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Viernes, 15 Junio 2018 03:05

No a la eliminación del examen de admisión en la BUAP

No a la eliminación del examen de admisión en la BUAP Escrito Por :   Arturo Rueda

Planteado en términos absolutos, la eliminación del examen de admisión en las universidades públicas por impulso del presidente —o del gobernador— no sólo choca con cualquier tipo de racionalidad económica, sino también de legalidad, pues el concepto de autonomía en su gobierno las pone a salvo de injerencias políticas, tentaciones populistas o la construcción de clientelas. Son autónomas


 

Tuvieron que trascurrir 47 días de escándalos, canalladas, golpes bajos y preguntas sin respuestas para que, por fin, dos candidatos a la gubernatura disputaran sobre un asunto de fondo más allá de la inquina partidaria, acerca de la contraposición de visiones de la sociedad. Ocurrió ayer cuando Luis Miguel Barbosa y Enrique Doger acudieron al Consejo Universitario de la BUAP para presentar sus propuestas.

 

Ahí, el candidato de Morena a la gubernatura repitió lo que López Obrador dice en algunos de sus mítines pero nadie le rebate con seriedad porque se toma a vacilada: la eliminación del examen de admisión a las universidades públicas. “Se va acabar el examen de admisión en el nivel superior… La educación es un derecho del pueblo”, prometió en Xalapa el pasado 5 de junio.

 

Algo parecido, aunque menos absoluto y más racional, dijo Barbosa: conseguiré más recursos para la BUAP, apoyaré a la universidad y solamente entonces podrá hablarse de eliminar el examen de admisión. Pero lo dejó abierto. Al fin y al cabo, es una idea emanada de López Obrador y forma parte de su proyecto de la cuarta transformación.

 

“La matrícula en escuelas públicas se ha reducido por falta de apoyo de la Federación y el estado; para ampliarla hay que dotarla de recursos económicos y así podremos hablar de la propuesta de eliminar el examen de admisión”, comentó el candidato lopezobradorista ante el ceño fruncido del rector Alfonso Esparza, quien jugó póquer sin mostrar su aval o rechazo a la idea.

 

Planteado en términos absolutos, la eliminación del examen de admisión en las universidades públicas por impulso del presidente —o del gobernador— no sólo choca con cualquier tipo de racionalidad económica, sino también de legalidad, pues el concepto de autonomía en su gobierno las pone a salvo de injerencias políticas, tentaciones populistas o la construcción de clientelas. Son autónomas.

 

Desde su experiencia como rector de la BUAP, responsable de regresarle a la máxima casa de estudios en Puebla el concepto de calidad educativa que se perdió en los años 70 y 80, cuando el título universitario en el mercado laboral valía lo mismo que el rollo de papel higiénico, el priista Enrique Doger calificó como populista y demagoga esta propuesta de Andrés Manuel López Obrador adoptada por Barbosa.

 

“Es una posición populista, que suena bien, pero ¿cómo haremos para admitir a más jóvenes en Medicina? Se requieren laboratorios, bibliotecas, aulas y maestros. Ampliar la matrícula es responsabilidad de la institución, pero no eliminando los exámenes de admisión”, comentó el contendiente del Revolucionario Institucional.

 

¿Qué postura es la correcta?

 

¿La de López Obrador-Barbosa?

 

¿La experiencia de primera mano de Doger?

 

 

Entiendo y celebro el espíritu igualitario de la propuesta de eliminar el examen de admisión, pero estoy en contra porque atenta contra el espíritu meritocrático de cualquier sociedad. ¿Qué valor puede tener a lo que todos pueden acceder sin esforzarse, sin merecerlo, sin prepararse para ello? Fundamentalmente, de dónde saldrán los recursos humanos y financieros para dotar indiscriminadamente el acceso, al mismo tiempo que se asegura la calidad.

 

Porque de que todos pueden entrar sin examen, pueden. Ahora, que todos tengan calidad en su educación, se ve difícil por no decir imposible. Lo dice alguien que viene del Cenhch, donde los grupos eran de 50 estudiantes y los profesores no se daban abasto para adecuar y personalizar los contenidos educativos, sino que eran simples autómatas.

 

El Estado Mexicano ha logrado una cobertura casi del 100 por ciento en la educación básica con una muy mala calidad. Tan mala que sólo 2 de cada 10 llegan a la universidad y una minoría de ellos logra titularse. Por cierto, Barbosa es uno de los que llegó al nivel universitario, pero no se tituló. Eliminar el examen de admisión es reproducir más perfiles así. ¿Es lo que necesita México?

 

 

Incluso la idea va contra la ley de la oferta y la demanda. Aquellos con acceso a estudios universitarios, en teoría, tienen mejores ingresos y calidad de vida que aquellos que no. Y eso es, precisamente, por la diferenciación en competencias y habilidades. ¿Qué pasará cuando el factor educativo no sea un diferenciador en el mercado laboral?

 

Los rectores de las universidades guardan silencio ante este tipo de propuestas que, de entrada, resultan avasalladoras de la autonomía. Parece que las consideraban vaciladas. Ayer Esparza no se manifestó en contra o a favor pese a su evidente gesto de preocupación. Ningún rector, hasta el momento, ha combatido la idea de AMLO, quizá por considerarla demagogia u ocurrencia.

 

Pero ayer eso cambió. El rector de la UNAM, Enrique Graue, se pronunció por defender la autonomía universitaria. No dijo ningún nombre, pero el único candidato presidencial que ha presentado una propuesta que atenta contra ella, la eliminación del examen de admisión, es López Obrador.

 

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