Para alguien que vive en una ciudad, entender que existen regiones del país que se rigen a través de usos y costumbres puede parecer difícil. Entender que sus reglas y castigos implican golpes o trabajos forzados nos puede escandalizar.

Meade se aprovecha de este distanciamiento que las clases urbanas viven de otras realidades del país para llamar la atención.

En contraste, AMLO está más cerca de los que su realidad es vivir bajo una ley comunitaria y estar alejado de lo que para muchos es “la civilización”. Son estas comunidades a las que no ha llegado la modernidad, en donde no hay oportunidades y el futuro es sobrevivir hoy.

Académicamente, estas dos realidades existen en todo el mundo y se explican como un rezago en los avances tecnológicos; así como lo hubo en la revolución industrial. Otros, achacan estas diferencias a una mala distribución de capital. Tal vez es un poco de las dos.

Entonces, estas visiones tan diferentes tienen versiones opuestas de una misma historia. Lo que para Meade es una víctima, para AMLO es una infractora en la comunidad según sus usos y costumbres. Y así, Nestora es víctima y victimaria a su vez.

Según me dicen, mucha tinta se han gastado grandes abogados en el mundo tratando de conciliar los usos y costumbres con la ley y los derechos humanos. Así que parecen tierras arenosas, pero para el círculo rojo y los medios que tienden a sacar de contexto cualquier cosa que parezca violación a derechos humanos, maltrato o abuso esta es nota jugosa de varios días (incluida su servidora).

Entonces con estos antecedentes, ¿qué pretendía Meade? ¿Usó este caso para denunciar la “mala” selección de candidatos de Morena? ¿Para señalar que hay un problema en el sistema de justicia del país que suelta a “secuestradores”? ¿Para distanciarse de Peña Nieto y señalar deficiencias en su administración?

¡Híjole! Creo que hay muchos ejemplos más contundentes que este. Y lo que el caso de Nestora me dice a mí, junto con la profunda división que esta elección está delatando, es que urgen puentes para acercar estas dos realidades de México.

Ninguno de los candidatos parece ofrecer esto. Están radicalizados para defender un lado u otro de la realidad. Por eso nadie entiende al otro y nadie escucha al otro; vienen de contextos y experiencias totalmente distintas.

Es momento de sensibilizarse, abrirse a escuchar otras historias y buscar entender contextos distintos. Sólo así ganamos todos…