Como fuerza política regional, el morenovallismo está destripado. El modelo perverso de poner a competir a aliados del grupo mediante distintas combinaciones de partidos gracias a las candidaturas comunes fue exitoso para salvar la gubernatura, pero dejó una estela de desastres a nivel municipal. Nadie llora más las derrotas que los candidatos a presidentes municipales que si no quedaron en manos de Morena, estarán a expensas de sus rivales personales.

 

El modelo diseñado por el morenovallismo fue altamente eficiente para sostener la votación de Martha Erika Alonso, quien obtuvo un millón 152 mil votos, mientras que la sumatoria de los cinco partidos que integran el Frente —PAN-PRD-MC-CPP-PSI— obtuvieron en conjunto un millón 134 mil votos, de acuerdo con los números finales emitidos por los cómputos municipales. La votación fue pareja.

 

Sin embargo, ese millón 134 mil votos se tradujeron en pocas victorias y muchas derrotas en las elecciones de presidentes municipales, pues el morenovallismo perdió sus principales bastiones y cabeceras distritales, unas a manos de Morena y otras a manos del PRI. ¿Por qué?

 

Porque los morenovallistas se dividieron en dos y hasta en tres planillas en vez de presentar una sola.

 

Ningún municipio ejemplifica mejor esta situación que Tecamachalco. Mier Bañuelos por PAN-PRD sumó 9 mil 471 votos, Isaac López Ponce por CPP-MC 7 mil 115 y el de PSI 2 mil 359. Entre las tres candidaturas divididas del morenovallismo sumaron 18 mil 945 votos, casi el doble de la candidata de Juntos Haremos Historia que sumó 10 mil 682 y ganó.

 

En Tecamachalco, si el Frente hubiera ido unido, ganaban caminando la elección quizá con 14 mil votos. Pero al alentar el enfrentamiento entre Mier Bañuelos y el edil Saturnino a través de su hermano, y dejando suelto al PSI, Morena se hizo con la alcaldía con casi la mitad de los votos que sumó el morenovallismo.

 

San Andrés Cholula es paradigma de los efectos de la dispersión, pues cada partido fue en solitario, lo que provocó que el PAN perdiera ese municipio por primera vez en 23 años. Si todos los partidos morenovallistas hubieran ido juntos habrían reunido 26 mil 778 votos, tres mil más de los 23 mil 814 con los que Karina Pérez Popoca ganó el municipio para Morena. En solitario, el PAN casi llegó a los 20 mil con Edmundo Tlatehui, pero no le alcanzó por la dispersión. 

 

En Huauchinango prácticamente ocurre lo mismo. Morena gana con 15 mil 688 votos al menor de la dinastía Martínez Amador que llevaba paquete completo, excepto una candidatura común respalda por CPP-PVEM. Si hubieran ido todos juntos, la dinastía habría sumado casi 20 mil y conservarían la perla de la Sierra Norte.

 

Por supuesto, no todas las derrotas municipales se explican así. Otras tienen como causa primaria la pésima selección de candidatos. Ejemplo es Tehuacán. René López Cárdenas fue un terrible candidato barrido por el empresario Patjane. Ahí ni la suma de todos los partidos morenovallistas alcanzaba para competir. El empresario radiofónico provocó un cataclismo electoral que detonó una gran suma de votos para Morena.

 

¿Quién se equivocó en elegir a López Cárdenas? Pues los mismos que le permitieron a Toño Vázquez imponer a su novia Corona Salazar como candidata por Teziutlán pese al parentesco y a que ella ya había sido alcaldesa de otro municipio de la región.

 

Los mismos que también se equivocaron al permitir que la esposa de Manuel Madero, el edil de Izúcar, se convirtiera en candidata del PAN-PRD, además enviaron a otra morenovallista, Conchita Cázares por CPP-MC. Ni juntos competían porque Melitón Lozano los barrió con más de 12 mil votos. La esposa del edil arañó los 5 mil votos y Conchita sobrepasó los 2 mil. No hubo forma.

 

La pésima selección de candidato también hizo que el morenovallismo perdiera Zacatlán. Raúl de la Llata, que sí llevaba paquete completo, sumó 10 mil 701 mientras que el profe Luis Márquez Lecona materializó su popularidad con casi 17 mil votos para PRI-Nueva Alianza.

 

Por supuesto, esta columna se encuentra llena de “hubieras” que, como se sabe, es el verbo de los pendejos. El morenovallismo decidió salvar a Martha Erika a costa de sacrificar a sus aliados municipales y con ello, perder los principales ayuntamientos.

 

A veces para salvar el cuerpo hay que cortar un miembro. Sólo que aquí se cortaron piernas y brazos para salvar la cabeza.