los terremotos. De hecho, no hay forma de mejorar la mala imagen que tiene entre los mexicanos.

 

En otras palabras: Peña Nieto es la infección del PRI, el virus que los tiene en la lona rumbo a la elección presidencial. Y eso, que en cualquier otro sistema político sería motivo para el surgimiento de un nuevo grupo que disputara la nominación, en el priismo es el respeto a la inveterada consuetudine de la institucionalidad para dejarle el monopolio de la decisión.

 

Con el dedazo del presidente hasta la ignominia, por más que ésta haga que se pierda la Presidencia, la mayoría de las cámaras y quién sabe cuántas gubernaturas de las catorce que le quedan al ex partidazo.

 

El PRI es un paciente enfermo y la enfermedad se llama Peña Nieto. En Puebla, por ejemplo, aunque la candidatura de Enrique Doger todavía es competitiva, el presidente es un lastre por su pésima imagen, pues el mexiquense es la autoridad peor evaluada según una encuesta de Mas Data.

 

Veamos los números del sondeo levantado por la empresa de Pepe Zenteno:

 

Solamente el 18 por ciento de los poblanos avala la forma de gobernar de Enrique Peña Nieto, frente a un 80 por ciento que lo desaprueba, con un marginal 2 por ciento que manifiesta no saber, además que le otorgan una calificación promedio a su trabajo de 3.4 sobre una base de 10.

 

Después, en orden de mejor evaluada le sigue el alcalde Luis Banck Serrato, a quien aprueban 28 por ciento de los encuestados, frente a un 44 por ciento de poblanos que se muestran en desacuerdo. El presidente municipal todavía tiene un gran margen de mejora, pues 28 por ciento manifiestan ‘no saber’, lo que sin duda lo hará redoblar esfuerzos en materia de comunicación para convencer a esos indecisos.

 

Banck recibe una calificación promedio de 4.3 sobre una base 10, esto es, casi un punto más que el presidente Peña Nieto.

 

Antonio Gali Fayad es la autoridad mejor evaluada en estos tiempos turbulentos, 47  por ciento de los encuestados avalan su forma de gobernar, mientras que 49 por ciento lo rechaza, con un 5 por ciento que manifiesta no saber.

 

¿Cómo puede aspirar el PRI a retener la Presidencia, ganar gubernaturas, alcaldías, diputaciones y senadurías, si el Presidente emanado de ese partido es un lastre? Lejos de ser un activo, es un pasivo tóxico del que ningún candidato querrá acercarse para no contagiarse de ese 80 por ciento de desaprobación.

 

Ya sea Meade, Osorio Chong, Narro o Nuño el destapado; ya sean Doger o Lastiri los candidatos a la gubernatura, tendrán que hacer campaña en solitario sin hacer referencia a Peña Nieto o a sus reformas, a reserva de contagiarse de su desaprobación. Un activo tóxico, como las casas con hipotecas.

 

Sólo la ‘institucionalidad’ de los priistas permite que Peña Nieto, pese a sus desastres gubernamentales, tenga pleno poder político para imponer al candidato presidencial del tricolor. Su imagen es la receta del desastre para cualquier potencial candidato.

 

 

 

 

 

 

comments powered by Disqus