Son múltiples las voces que se atreven a externarlo: sólo una alianza entre el priismo peñista y Ricardo Anaya Cortés puede detener a Andrés Manuel López Obrador.

 

Los intereses financieros que están en juego son gigantescos, descomunales. Las declaraciones de AMLO han causado no preocupación, sino pánico en la cúpula empresarial aliada al peñismo. Es desde ahí, desde los escritorios de ‘Don Billetes’ de donde salen las señales que urgen la declinación de facto de Meade para dejar paso libre a la candidatura de Anaya.

 

Las candidaturas independientes, la de Margarita Zavala y Jaime Rodríguez ‘El Bronco’ se sumarían a la estrategia bajando el perfil de sus campañas para dar paso a un solo cazador en persecución del puntero de Morena.

 

Como nunca antes, el gran capital, la burbuja de los poderosos, los que son referencia obligada en la Bolsa Mexicana de Valores, los magnates de Forbes y Expansión se subieron al ring electoral.

 

La rueda de prensa de Carlos Slim fue la prueba inapelable, indiscutible de la preocupación de la cúpula financiera. Pensaron que bastaría la sola voz del hombre más acaudalado de México para descarrilar a López Obrador. Nada de eso ocurrió.

 

En contrario sensu los medios críticos, portales informativos y redes sociales evidenciaron los enormes intereses económicos que unen a la cofradía empresarial con el régimen peñista. Slim salió vapuleado, apaleado de una incursión no electoral, sino electorera.

 

Todas las voces, políticas y empresariales, que conforman la plutocracia mexicana (el gobierno del dinero), urgen el repliegue táctico de José Antonio Meade para volcar ‘toda la fuerza del Estado’ en favor de Ricardo Anaya. Afirman que solo así se puede detener a AMLO.

 

Pero ocurre que –hasta este momento-, un personaje no está dispuesto a esa cesión, a esa declinación de facto.

 

Y es que el protagonista en entredicho no acaba de perdonar, ni digerir los discursos y las palabras de Anaya, mismas que considera excesivamente hostiles y ofensivas.

 

El candidato del Frente en uno de sus discursos cambió la mesura por una arenga incendiaria y expresó: ‘Vamos a sacar al PRI de los Pinos, esos que preparen sus maletas’. Peña Nieto tomó esa proclama como una agresión personal en contra de su familia. Algo que el mandatario considera imperdonable.

 

En el fondo, en la soledad de la silla presidencial, Peña Nieto se niega a conceder la declinación, la cesión estratégica de su candidato.

 

Y aunque el mismo Meade se percibe sin convencimiento de su propia campaña tiene que seguir adelante, porque el comandante en jefe del priismo se niega a ceder la cabeza de su proyecto transexenal.

 

Se trata de una cuestión pura y llanamente visceral. Peña no puede concebir el triunfo de López Obrador, pero tampoco digiere el ascenso de Anaya.

 

El movimiento de bajar a Enrique Ochoa Reza por René Juárez Cisneros solo es un cambio de maquillaje. El guerrerense es un priista de la vieja escuela; pero no tiene ni la estatura, ni la estrategia para relanzar la anémica campaña de Meade.

 

Políticos de todos los niveles, pero sobre todo la élite empresarial, urgen a un cambio de estrategia: llevar a Meade al limbo electoral para encumbrar a Anaya.  Solo hay un problema para todos ellos; el primer priista, el presidente de la República en una reacción visceral se niega a ceder el poder a Anaya.

 

Y mientras esto sucede Andrés Manuel sigue creciendo en las encuestas y mediciones.

 

Solo esperemos que la desesperada plutocracia no piense en recurrir a acciones extremas. De ninguna manera debe olvidarse que la historia de este país está escrita sobre capítulos radicales que cambiaron el destino de un momento a otro.

 

Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., sin mx.