No es un secreto que Luis Miguel Barbosa aborrece a Claudia Rivera Vivanco.
El odio jarocho comenzó a lo largo de la campaña porque la candidata a la alcaldía capitalina no sudó calenturas ajenas ni se prestó a ser ariete contra Martha Erika Alonso, pero después del 1 de julio se ha ido acrecentando por una razón muy simple: ella ganó y él perdió.
No sólo eso. Ella ganó sin desgaste mediático, no tuvo pleito con nadie, nadie la acusó de nada, su prestigio está intacto, obtuvo una votación histórica de 343 mil sufragios, y por su juventud y carisma, si hace un buen gobierno, es la primera carta de Morena para convertirse en candidata a gobernadora en 2024.
Subrayo el condicionante: si hace un bueno gobierno.
Y un buen gobierno se hace desde el día uno de la administración hasta el día cuando tenga que pedir licencia para ir a buscar la reelección.
Y si gana la reelección, otra vez hacer un buen gobierno desde el día uno.
Por ello, con su constancia de mayoría y considerando que cogobernará con Antonio Gali Fayad dos meses, pidió reunirse con el gobernador en funciones para analizar la coordinación en materia de seguridad. Previamente se reunió con el alcalde Banck en un encuentro que puso la muestra de civilidad.
Sin embargo, en lo político rechazó un encuentro con Martha Erika Alonso en solidaridad a la lucha jurídica de Barbosa para tirar el resultado de la elección por la gubernatura. No le ha faltado disciplina y lealtad.
En todas las conferencias de prensa ha aparecido junto al ex candidato a la gubernatura. Llegó a los desmanes del Hotel MM, pero salió corriendo cuando vio desatarse el ‘Planeta de los simios’.
Pero ningún acto de disciplina y lealtad parece suficiente para Barbosa, quien cada día la aborrece más, por lo que ordenó a su sabueso Biestro atacarla, quien junto con José Juan la ven como una amenaza hacia el futuro, pues mientras ellos se han bañado en estiércol ella permanece limpia a los ojos de la ciudadanía.
Con todas esas razones, desde Morena decidieron ponerle el primer traspié para exhibirla públicamente como traidora al movimiento. Vaya equivocación.
Antier, Biestro lanzó un mensaje de ruptura con la administración de Antonio Gali hablando en plural: no tendremos diálogo con él. Ese plural era sobrante, porque la única que tenía en agenda una reunión con el gobernador era la presidenta municipal electa.
Claudia sabía que el mensaje era para ella, pero decidió ignorarlo, aunque seguramente el tema ya se había puesto a su consideración en privado y la presidenta dijo que no, pues tiene que acordar cuestiones relativas a la seguridad de la ciudad para esos dos meses.
Entonces ayer Biestro lanzó un mensaje directo en Twitter, no para que reconsiderara, sino para exhibir a Rivera Vivanco como traidora ante las bases de Morena. Los ‘barbosistas’, a la ofensiva hasta con sus aliados bajo el apotegma de cuando la perra es brava, también muerde a los de casa.
El reto de Claudia no es menor: gobernará la cuarta ciudad más importante del país, y para hacerlo bien deberá resistir presiones que vengan hasta de su partido. Se debe ya a los poblanos, y no a los berrinches de los ‘barbosistas’ que exigen dignidad cuando ellos no la practican.
El propio Biestro ayer se apersonó en el Congreso local para comenzar los detalles de la entrega-recepción. ¿A poco él puso en suspenso su plurinominal hasta que se resuelva la impugnación?
O vamos más lejos. Hace una semana López Obrador se reunió con los miembros de la Conago, y ahí vio a Gali, platicó con él y hasta lo saludó de mano. ¿Eso significa que el tabasqueño avaló el supuesto fraude electoral?
¡Pues claro que no!
Lo que Gali, López Obrador, Claudia Rivera y compañía entienden es una cosa: que la institucionalidad y la responsabilidad de los cargos es superior a los berrinches y amagos. Que la impugnación se resuelva en los tribunales, pero quienes tienen encargos de la ciudadanía no pueden suspenderlos con el pretexto de una causa personalísima.
Vaya actitud. Se confirma que Biestro, José Juan y Barbosa son un peligro para Puebla.