Desde luego que éstas corresponden a los días felices de la infancia, “nuestra infancia”, en la que no había celulares ni tabletas para sacar fotos a cada rato.
Entonces la camarita buena y la regular se sacaban para los días de las fiestas, las excursiones y los grandes momentos de la familia, no como ahora que todo el tiempo le hacemos el click a la cámara, aunque después las perdamos cuando cambiamos de aparato, o nos la roban.
¡Qué días de nuestra infancia!
En las casas a la mejor se escuchaba hablar a los adultos de apuros económicos, pero no como hoy que en muchos hogares o comen o se pagan las combis para ir a la escuela.
En esos días muchos niños salían de su casa y se dirigían a la parada del camión para transportarse a la escuela sin ningún problema.
Hoy en algunos casos muchos niños siguen en la misma rutina; pero cuando no los dejan descalzos, porque les roban los tenis, los dejan sin mochila. Y los que llevan celular por muy sencillo que sea, se los roban.
En otras familias a los pequeños ya no se les deja en el camión, se les lleva hasta las puertas del plantel ante los problemas de inseguridad, y si no alcanza para la combi, ni modo, no van a la escuela.
En aquellos días los niños comíamos tres veces al día y llevábamos un lunch. Ahora hay familias que comen una y hasta dos veces, y no hay presupuesto para un lunch.
En aquellos tiempos los niños de la cuadra salían a jugar partidos de futbol, beisbol, el toro, a saltar la cuerda, jugar en rondas, brincar el avión, saltar la cuerda individual o en grupo y compartir las grandes hazañas del día a día.
Hoy esto ya no es posible ante los riesgos de la inseguridad, el exceso de vehículos en circulación con conductores irresponsables.
En aquellos tiempos los juguetes los recibíamos en Reyes y en nuestros cumpleaños. Hoy todo el tiempo hay ofertas y promociones para comprar lo último ahora y pagar a meses y años.
Así es posible que muchos niños tengan muchos regalos a lo largo del año, sin motivo, a veces por competir entre familiares y amigos. Pero… muchos de estos niños no tienen la oportunidad de disfrutar de sus papás porque están trabajando.
A diferencia de aquellos tiempos en los que la mamá estaba en el hogar y gobernaba apoyada por una chancla, un cinturón o una cuchara de madera.
Avanzamos en algunas familias con el acceso a lo material.
Pero retrocedemos en la rica oportunidad de tener a una madre o un padre al lado para hacer tareas y entender la vida con sus altas y sus bajas.
¿Qué tiempos son mejores?
Cada quien tiene una respuesta.
¿Y nuestros candidatos que se comprometen a darnos más y mejor como gobernantes?