Otra teoría del fraude electoral en Puebla cayó ayer: luego de terminar los cómputos distritales y municipales, el Instituto Estatal Electoral definió su cálculo sobre la asignación de diputados plurinominales, y oh, sorpresa, le dio la mayor cantidad a Morena, con lo que la coalición Juntos Haremos Historia tendrá mayoría en el Congreso local: 22 diputados de 41.
Aunque los ‘barbosistas’ nos habían advertido que los consejeros fraguaban una ‘machincuepa’ para darle vida artificial a los partidos morenovallistas, resultó una mentira más: PSI, PRD y Compromiso por Puebla no tuvieron asignación, y eso abrió la puerta para que el cálculo beneficiara de forma contundente a Morena, que se llevó cinco diputados de representación proporcional, muchos más que el PAN o el PRI.
La mayoría en el Congreso para Morena perfila un sexenio infernal para Martha Erika Alonso, quien vivirá un asedio permanente, día a día, a lo largo de seis años, y en un futuro inmediato no habrá forma que Puebla encuentre paz o estabilidad. El odio, la crispación, se ha instalado entre nosotros de forma permanente.
El asedio a la gubernatura de Martha Erika ocurrirá desde distintos frentes. La civilidad no parece argumento suficiente para frenar la ola de mentiras con las que Barbosa construye una posverdad ayudado por algunos medios de comunicación que bañados en pureza ocultan sus intereses, pero también por un ánimo social adverso hacia el morenovallismo, resultado del desgaste de ocho años en el poder.
El asedio, por supuesto, comenzará en el Congreso local, donde aprobar cuestiones que requieren mayoría simple como leyes o el presupuesto será difícil, pero aprobar las que requieren mayoría calificada de dos terceras partes —reformas constitucionales, designación de magistrados o comisionados— será imposible, pues los dos bandos se encuentran lejos de sumar los votos necesarios.
Ni siquiera es un asunto puramente aritmético, sino de postura política. En una mayoría plagada de odiadores, resentidos, agraviados o simplemente traidores, la racionalidad política será difícil que se imponga. Cada votación será un apocalipsis, y tampoco es que al PAN le sobre talento en sus curules, pues Gerardo Islas no va a poder multiplicarse. La curva de aprendizaje será corta.
En la comida de la victoria del pasado lunes todavía había ánimo positivo en que la situación pudiera revertirse con los cómputos distritales, ganar uno o dos espacios más en los recuentos. Pero en realidad todavía fue peor, ya que los satélites mostraron su ineficacia brutal para conseguir el umbral del 3 por ciento. Si a eso le sumamos decisiones garrafales del alto mando como en Tehuacán, se entiende que Morena haya obtenido una mayoría caminando.
El segundo punto de asedio será el coordinador del gobierno federal, nueva figura de la administración pública de AMLO y que, como adelantamos ayer, recaerá en Rodrigo Abdala según confirmó López Obrador tras la reunión con gobernadores, senadores y diputados federales.
En entrevista con CAMBIO, Abdala es políticamente correcto y afirma que su tarea será concentrarse en los 35 proyectos prioritarios y que no ejercerá de contrapeso del gobernador. Por supuesto, la lógica política indica que al manejar miles de millones de pesos y responder directo al presidente, será figura de intenso poder y con perfil sucesorio.
El estrangulamiento también llegará del Congreso de la Unión. Los senadores Armenta y Nancy son de armas tomar, y el morenovallismo cuenta con una sola diputada federal. No hay números ni tampoco experiencia.
Y ya si quieren empeorar el escenario, sumen a los presidentes municipales de las principales ciudades del estado, quienes no necesitarán ni ser corteses ni educados porque tendrán la confianza de tocar varias puertas para conseguir recursos para sus proyectos.
El cuadro político no invita al optimismo de ninguna forma, pues requerirá grandes reflejos y mucho talento en su gobierno para aflojar el lazo que los morenistas quieren poner alrededor de su cuello.