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la "Carretera de la Muerte"
Indemnizan a 26 deudos de
la "Carretera de la Muerte"
71 mil 400 pesos recibieron cada uno de los familiares de la empresa Qualitas
La Procuraduría del Ciudadano del estado de Puebla llevó a cabo el trámite del juicio testamentario de las víctimas en 40 días, tiempo récord para el cobro de una póliza de seguro de vida. Ayer en Tehuacán se convocó a los deudos para el pago de la póliza
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La entrega de las indemnizaciones por la tragedia en la “Carretera de la Muerte” Foto/ Cambio/ Tere Murillo |
Edmundo Velázquez / Tehuacán / Enviado
Ildiberto Escobar Valdivia perdió a su hija Mariana de seis años en el deslave de Eloxochitlán. Ahí también perdió a tres de sus hermanas y tres sobrinos más.
Siete personas menos en su mesa familiar fue el resultado del alud que ocurrió hace casi 45 días en la población de Zacacoapan, justo en el kilómetro 08 + 100 de la carretera Azumbilla-Tlacotepec de Porfirio Díaz.
Ayer le fue entregada una indemnización de 71 mil 400 pesos por la muerte de su hija. Pero el endeble cheque no repone la ausencia de la niña de seis años. Aguanta el llanto y sigue con el frío agradecimiento que tiene que dar ante otros deudos. “Nada revivirá a nuestros difuntos”, dice cheque en mano.
La firma Qualitas entregó ayer en Tehuacán al menos millón y medio de pesos a 26 deudos de las víctimas del alud que sepultó el camión número 24 de la ruta Tehuacán-Tlacotepec de Porfirio Díaz.
La Procuraduría del Ciudadano del estado de Puebla llevó a cabo el trámite del juicio testamentario de las víctimas en 40 días, tiempo récord para el cobro de una póliza de seguro de vida y ayer en un evento realizado en el auditorio “Margarita Vázquez Vázquez” de Tehuacan, convocó a los deudos para el pago de la póliza.
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El recurso no les regresará a sus muertos, dicen Foto/ Cambio/ Tere Murillo |
Pero ni el corto lapso de la indemnización ni el pago ni la suma de millón y medio para los deudos les dio una sonrisa.
Don Ildiberto apenas y sabe qué hacer con el dinero. Piensa utilizar el dinero para hacer un panteón más digno donde descansen todos sus familiares.
“Pues es poco, puede ser. Puede que arreglemos donde están todos ellos. Se sabe que para nosotros los católicos es un paso y un proceso. Es un lugar sagrado para nosotros y creo que lo invertiremos ahí y también en el campo, que es donde trabajamos”, comentó el señor que aparenta al menos unos 45 años de edad.
Cuando ocurrió la tragedia las hermanas de don Ildiberto viajaban a Tehuacán para cobrar recursos de Procampo. Con ellas viajaban sus hijos y Mariana.
“Nosotros llegamos de inmediato al derrumbe, un amigo de nosotros nos avisó. Llegamos después de la segunda réplica (…) fue impresionante”, comenta Ildiberto.
—¿Usted piensa que las indemnizaciones fueron justas? —le preguntó una reportera de televisión.
—Pues quizá de acuerdo a la ley. Pero pues no es justo. La muerte no es justa. Nada de lo que pasó ha sido justo. Ni el modo en cómo sucedieron las cosas fue justo.
Las viudas de Eloxochitlán
Al menos seis viudas se presentaron entre los indemnizados de ayer. Todas son menores de 30 años, amas de casa de ocupación, con niveles precarios de educación. Procrearon con sus maridos entre 3 y 7 hijos.
Una de ellas es Adela Montalvo Rosales. Tiene tres meses de embarazo y con su marido Emeterio Montalvo Quiahua procreó otros siete hijos que van de los once a los dos años.
Adela habla tan quedo que apenas se escucha su voz. “No sé qué voy a hacer”, dice a todas las preguntas. Carga a la más pequeña de sus hijas. Asegura que nunca ha trabajado y que su marido le ordenaba no salir de su casa, también le pedía no descuidar a sus hijos.
Los cinco mil pesos que le dieron de la primera indemnización los estiró lo más que pudo para poderse mantener.
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El dolor no se ha superado a más de 45 días de la tragedia Foto/ Cambio/ Tere Murillo |
—¿Qué hará cuando se le acabe el dinero de este cheque?
—No sé. Son siete mis hijos. Les dieron sus becas en Ojo de Agua, allá en Tlacotepec de Díaz. Pero nada más.
La mirada de Adela se pierde, cuando Martín Fuentes, procurador ciudadano, la nombra para que pase al presídium y reciba el cheque, apenas y sonríe. Estira una mano y con la otra sigue cargando a su hija.
Benedictina Moreno Contreras es otra de las viudas. Vivía con su esposo, Víctor Huerta Morales, en la ranchería de Tlazolapa. Tuvo dos hijos con él y adoptó uno más que ambos rescataron de la calle.
“Ahorita me toca ser mamá y papá”, dice mientras acaricia la mejilla de su hija, a quien se llevó hasta Tehuacán para que la acompañara al cobro del cheque.
Según relata Benedictina, su marido viajaba con rumbo a Tehuacán cuando subió al camión número 32. Ese mismo día su hijo Alejandro se graduaba del preescolar, por lo que le pidió que no viajara y estuviera con ellos en la graduación.
Víctor tenía que recoger unos papeles del Pronafe porque fungió como presidente de la junta de padres de familia en la escuela de sus hijos.
Después de que abordó el camión no supo más de él hasta que escuchó del derrumbe, le avisaron los amigos de su esposo.
“Me dijeron que fuera yo a ver, que ahí estaba Víctor. Y ese día se graduaba a mi hijo pero a mi marido le pidieron que fuera a Tehuacán. Yo le dije que asistiera a la graduación de su hijo pero me dijo que iba a recoger unos papeles, que no nomás venía a pasear”, relató Benedictina sobre la última charla que tuvo con su marido.
—¿Cómo hará ahora para sobrevivir? —se le preguntó a Benedictina.
— Pues me dedico a vender tamales. Los hago y los vendo. Vendo refrescos y dulces para que salga lo de los niños y para que coman. Mi dieron un primer apoyo de los 5 mil pesos pero como fue el velorio y el entierro pues de ahí se pagó. En eso lo ocupé. Y las becas, las que me dieron por los niños, pues las voy a ocupar para que entren a la escuela, para comprar sus útiles, sus uniformes y sus mochilas. Este último pago lo voy a cuidar mucho, lo voy a ir gastando poco a poco con los niños para que con eso nos vayamos manteniendo.
El rostro de Alicia Guzmán Cayetano, mujer oriunda de Mangotitla, Eloxochitlán, se hizo famoso por ser utilizado en dos días consecutivos por TV Azteca para el inicio de sus cortinillas que anunciaban la tragedia del alud.
Alicia entraba en un rictus de pena a unos minutos de haber reconocido el cadáver de su marido, Anastacio Sánchez. A las puertas del auditorio de Zacacoapan, lugar que sirvió como anfiteatro, Alicia se retorcía de dolor con sus hijos a un lado.
“Vi todo tapado el carro y desde ese momento pensé en que no habría nadie vivo. Pero hasta el jueves por la tarde me dieron el cuerpo”, recuerda Alicia.
Con Anastasio tuvo tres niñas. Marilú de 5 años, Leidi de tres y Viridiana de apenas 11 meses. Alicia lo extraña como el hombre de la casa, como el padre de sus hijas, como único proveedor de su hogar.
“Estoy triste porque no tengo quién me traiga las cosas, estoy sola en mi casa. No puedo trabajar… ¿quién me va a cuidar a mis niños? No puedo trabajar. Por eso pido que me apoyen para crecerlas…”, se queja Alicia.
Zenobia Reyes Juárez, esposa de Magdaleno Juárez Rojas, también tendrá que ver por sus siete hijos ella sola. Marina Vega Corona, esposa del difunto Javier de la Rosa Rosales y Ana Rosa de la Rosa Rosales, viuda de Eloy González Patricio, son dos mujeres más que apenas y conocen qué será de sus vidas.
La vida sigue
Alejandrina González Vega, madre de Luisa de Jesús González, pastora evangelista conocida y muy querida en la zona de Eloxochitlán, soltó el llanto cuando pasó por el cheque de la indemnización.
“Se levantó a las cinco, se fue al veinte para las seis y salió de la casa. El accidente fue como al veinte para las siete”, recuerda su hermano Luis Alejandro.
Luisa viajaba en el camión número 32 para asistir a una graduación, había sido invitada y tomó el camión a la altura de Agua Azul, comunidad de Tlacotepec de Porfirio Díaz.
“A las ocho comenzaron a vocear por los aparatos de sonido en el pueblo y avisaron que fuéramos a ver el carro que se había tapado. Que lleváramos palas y picos. Yo no lo creía cuando llegamos, del carro no se veía nada. Estaba todo tapado. Tuvimos que esperar a los rescatistas. Tardaron mucho”, relató el joven.
Margarito Hernández Hernández perdió a su hijo Álvaro en el deslave. De apenas 22 años, el hijo del ex presidente municipal de Eloxochitlán fungía como chocador de la ruta. Le tocó viajar en ese camión por pura suerte.
Como lo publicó Cambio, el ex presidente despidió a su hijo entre copas. Don Margarito recuerda esos días y admite que estaba muy mal, pero que “la vida sigue”.
“Yo decaí demasiado. Era mi brazo derecho mi hijo. Ahora retorna la calma. Cuando ocurre un accidente de ese tipo en su momento es triste y trágico. Es doloroso inmensamente. Pero cuando transcurre el tiempo caemos en la resignación y aceptamos la realidad y la ley de la vida”, finalizó el ex presidente.
De las 32 víctimas encontradas en el alud de Zacacoapan, aún falta la familia de Coxcomatepec, Veracruz, por tramitar el juicio testamentario.
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