Acepté y lo hice porque estoy convencido que los medios de comunicación ayudan a construir mejores sociedades y, en consecuencia, mejores países.

En México, en los últimos años, hemos visto cómo los medios de comunicación se convirtieron en contrapeso del poder, en críticos de las decisiones, en denunciantes de actos ilegales.

Esto se ha logrado con la independencia de los medios, con la libertad de expresión y con el respeto hacia el trabajo de los comunicadores.

Y ahora, ante una nueva administración, el papel de los medios de comunicación será fundamental para que el país siga moviéndose hacia adelante.

A nadie conviene medios de comunicación silenciados, sumisos o disminuidos, porque lo primero que se va al caño cuando las libertades se empiezan perder, es la libertad de expresión.

Hoy, más que nunca, debemos impulsar esa libertad como una forma de democratizar a la sociedad.

Las redes sociales cumplen con un papel fundamental, de denuncia, de apertura a la sociedad, y deberán ir evolucionando hasta generarles a los ciudadanos la confianza suficiente para creer totalmente lo que ahí se dice.

Mientras eso ocurre, los medios de comunicación serán los encargados de informar, difundir, vigilar, criticar y cuestionar lo que la nueva administración haga o deje de hacer.

Y cada uno lo hará desde su posición, sin que por ello su opinión valga menos o tenga una intención soterrada.

Hoy, además de los medios tradicionales, tenemos medios digitales que han irrumpido con fuerza en nuestro sistema democrático, y sin tantas ataduras han logrado posicionarse para difundir información con calidad.

Los medios de comunicación, pues, se han convertido en referentes de la sociedad.

Lo mejor es que sigan así, fuertes, objetivos, aprovechando su libertad.